miércoles, 29 de abril de 2009

Poveda me ha copiado el estilismo

Pensaba que ya había puesto la lista de canciones de su disco, que sale definitivamente el 15 de mayo, pero no.



01. Me da miedo de la luna (La niña del Albaicín)
02. Ni un padrenuestro
03. Rocío
04. Como las piedras
05. Embrujao por tu querer
06. Ay, hermanita
07. Ojos verdes
08. Los tientos del cariño
09. Mis tres puñales
10. A ciegas
11. Vente tú conmigo
12. Sere... serenito
13. En el último minuto
14. Sendas del viento
15. Vamos a dejarlo así
16. La bien pagá
17. Compañera y soberana
18. Coplas del querer (popurrí)

Can't wait to hear Embrujao por tu querer y Sere... serenito.


martes, 28 de abril de 2009

jueves, 23 de abril de 2009

La tradición de Sant Jordi

(Per A.S., que em va dir que no esborrés res, tret del seu nóm)

La Comunidad de Madrid lleva cuatro años promocionando La noche de los libros, después de ver los pingües beneficios económicos que supone la venta de libros un día como hoy en Barcelona. Por eso la fiesta en la capital tiene algo de oportunista y euretera. Falta la tradición: la princesa, el santo, el dragón, la sangre que mana y se convierte en rosa. Y falta toda una ciudad que se echa a las calles a pasear los puestos que huelen papel recién salido de imprenta. Si en el sur es la Semana Santa la que marca el final del invierno y en Cataluña es el día de Sant Jordi, aquí la primavera se cuela lentamente, sin concierto, en algunas sobremesas o medias tardes si no son ventisqueras y las nubes lo permiten, y hasta hay años en que no llega nunca: el calendario se la salta.

Pero quería hablar de la importancia de la tradición en Sant Jordi y para eso me tengo que ir tres semanas atrás, cuando Albert Om entrevistó en la TV3 a Concha Velasco que acababa de estrenar obra en el Teatre Goya, “La vida por delante”, donde interpreta a una madame mayor que quiere volver a ser joven y puta. La entrevista no tiene desperdicio, sobre todo al final. Después de confesar que para ella la edad más estupenda en la mujer es entre los 35 y 45 años, le dice a Albert que ya ha renunciado a compartir su vida con nadie en estas palabras:

“No funciona eso, mira, te voy a decir una cosa ya que estamos en confianza, espero que las señoras en sus casas no se sientan mal. Somos estupendas en nuestra edad, pero una mujer joven que se enamora de un hombre mayor… como Picasso, o ¿cómo se llama ese gran violoncelista catalán?, el Pau Cassals, con esa señora maravillosa, o Alberti… la mujer es capaz de admirar a un hombre mayor sin necesitar nada más. Pero un hombre necesita algo más. Y le dirá a una mujer que la quiere y que la admira y que ay que bien, chata, pero si se van con otras (cuando son de tu edad, se refiere), imagínate qué no harán con mamá Conchita”.

Creo que es lo mejor que he visto en la tele este mes. No puedo estar más de acuerdo (las/los feministas que dejen de leer este párrafo). En un mundo como en el que vivimos, a mí que me dejen, una mujer con un hombre más joven es una perversión. Una de tantas. Conste que no seré yo quien tire la primera piedra, vamos, que estoy superafavor de las perversiones, sobre todo las de las mujeres. La mujer necesita que el hombre la desee por su físico básicamente. Y las que como Demi Moore lo consiguen estando con un niñato, luego dejan traslucir un complejo de madre hacia el objeto de deseo que tira de espaldas. También está el caso de la mujer que enamora a un hombre por su intelecto, como en Ricas y famosas, pero a servidora no le ha pasado nunca. ¿Y por qué no te ves tú como el madurito interesante en ese tipo de relaciones? Pues aparte de por el cine que veo, porque yo también necesito que me deseen por mi físico y tengo tendencia a desarrollar un complejo de madre bastante perverso.

Pero bueno, volviendo a Sant Jordi, ayer A.S. me contó que Albert Om dejó a su mujer por una chica mucho más joven, Bibiana Ballbé, que presentaba Silenci y ahora Ánima, dos de mis programas favoritos, y que también colabora en el programa de Albert. No doy. La entrevista a Concha cobra otra dimensión. La he vuelto a ver y creo que Concha no lo hace con maldad cuando saca el tema, que no sabe nada, la pobre bastante tiene con lo suyo, pero cómo baja la voz de Albert y la precaución del cámara de no enfocarle hacen el resto.

Y ahí debe estar esta tarde Concha, en la salita de estar de su suite del Hotel Avenida Palace, donde se hospeda siempre que va a Barcelona hace 50 años, rodeada de fotos de sus hijos y nietos en las paredes que le dejan poner con pasta adhesiva para que no utilice chinchetas, esperando que llegue la hora de ir a su función diaria, con la tele puesta y pensando: tenía que haber salido hoy, está la calle tan bonita. Lo que ella no sabe es que Albert le dejó esta mañana a Bibiana una rosa escondida en su maxibolso y ella a él un libro, no el que acaba de publicar, “T’he dit que em miris”, que debe tener ya, sino otro. Esa es la tradición. Bon dia de Sant Jordi a tots.

miércoles, 22 de abril de 2009

He encontrado una nota

al hacer limpieza esta mañana, no es mía, no diré de quién, sólo que está escrita con una letra milimétrica.

Billete de tren
Dinero en efectivo
Antihistamínico
Tratamiento de pies
Crema hidratante
Cepillo de dientes
Colonia
Pasta dentrífica
Calzoncillos
Calcetines
Pañuelos de papel
Libros
Revista
CD de música
Maquinilla de afeitar
Regalos para Fran

Ropa

Camiseta blanca
Camisa rayas
Pantalones vaqueros nuevos
Polo fiesta
Camiseta ajustada
Jersey azul


lunes, 20 de abril de 2009

Se ha fundido una bombilla

Esta mañana pensaba que hay que ver que en los dos años que llevo en esta casa no se ha fundido una bombilla y justo esta tarde ha pasado: se ha fundido una en uno de los baños. Ahora no sé qué pensar.


jueves, 16 de abril de 2009

Se acuerdan de los 90

Jose Ignacio

Me acuerdo de lo fría que estaba el agua de la piscina universitaria el año que la inauguraron.

Me acuerdo del sabor de los macarrones con atún y tomate frito de bote.

Me acuerdo de cómo subíamos corriendo por las escaleras del multicines para pillar sitio.

Me acuerdo de los discos de serie media del Hipercor.

Me acuerdo de las colas que había en las cabinas de teléfono a las diez de la noche.

Me acuerdo de que los números locales se marcaban sin prefijo.

Me acuerdo de que en Antonio Banderas estuvo a punto de hacer de Drácula en la película de Coppola.

Me acuerdo del color de las paredes de los comedores universitarios.

Me acuerdo de la moda de los pantalones a cuadros.

Me acuerdo de que en los trenes y en los autobuses se podía fumar.

Me acuerdo de las notas que dejábamos en los interfonos.

Me acuerdo de las máquinas de refrescos con cerveza de Torremolinos.

Me acuerdo del estreno de Kika.

Me acuerdo del sabor del wodka con limón.

Me acuerdo del eurobeat.

Me acuerdo de las películas del cineclub universitario.

Me acuerdo de las conversaciones de madrugada.

Me acuerdo de las clases de aerobic.

Me acuerdo de las cuñas de la tienda de los seis duros.

Me acuerdo de los veranos en Málaga.

Me acuerdo del Fastlove.

Me acuerdo de las excursiones al Llano de la perdiz.

Álvaro

Me acuerdo del “Tu me trouves jolie?” del comienzo de Le mépris, y de lo pesado que estaba con la Nouvelle Vague.

Me acuerdo del Yoga de Björk sonando a todo trapo mientras Adolfo y yo bajábamos del Albaicín de amanecida tras una noche loca. Era el día que mis padres me recogían porque terminaba ese curso.

Me acuerdo de La flor de mi secreto. ¡Leo!

Me acuerdo de Susan Sontag.

Me acuerdo de las baldosas de barro de mi piso de Aljibe de Trillo.

Me acuerdo de la Casa del Agua donde vivían Jose y Adolfo.

Me acuerdo del minihorno en el que Jose tostaba el pan de molde y hacía las “pizas”.

Me acuerdo de la porra de Fran y de su vajilla deslavazada.

Me acuerdo del Bed Times Stories de la Madonna.

Me acuerdo del polvo en la ducha de Más que amor frenesí.

Me acuerdo de Show Girls y de las uñas de Nomi.

Me acuerdo de Massive Attack y de Portishead.

Me acuerdo de Blur y de Pulp.

Me acuerdo del Tentaciones de los viernes.

Me acuerdo del Katovit con café de antes de los exámenes.

Me acuerdo de cuando escuché por primera vez en casa de Yves (profesor de la facultad que se lió con Silvia) el concierto para piano en sol mayor de Ravel.

Me acuerdo de Alanis y Adolfo, de Adolfo y Alanis.

Me acuerdo del peto de Fran.

Me acuerdo del “sin parare” de Sonia: “me gusta sin parere”, “me lo tiraría sin parare”, “entiende sin parare”…

Me acuerdo mucho de Baru.

Me acuerdo de los donuts de chocolate granaínos de la cafetería de la Facultad.

Me acuerdo de comedores universitarios los sábados de resaca.

Me acuerdo de Fondo y de las veces que vomité en sus proximidades.

Me acuerdo del vodka con limón.

Me acuerdo del Angelito. ¡Qué beauty!

Me acuerdo de la noche en que conocí a Luis Muñoz en Carrera del Darro.

Me acuerdo de la Cité U de Aix-en-Provence.

Me acuerdo de las tostadas con jamón de la plaza de la Trinidad.

Me acuerdo del MS-DOS y del verde y negro de los ordenadores de entonces.

Me acuerdo de los disc-man.

Me acuerdo de La verdadera naturaleza del amor. ¡Qué Baru!

Me acuerdo del estreno de Finales de agosto, principios de septiembre, en París.

Me acuerdo de Las noches salvajes.

Me acuerdo de que no tenía nunca ni un puto duro.

Me acuerdo de los cafés y el fumigueo en El Central.

Me acuerdo de que vivíamos tan bien sin móvil ni fijo.

Me acuerdo de las Dr. Martens combinadas con mini escocesa de Olalla.

Me acuerdo de la muerte de Lola Flores y de la de su hijo una semana más tarde.

Me acuerdo del “tipo cazo” de Fran.

Me acuerdo más de lo que pensaba de Grenada, Grenada.

Adolfo

Me acuerdo de planos de ciudades desconocidas.

Me acuerdo de los nervios al conocer gente.

Me acuerdo del mármol del suelo y las columnas de la facultad.

Me acuerdo de las primeras veces que leí El País.

Me acuerdo del brillo de algunos años y de la oscuridad de algunos meses.

Me acuerdo de la falta de criterio en mis lecturas (hasta ser posmoderno).

Me acuerdo de las comidas en la cuesta de San Gregorio.

Me acuerdo de los botellones en la cuesta de San Gregorio.

Me acuerdo de los barcos de la noche en la cuesta de San Gregorio.

Me acuerdo del Missing de EBTG por los adoquines de las calles de Granada.

Me acuerdo muy poco de la política de esos años.

Me acuerdo de los nervios al dar mi primera clase.

Me acuerdo de la rueda de la moda, de las peinetas sin mala intención, de un fondo de armario imposible.

Me acuerdo de la conciencia construida al mirarme en los espejos de mis amigos.

Me acuerdo de los primeros amores (take me home).

Me acuerdo que había sesiones golfas en versión original a las doce de la noche.

Me acuerdo de haber tardado una hora y media en encontrar la traducción de una palabra en la biblioteca de la facultad.

Me acuerdo del brillo en los ojos de mis amigos.

Me acuerdo de mi viaje de ida y vuelta con mi pueblo, con mi familia.

Me acuerdo de que siempre era viernes en todo el universo.

Me acuerdo de los intercambios de recopilatorios caseros grabados en cintas.

Me acuerdo de la distancia que hay a Inglaterra, y a Irlanda, y a Alemania, y a Estados Unidos…

Me acuerdo de las peleas dialécticas y de las reconciliaciones afectivas.

Me acuerdo de la tristeza de la luz de la mañana en Granada (por temprano o por tarde).

Me acuerdo de que no había teléfonos móviles y dejábamos notas por debajo de las puertas.

Me acuerdo de las cabinas telefónicas.

Me acuerdo de la inauguración de Fondo Reservado.

Me acuerdo de lo que pesaba el tiempo.

Me acuerdo de la luz de Cádiz.

Me acuerdo de mis pantalones rojos.

(Gracias, chicos)

miércoles, 15 de abril de 2009

Grandes escenas

“Pues señor, érase una vez un pueblecito español…”

Así empieza una de las mejores películas del cine español: “Bienvenido Mr. Marshall” (1952). Con una voz en off (la de Fernando Rey) que describe los estereotípicos habitantes de un pueblo de Castilla que todavía no saben lo que se les viene encima (Carmen Vargas, la máxima estrella de la canción andaluza, y el Delegado General, que viene a anunciar la llegada del plan Marshall). Vamos, como si llegaran ahora Bisbal y el representante de la campaña de Obama por sorpresa a Alcobendas.

De la película recordaba la canción compuesta para recibir a los americanos, maravillosa:

Los yanquis han venido,
olé salero, con mil regalos,
y a las niñas bonitas
van a obsequiarlas con aeroplanos,
con aeroplanos de chorro libre
que corta el aire,
y también rascacielos, bien conservaos
en frigo y de aire.

También recordaba el discurso del alcalde en el balcón y el sueño del far west (el del cura con los capirotes de semana santa del KKK lo hubieran dejado para los extras de DVD, si se hubiese rodado hoy). Pero la película es mucho más. Vale la pena revisitarla cada 5 años.

El recurso de la voz en off era muy utilizado en la época. También aparece en “La ironía del dinero” (Edgar Neville, 1955) y en “El malvado Carabel” (Fernando Fernán Gómez, 1956), por citar dos de las siete que me vi ayer. Pero la de Bienvenido… resume perfectamente el escenario y los actores de la historia, así como el tono de la fábula. Hay otras escenas, como aquella en la que el cura, el hidalgo y la maestra describen qué es EE.UU., que también me gustan mucho. Pero esta engancha, por lo sencilla.

Detrás de la escena o más bien después de la escena vienen el esperpento, la crítica y la mala baba. El mejor Berlanga tiene eso de intemporal. La película bien podría ser una sátira de la recesión económica actual. También hay su dosis de andalufobia, con esos Ozú y Digo de Carmen Vargas, y la visión de todos los habitantes del pueblo castellano vestidos de flamencos. Se supone que en la época era una crítica a la españolada de las películas de CIFESA. Al respecto, personalmente prefiero la autocrítica que el mismo año estrenaba Juana Reina, “Carmen de España”, donde Rafael de León también se reía de la españolada imaginada por los franceses cien años antes.

jueves, 9 de abril de 2009

Mentiras y Gordas

Para Adolfo (gimme luv)

Dijeron en El País que “Mentiras y gordas” se convertirá en una película de culto dentro de diez años. Se equivocaron. No en el número de años, sino en el tiempo verbal. Aaaay, eso de confundir el futuro con el subjuntivo, los periodistas de este país parecen guiris: esta hubiera sido una película de culto hace diez años.

Fue entonces cuando salieron “Human Traffic” (1999), basada en la escena rave de Cardiff, y “Groove, con la música a tope” (2000), basada en la escena de San Francisco. De las dos, la que más me gustó fue la inglesa, por supuesto. Al César lo que es del César.

Desde el punto de vista cinematográfico, la crítica coincide en este tipo de películas: trama nula, personajes estereotipados, actuaciones flojas… Albacete y Menkes se han empollado sus predecesoras y cumplen las expectativas (nulas). Su principal mérito es su descarnada venganza contra Almodóvar, director al que empezaron imitando y al que ahora desbancan en la taquilla. Aunque Pedro dice que la taquilla no le importa.

Pero vayamos por partes. Con un elenco de niñatos extraído directamente de las series de máxima audiencia en televisión, otros que lo fueron hace años y algún cameo memorable (esa Marilyn Torres), la primera mitad de la película aburre de obvia. Los mejores gags se los llevan las Gordas. La famosa frase de “estoy tan gorda que no siento nada cuando me penetras”, sumada a la de “¿crees que este cuerpo es normal? simplemente no como” echan por tierra todos los avances en la media del peso corporal de las últimas ediciones de Cibeles. Superafavor.



La segunda parte, la de las Mentiras, es más Sinde. Me avergüenza decirlo, pero lo cierto es me metí en la trama. Incluso en la última escena de la playa, puro plagio del final de “Compañeros inseparables” (Longtime companion, 1990). La culpa la tiene Mario Casas (atención a este actor, en El camino de los ingleses hacía un acento malagueño espectacular).



El título en el extranjero será “Sex, party and lies”. Por favor, qué tiene de malo “Big fat lies” o “Big and fat lies”.

miércoles, 8 de abril de 2009

Me acuerdo de los 90

1. Me acuerdo de ir los jueves por la noche a los multicines del centro para ver qué películas se estrenaban.

2. Me acuerdo de escuchar grunge en el Albaicín.

3. Me acuerdo del primer número de Tentaciones, con Victoria Abril vestida de Gaultier como Andrea Caracortada.

4. Me acuerdo de cuando tenía 25 años, iba a las discotecas y no fumaba.

5. Me acuerdo de vestirme de drag para hacer un número de “I’m your man” de Leonard Cohen y que llegó la policía.

6. Me acuerdo de que en los 90 apenas había gays en la tele.

7. Me acuerdo de oír a Rosa María Mateo y Diego Manrique en Modernos Populares.

8. Me acuerdo del piso de Estrella en Argüelles la primera vez que fui a Madrid.

9. Me acuerdo de un artículo en Ajoblanco sobre un joven cantaor, Miguel Poveda, y que dije: yo quiero un novio así.

10. Me acuerdo de cuando odiaba Antequera.

11. Me acuerdo de la ropa que llevaba la cena de fin de carrera. Era todo de Zara y stretch.

12. Me acuerdo de cantar “Love Supreme” en mi habitación de Aribau con Mallorca y pensar que Barcelona era Londres.

13. Me acuerdo de leer “Empathy” de Sarah Schulman y pensar que Granada era Nueva York.

14. Me acuerdo de la primera vez que bajé al Ángel Azul. Había un negro en la pista bailando con otro guiri “Living on my own” de Queen.

15. Me acuerdo de la primera vez que fui al teatro. Aitana Sánchez Gijón se desnudaba en la obra, pero no recuerdo el título.

16. Me acuerdo de hablar inglés con Adolfo en Liverpool.

17. Me acuerdo del día que murió River Phoenix.

18. Me acuerdo de cuando trabajé recogiendo (los primeros) contenedores de papel de reciclaje en la Facultad de Ciencias de Granada y me pagaban con tiques de comedores.

19. Me acuerdo de ver la tele en blanco y negro los primeros años de carrera.

20. Me acuerdo de recorrer los pasillos de los despachos de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense antes de que Amenábar los sacara en Tesis.

21. Me acuerdo de que en la primera guerra de Irak rezaba para que nos atacaran los americanos y no tener que hacer los exámenes.

22. Me acuerdo de cuando me encontré a Miguel Poveda viendo una película en la Filmoteca de Barcelona en la Mostra de cinema gai i lèsbic.

23. Me acuerdo de Prince antes de ser el artista antes conocido como Prince.

24. Me acuerdo de cuando veía las películas de Woody Allen y me sentía un intelectual, especialmente el final de “Hannah y sus hermanas”, cuando reflexiona sobre la vida viendo una película de los hermanos Marx.

25. Me acuerdo de cuando mi libro favorito era “La tregua” de Benedetti y se lo regalaba a todo el mundo y el de Javi era “El túnel” de Sábato.

26. Me acuerdo de ver por la tele el velatorio de Lola Flores en casa de Álvaro.

27. Me acuerdo de que durante un tiempo dejó de gustarme Madonna, pero luego volví a ser fan con el “Something to remember”.

28. Me acuerdo de lo felices que éramos en el Poseidón de Sevilla.

29. Me acuerdo de cuando Almodóvar recomendó en el canal+ una película muy mala con Richard Dreyfuss: Inserts.

30. Me acuerdo de cuando nos quedábamos toda la noche hablando hasta que amanecía y a eso lo llamábamos hacer “Barco de la noche”.

31. Me acuerdo de una reja con flores de plástico que había en La Viña II.

32. Me acuerdo de “¿qué tiene más clase: el teatro, la novela o la poesía?”

33. Me acuerdo de estudiarme la Premiere, la The Face y el Independent on Sunday.

34. Me acuerdo de tomar un carajillo antes de los exámenes de Interpretación.

35. Me acuerdo de que me compré un maletín de cuero sin tratar.

36. Me acuerdo de una chaqueta de pata de gallo a la que le arranqué las mangas y me la ponía con una camisa de cuadros de franela y pantalones rotos.

37. Me acuerdo de cuando salir a cenar fuera significaba ir a un italiano o un mejicano.

38. Me acuerdo de la primera edición de Real Life en la MTV.

39. Me acuerdo de ir con Jose Ignacio a nuestra primera Manifestación del orgullo en Madrid, cuando apenas había carrozas, y nos escondíamos si veíamos las cámaras del telediario.

40. Me acuerdo de lo nervioso que me ponía al comprar el Katovit en la farmacia.

41. Me acuerdo de escuchar la banda sonora de Priscila en casa de Jose Ignacio, en la calle La Paz.

42. Me acuerdo del estreno de Drácula de Bram Stoker, que llegué tarde a clase de inglés.

43. Me acuerdo de cuando empecé a vivir con mi hermano y teníamos un jamón en la cocina.

44. Me acuerdo de leer a Mark Simpson.

45. Me acuerdo de cuando no teníamos teléfonos y nos dejábamos siempre notas escritas por debajo de la puerta.

lunes, 6 de abril de 2009

La Metro y los escritores del boom

Manuel Puig comparó en una carta a Cabrera Infante a los escritores del boom con las estrellas de cine de la Metro Goldwyn Mayer:

Norma Shearer (Borges): ¡Tan refinada!
Joan Crawford (Carpentier): ¡Tan fiera y esquinada!
Hedy Lamarr (Cortázar): Oh, qué cálida.
Lana Turner (Lezama): Tiene rizos por todas partes.
Vivien Leigh (Sábato): Temperamental y enferma, enferma.
Ava Gardner (Fuentes): El glamour la rodea, pero ¿puede actuar?
Esther Williams (Vargas Llosa): Tan disciplinada...
Liz Taylor (Gabo): Bella, pero con las patas cortas.
Vanessa Redgrave (Sarduy): Es divina.
Julie Christie (Puig): Una gran actriz, pero al encontrar el hombre de sus sueños (Warren Beatty) no actúa más.



Cabrera Infante lo consideró la crítica literaria más brillante de la época.

viernes, 3 de abril de 2009

El autorretrato de María Pagés se rompe

Llevo un retraso... algún día contaré todas mis vicisitudes, pero es que últimamente no estoy para autoficciones.

Hace dos semanas, Becky se fue a Londres y me dejó un par de entradas en el Español para ver "Autorretrato" de María Pagés. Era una de estas previas que se han puesto tan de moda ahora. A María la había visto hace años en un espectáculo en las Cuevas de Nerja y no me gustó mucho, pero tenía ganas de volverla a ver. Así que allí me planté con mi hermano.


El autorretrato empieza con María bailando una soleá en un escenario lleno de espejos colgantes, que no estaba mal. Más me gustó la farruca que le siguió, con los espejos moviéndose. Esto de hacer crítica retrospectiva es de lo más raro, porque uno se olvida de las cosas.

María tiene un baile particular: ha hecho de sus limitaciones (un cuerpo y unos brazos excesivamente grandes) su marca, su arte. Y baila muy bien. Quizá se cimbrea demasiado. Más bien que al cabo de una hora, tanto cimbreo cansa. Como coreógrafa, aún le queda. Demasiado desplante al público en busca del aplauso fácil. Vale que fuera un encargo de Mijaíl Baríshnikov para su Arts Center de Nueva York, pero a veces parecía un tablao para guiris. De las cuatro partes en las que está dividida la obra, me gustaron las dos primeras: "El baile, el estudio. El estudio donde más me miro" y "La poesía, mi hogar", a pesar de su recitado de Machado o Hernández y de su baile al son de las palabras grabadas de Saramago.

Las otras dos, menos intimistas, "La compañía, los camerinos. Trabajo, fatiguitas y duquelas en el buen sentido" y "Libertad, el escenario, mi espacio", me gustaron menos. Hay unos tanguillos cantados por María que tienen su gracia, gaditana, pero su gracia. Los tientos y tangos me parecieron muy para Mijaíl. Y las alegrías finales, con el mantón, tan efectista como bonito, están bien como broche final, pero dejémoslo ahí, no me saques otra vez el mantón en los bises.


Ayer me pasé por el teatro y vi que la semana pasada tuvo que suspender el espectáculo debido a una lesión lumbar. Esperamos se recupere pronto. La sustituye Eva Yerbabuena que vuelve con su chou.

2017: tibio y desafecto

Ay, que ya nadie se acuerda de 2017. Aquí va mi resumen: Lo mejor del año  * La frase de "Juego de Tronos": “Maybe it real...