domingo, 25 de noviembre de 2012

Visca Catalunya!!!

Como no podía ser de otra manera, Camela ha escrito la canción que mejor describe la relación entre Cataluña y España:

"A veces pienso que ya no me quieres
estoy notando que no estas conmigo
siempre me pones alguna excusa
y no te importa si estoy o me he ido
por eso creo que debes dejarme...
...o darme tu cariño"

"Estoy siempre confundida, no se que pensar
necesito una respuesta y tampoco me la das
toma ya una decision: dejame o dame amor"

"hoy me das una de arena, y mañana otra de cal"


viernes, 23 de noviembre de 2012

Los morreos

Los viernes por la tarde me gusta hacer Gran vía, de Callao a San Luis. Me gusta ver las caras de los chicos y las chicas que salen de las bocas de metro tirando de un maletón lleno de ilusiones, disimulando su impresión ante el edificio de Telefónica o el Capitol. Supongo que en el fondo tengo alma de Violet Sanford (y su pánico escénico). Bueno, cuarto y mitad, porque el resto es alto extrarradio (el de cercanías, el bajo extrarradio sería el de metro).

No seré yo quien les diga que la gran ciudad en el fondo es como las provincias, que mucha rotación, mucha potencialidad y mucha oportunidad, pero al final es sólo un truco de magia oxidado. Aunque como escribe Lluïsa Cunillé en Ilusionistas: “Lo más fácil es engañarse a uno mismo, porque el hombre generalmente cree que aquello que desea puede llegar a hacerse realidad”.

martes, 20 de noviembre de 2012

Mi otoño enajenado

Tanto que todavía hay días que creo que estamos en verano. Así que, antes de que enciendan las luces de navidad, aquí os dejo uno de mis termómetros:

Sube 

1. The Abbey Road Sessions, de Kylie Minogue. El disco perfecto para escuchar estas tardes nubladas, con un café bombín (bombón con leche desnatada) humeando y un libro abierto boca abajo en la mesa…

2. Ciudad abierta, de Teju Cole. La novela del año para muchos. Me encantan los paseos huyendo del hospital, la estancia en Europa, el punto Holden Caulfield que tiene al final… muy recomendable

3. La colección de Martin Margiela para H&M.

4. El pollo al gin-tonic para llevar de Estado Puro.

5. Las gitanas en los hospitales. El otro día volví a ver “El cielo abierto”, de Albadalejo (y Lindo!!!) y no me pude reír más con la gitana que tiene María José Alfonso en la cama de al lado en el hospital. Yo presencié en Málaga una conversación sobre Letifiel, una tienda de ropa que les gustaba mucho, más barata que Cortefiel, sí hombre Letifiel. Yo pensando que sería alguna marca inspirada en Leticia hasta que me di cuenta de que hablaban de Lefties.

6. Los plumones de franjas tipo el muñeco de Michelin, pero más pequeñas (Juanfran los vio mucho en NY y ahora se empiezan a ver en M).

7. La exposición de Jean-Paul Gaultier en la fundación Mapfre: muy bien montada y muy entretenida.

Baja 

1. Keep the lights on. ¿La nueva Weekend? Para nada, te lo hubiera comentado. Me la esperaba un cruce entre A single man y Shame, y resultó más un cruce entre Cuando Harry encontró a Sally y un Behind the Scenes de Whitney Houston.

2. Las gafas nerd o de empollón. En EE.UU. están muy pesados. Hay un movimiento que incluso les ponen un esparadrapo en medio en referencia a las gafas que les rompían a los freakis en el instituto. Señores, si de verdad es un homenaje, un freaky hoy día llevaría gafas apaisadas de pasta metálica. En general, todo lo que lleve Maxim Huerta me da frío, mucho frío.

3. La programación del Teatro Español. Desde que se fue Mario Gas está de un rancio que no puedo.

4. Fashion TV Spain. No sé quién habrá montado este canal, pero parece un capricho de alguna pija. Además, las modelos sin barrera lingüística pierden mogollón. Le doy seis meses.

5. Madrid-Barcelona. Una de mis dicotomías preferidas ha perdido toda la gracia.

6. La noche ya no es guy, como cantaba Martirio. De Nueva York a Madrid, pasando por Londres, los gays ya sólo ligan en los gimnasios, en los cafés y los bares heteros. O en última instancia, en bares medio alternativos como el Sugarland (Williamsburg, Brooklyn), el Joiner’s Arms (Shoreditch, Londres) o el Atril (La Latina, Madrid).

7. La risoterapia. En estos tiempos, la gente no debería cortarse y llorar a moco tendido en las reuniones. Es igual de relajante que la risa y no lleva a engaños.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El fin de una era

Ya sé que últimamente estoy muy vago y sólo pongo vídeos, y que estoy muy pesado con el asunto generacional, pero es que se me han caído dos lagrimones, uno de pena y otro de risa, cuando he visto a la hasta hoy reina del pop dando vueltas alrededor del chinito. Es como cuando una de tus tías se arranca a bailar en una boda. Y mira que a mí me encanta el Gangnam Style (y la coreografía del pasito es un must), pero esto definitivamente clama al cielo. Si no el fin de un reinado (Germanottas-wannabes, dejad el twitter un ratito), definitivamente es el fin de una era...

sábado, 3 de noviembre de 2012

La realidad aumentada


Antes que nada, perdón por la ausencia, aunque en estos tiempos de hiperconectividad y microcoordinación, las ausencias deberían celebrarse, no excusarse. Sobre todo las ausencias de uno mismo, que son las que dejan más resaca. 

Este último mes los días han transcurrido como las hojas de un libro que pasas sin leer y lo peor de todo era la angustiosa certeza de que era el libro de tu vida el que tenías entre manos: de repente ilegible, porque los acontecimientos llegan antes que las palabras y estas antes que las ideas. Me encanta el término inglés “a real turnpager” para decir que un libro se lee bien. Hasta que llega el paroxismo y te dedicas a pasar las páginas sin leer porque prefieres no enterarte de nada. La vida es el único libro que se lee solo.

Buscando tendencias en la Gran Manzana para relajarme, hoy he leído en el New York Times (que aunque se disfrace de periódico, tiene más ficción que un libro de trucos de magia) un artículo sobre la microcoordinación, referida a las interacciones sociales lubricadas con smartphones. En la prehistoria, la gente quedaba en lugares y a horas concretas. Hoy, nos microcoordinamos o ajustamos nuestros planes según sucesos en tiempo real, ya sea un atasco, un cambio de planes, un mensaje de última hora, etc. Bueno, pues uno que tan reacio es a la falta de modales de las nuevas generaciones (que dan un plantón a golpe de whatsup, y eso cuando se dignan a responderlos) debe reconocer que lleva un tiempo microcoordinándose como buenamente puede.

Y sin salirme de las tendencias, un grito sobre el último invento (Ahhhhhhhhhhhhhhh). Siempre he pensado que los buenos inventos son aquellos que suplen una carencia que teníamos (del condón al ipod), mientras que los grandes inventos son aquellos que nos crean nuevas necesidades que en realidad no teníamos antes de que salieran al mercado (del viagra al ipad). Todo esto desde el punto de vista del mercado. Porque para el usuario, sólo son dolores de cabeza innecesarios. Y ya no te digo para los early-adopters. ¿Que por qué me enrollo tanto? Porque hace un par de semanas, entre resaca y resaca, leí en algún lugar algo que no hablaba de mi: las gafas de realidad aumentada de Google. El viejo reaccionario que parece que me ha abducido últimamente se echó las manos a la cabeza, tarde, como el púgil que cae al suelo después de un golpe fatal: ¿quién quiere aumentar la realidad?, pensé desconsolado tirado en el ring.

Como bien dice Blanche Dubois después de recibir un puñetazo verbal de Kowalski (y tengo pendiente un post sobre la película): I don’t want realism. Y menos aumentado, hermana.

2017: tibio y desafecto

Ay, que ya nadie se acuerda de 2017. Aquí va mi resumen: Lo mejor del año  * La frase de "Juego de Tronos": “Maybe it real...