jueves, 20 de septiembre de 2012

And now despise me if you dare

•    Lo de titular con una cita de Orgullo y prejucio, concretamente la frase que le suelta la protagonista a Darcy cuando éste se niega a bailar con ella en la primera fiesta, es porque pienso decírselo a algún hombre este fin de semana en la boda de Eva.

•    Aunque servidor en Antequera es puro Parménides: ex nihilo nihil fit, o lo que es lo mismo, de la nada, nada se saca. Lo cual me lleva de nuevo a Lear, cuando le dice a Cordelia “Nothing will come of nothing” después del famoso Nothing de Cordelia. Aunque ya se me ha pasado el arroz (o más bien me he pasado con el arroz) para hacer de Cordelia: las actrices que interpretan a Cordelia deben estar muy delgadas, porque Lear tiene que llevarla en brazos cuando muere. No sé si Eva recordará que vimos un Lear de Gerardo Vera en el Valle Inclán, seguro que sí.

•    Eva siempre dice que siempre la animaba a quedarse en Madrid cuando le entraban las dudas, como en la canción de Mecano. Lo cierto es que el Madrid que yo conocía de los noventa, aparte de la Sastrería, el Star’s, la Angels of Xenon, el Refugio y algunos antros de travestis, siempre me lo presentó ella.

•    “Los días felices los pone allí el recuerdo. Por eso son tan tristes” escribe Sánchez Ferlosio.

•    Hay un ensayo de Michael Ignatieff donde afirma que preguntarse de qué va Lear equivale a preguntarse de qué va la vida, que la respuesta varía según en qué momento estemos. Se supone que cuando somos jóvenes empatizamos con Lear porque nos sentimos unos hijos desagradecidos y, a medida que pasan los años, empezamos a entender a los hijos y a ver cómo Lear es un hombre violento que no ha sabido entender a los suyos ni sabe aceptar la edad. A mí me pasa lo mismo con Historias de Filadelfia, mi película favorita de bodas. Cuando era un niño, sólo me faltaba el vestido de puntilla para ser la hermana pequeña (Nothing ever possibly in the least ever happens here), luego empecé a identificarme con los pretendientes y más tarde con la novia. Con los años he acabado sintiéndome como la fotógrafa (I don’t hate anybody, I’m just a photographer) y me temo que acabaré como el tío Willie (espero no empezar este fin de semana cogiéndole el culo a nadie).

•    Bueno, cariño, supongo que estarás muy liada para leer estas líneas, but I wish u all the best.

sábado, 15 de septiembre de 2012

This is the winter of our discount tan

“Hemos de obedecer al peso de este triste tiempo, y decir lo que sentimos y no lo que deberíamos decir. El más anciano es el que más ha soportado; nosotros, los jóvenes, jamás veremos tanto ni viviremos tanto tiempo”. (El duque de Albany al final de Rey Lear)

• This is the winter of our discount tan. Es lo primero que leo al poco de aterrizar. Un país que hace de una cita de Shakespeare un anuncio de descuento de bronceado es de amar (a pesar del bloody weather, lo lejos que está todo y ser expertos en especulación). Más tarde, descubriré en la calle de mi hermano una tienda de bronceado puerta con puerta con una funeraria. La máquina de rayos UVA expuesta en el escaparate parece un ataúd de neón o la cama de un vampiro suicida.

• Un país donde para anunciar un bolso dicen: “a leather brand so grand it makes our eyes feel socially inferior when we look at it”. Resulta cuanto menos curioso que luego, por ejemplo, a los críticos de gastronomía del Independent y el Guardian les parezca un dispendio gastarse 100 pounds por cabeza en el mejor restaurante de Londres y lo comenten. Contrastes, cariño, contrastes.

• No será el Gloucester de Ricardo III con su descontento invierno, sino otro Gloucester, el de Rey Lear, quien me persiga desde entonces. Todo empezó con las citas a Shakespeare en Margaret, la película, seguido de un magnífico artículo de Ordóñez que me envió mi hermano (http://blogs.elpais.com/bulevares-perifericos/2012/01/shakespeare-co-gloucester-despues-de-la-caida.html), un libro sobre una representación de Lear de la Royal Shakespeare Company (Covering McKellen, by David Weston) que compré en el National y un capítulo dedicado a Lear en el libro de hermenéutica de Robert Jauss, donde se analiza la recepción de Lear de Herder, Goethe, Heguel, Balzac, Tolstoi, Shaw hasta el New Historicism. De lo poco que entiendo este libro, me encanta la teoría de que el tema en Lear no es la ingratitud de los hijos, sino el miedo a ser amado, “la vergüenza, el temor a dejarse reconocer por otros (his terror of being loved, of needing love)”. “For some spirits to be loved knowing you cannot return that love is the most radical of tortures”. No, si ahora va a resultar que Lear es un romántico.

• Hablando de romanticismos, no os perdáis “The deep blue sea”, de Terence Davis. Ingleses pretending to have feelings, or even pretending to play to have feelings. Lo de este país con el verbo to play no es normal. Ellos todo lo play (interpretan, juegan, representan). En los chats, no dicen No pluma, dicen Straight acting. Siempre dan por sentado que hay que actuar. En eso me encantan.

• Continuando con el teatro, mi adorado Tom Stoppard firma el guión de Parade’s End, la nueva serie à la Downtown Abbey, y de Anna Karenina, la nueva peli de la Knightley y el it-boy del momento, Aaron Johnson. Quién fuera Sam Taylor-Wood.

• Mucho teatro, mucho teatro, pero luego la prensa no tiene sección de cartelera. Y no será por ahorrar papel. Otra de las cosas que me encantan es la cantidad de prensa impresa que tienen (y la calidad).

• El señor de la tienda de vinos me dijo que los vinos españoles son “a great value”, o lo que es lo mismo, que tienen una gran RCP (relación calidad precio). Otros lugares comunes es que nuestros tintos son mejores que nuestros blancos. Los que ellos ofrecen en los supermercados son bastante malos, regardless of colour.

• El otro día comentaba que se llevan las mantas, pero no los manteles. En los restaurantes (notwithstanding the Michelin stars), brillan por su ausencia y por el fli-fli del aerosol con el que limpian las mesas antes de montarlas.

• Termino con una crítica a los deportistas olímpicos, no sólo a los ingleses. Mucho ejemplo de superación, mucha lucha y mucha deportividad, pero cultura gastronómica, poquita. Después de pasarse meses a base de frutos secos, semillas, leche de kamut y blended chicken (una porquería de puré de pollo cocido), era ganar la medalla y lanzarse en bandada a las cadenas de fast-food a comer hamburguesas. ¿Dónde estabas, Jamie Oliver?

martes, 11 de septiembre de 2012

Lo mejor de Londres

 
1.       Berry Bros. & Rudd (3 St. James): la tienda de vinos más antigua del mundo (1698), con tres salas rehabilitadas y una recepción con un suelo de madera inclinada maravilloso. Se suponen que lo tienen todo, incluido un dependiente que habla español. Está a la vuelta del ICA (Institute of Contemporary Arst), donde preparaban un especial dedicado a Bowie.

2.       Arbutus Restaurant: se presenta como un contemporary bistro deluxe in the heart of Soho. Debe su nombre a un árbol que hay próximo en Soho Square. En el Guardian lo recomiendan for the ocassional treat. Tiene una estrella Michelin, un menú de mediodía asequible y un sister restaurant en Mayfair, el Wild Honey, que la camarera nos recomendó encarecidamente, con un menú Pre-theater (de 5-6:30 pm) que tampoco está nada mal.

3.       The National Gallery, gratuita, incluidas las temporales. Este verano había una maravillosa de Tiziano (http://www.nationalgallery.org.uk/nota-de-prensa-metamorfosis-tiziano-2012).      

4.       El suplemento gastronómico mensual del Guardian. Y Jay Rayner, su crítico bandera, alguien que confiesa que siempre pide el segundo vino menos caro de la wine list –algo impensable en estos lares-. Tiene un sentido del humor espectacular, como demuestra en este artículo (http://www.guardian.co.uk/lifeandstyle/2012/aug/19/eating-myself-to-death-rayner)

5.       The Joiners Arms (118 Hackney Road). Después de intentarlo varias noches en el Soho, cuna del gay-trash, el este queda como el único reducto de la noche gay de calidad no orientada a las drogas/maquineo. Aparte del Joiners, muy recomendable también el East Block, que cierra un poco más tarde (tampoco demasiado).

6.       El Kioto Garden de Holland Park. Un remanso de paz para los que no vayan con prisa.

7.       Holland Park Avenue. La calle donde vive Martin Amis. Como dice mi hermano, si pasara tantas veces por otra calle como por esta, también la adoraría. Probablemente. Aún así, reúne muchas de las cualidades que me gustan en una calle: aceras no muy anchas, mucho tráfico, poca gente los sábados por la tarde, tiendas delicatesen, ninguna de ropa, casas residenciales pero no como en Mayfair...

8.       Debo confesar que en Mayfair me sentí un poco desclasado, quizás también un poco en Belgravia, en South Kensington, en Chelsea, pero sobre todo en Mayfair. A pesar de la carnicería maravillosa.

9.       The National Theatre. Fuimos a ver “The last of the Haussmans” con Julie Walters, que está magnífica, aunque el texto no me volvió loco. Me quedé con ganas de ver “One Man, Two Guvnors”, una versión de Goldoni que me estoy leyendo ahora y es puro slapstick, que empezó en el National y ahora está en el West End. La librería del National, divina, aunque es verdad que está mejor el bar del BFI (la filmo), justo al lado.

10.   El Westfield, un centro comercial en pleno barrio obrero con una milla de oro que nada tiene que envidiar a la de Bond Street. Contrastes, cariño, contrastes. También tenía una HMV (mi tienda de DVD favorita, casi vacía, a punto de morir) y un Top Man (mi tienda de hombre favorita, muy street-wise, aunque me quedo con la sección de zapatos de la sucursal de Oxford St.)

11.   E&O Notting Hill. Restaurante panasiático con un bar hiperfashion de noche para tomar copas. La única pega, que cierra a las 12!!! En Notting también descubrimos un centro cultural con una terraza divina que no me acuerdo el nombre y una cafetería-tienda de complementos para perros en la que estuve con Chen y que era muy Posh Spice.

12.   Y un supersecreto de moda londinense para este invierno: se llevan las mantas para salir a la calle haciendo las veces de abrigo. Con un buen estampado, claro.
 
 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Lo peor de Londres

Lo peor de Londres sin duda ha sido que no he ligado con ningún paralímpico musculoso para poder cantarle esta canción dándole otra vuelta de tuerca. Él sería Mr. Muscle y yo Cripple-Pig.



2017: tibio y desafecto

Ay, que ya nadie se acuerda de 2017. Aquí va mi resumen: Lo mejor del año  * La frase de "Juego de Tronos": “Maybe it real...