martes, 28 de mayo de 2013

La ley de la traducción

Navegando para el post de las madrastras, me encontré con aquella película de Kim Basinger “My stepmother is an alien”, que aquí se llamó “Mi novia es una extraterrestre”, que remite a los celebérrimos títulos de serie B de los cincuenta “Me casé con un monstruo del espacio exterior”, al igual que estos al “Me casé con una bruja” de René Clair. Con los años la fórmula divergió en el plano culto (Me casé con un comunista, de Philip Roth) y en el plano rociero (Me casé con un enano, salerito…), pero bueno, que me voy por las ramas como siempre.

De lo que quería hablar hoy es de la traducción de títulos de películas. A mí me encantan las fórmulas: de “On the waterfront (1954)” de Kazan, nació “La ley del silencio”, de donde vinieron luego “La ley de la horca (Tribute to a bad man, 1956)”, “La ley del hampa (The Rise and Fall of Legs Diamond, 1960), “La ley de la calle (Rumble Fish, 1983)” o, sin traducción, “La ley del deseo (1987)”.

Títulos que creo que mejoran el original: 

All about Eve (1950): Eva al desnudo
Rear Window (1954): La ventana indiscreta
The seven year itch (1955): La tentación vive arriba
The Searchers” (1956): Centauros del Desierto
Designing Woman (1957): Mi desconfiada esposa
Silk Stockings (1957): La bella de moscú
North by Northwest (1959): Con la muerte en los talones
Peeping Tom (1960): El fotógrafo del pánico
A Funny Thing Happened on the Way to the Forum (1966): Golfus de Roma (suena marianozoriana)
Cool Hand Luke (1967): La leyenda del indomable
They Shoot Horses Don´t They? (1969): Danzad, danzad malditos
Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969): Dos hombres y un destino (no puede ser más gay)
Jaws (1975): Tiburón
Police Academy (1984): Loca academia de policía (muy marianozoriana también)
The Breakfast Club (1984): El club de los cinco
Teen Wolf (1985): De pelo en pecho
Point Break (1991): Le llaman Bodhi
True Romance (1993): Amor a quemarropa
Side Ways (2004): Entre copas

Títulos que empeoran el original:

The Day the Earth Stood Still (1951): Ultimátum a la Tierra
Vertigo (1958): De entre los muertos
Marnie (1964): Marnie, la ladrona
The Sound of Music (1965): Sonrisas y lágrimas (aunque La novicia rebelde, como se llamó en Latinoamérica, tiene su punto)
Rosemary’s baby (1968): La semilla del diablo (hellooooou!!!)
Avanti! (1972): ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?
A woman under the influence (1974): Una mujer bajo la influencia (ejemplo de mala traducción literal: es bajo los efectos del alcohol, que digo yo que se podía haber corregido con los años, aunque es verdad que suena bien)
Apocalypse Now (1979): Apocalipsis now (quizás de los títulos más locos de la historia)
Scarface (1983): El precio del poder
After Hours (1985): Jo, qué noche (qué atrevido)
Working girl (1988): Armas de mujer (de título feminista a putonista)
Die hard (1988): La jungla de cristal (hubiera sido mucho mejor Duro de matar, o Duro de pelar, si me aprietas, sobre todo para las secuelas, donde ya no había cristales)
Married to the mob (1988): Casada con todos (o qué ocurre cuando se traduce con diccionario: mob es mafia, además de muchedumbre)
Braindead (1991): Tu madre se ha comido a mi perro
A league of their own (1992): Ellas dan el golpe
Sleepless in Seattle (1993): Algo para recordar (aunque peor fue en Sudamérica: Sintonía de amor)
Not Another Teen Movie (2001): No es otra estúpida película americana
The Fast and the Furious (2001): A todo gas (aunque cuando se creó la franquicia ha acabado volviendo al título original)
Walk the Line (2005): En la cuerda floja
I’m so excited (2013): Los amantes pasajeros

En general, reconozco que muchos títulos se han visto beneficiados por las bondades de la película, quiero decir, Con faldas y a lo loco no sonaría tan bien si la película no fuera tan buena (en Sudamérica se llamó Una Eva y dos Adanes).

En castellano tendemos al melodrama en los títulos, muchos suenan a culebrones venezolanos: Perdición (Double Indemnity), Cautivos del mal (The Bad and the beautiful), Alma en suplicio (Mildred Pierce).

Por no hablar de sus títulos en Sudamérica, como se comprueba con los títulos de Hitchcock en México: Spellbound (aquí, Recuerda; allí, Cuéntame tu vida), Notorious (aquí, Encadenados; allí, Tuyo es mi corazón), The paradine case (aquí, El proceso Paradine; allí, Agonía de amor), Stage Fright (aquí, Pánico en la escena; allí, Desesperación), I confess (aquí, Yo confieso; allí, Mi secreto me condena).

Destacar también que los títulos del oeste siempre han sido mejores en castellano: La leyenda de la ciudad sin nombre (Paint your Wagon), Solo ante el peligro (High Noon), La muerte tenía un precio (For a few dollars more), Pasión de los fuertes (My Darling Clementine). Poesía en movimiento a lomos de un caballo.

Por último, comentar que a pesar de que dicen que sólo el 1,5% del público de las salas de cine ve cine en versión original (como siempre, las encuestas hay que matizarlas: con una proporción de 80 salas en VO y 4000 en doblado, y un cine principalmente de autor en VO, frente al cine comercial que puebla el doblado), cada vez se dejan más títulos en inglés. Sólo el año pasado: Moonrise Kingdom, The deep blue sea, Skyfall, Take Shelter, Moneyball, Looper, Shame, Holy Motors, The Amazing Spiderman, Brave, Young Adult, Amour, The Master, Men in Black 3.

(La ímproba propuesta de Gabilondo en 2010 de eliminar el doblaje por decretazo para fomentar el nivel de idiomas del país pudo sonar muy bolchevique, aunque lo curioso es que al final creo que sí se está aprendiendo inglés con el material audivisual: paradójicamente con las series que la gente se baja de Internet antes incluso de que haya versiones dobladas disponibles).

Follonero

martes, 21 de mayo de 2013

Exils de Fabrice Murgia

Fabrice Murgia, un belga de madre murciana, creo recordar, es el nuevo wonder boy del teatro europeo. Este año ha traído dos obras al Festival de otoño a primavera (qué nombre más feo de festival). José Luis Gómez hablaba maravillas de él en el programa (que me dejé en una fiesta de Eurovisión). Exils es una reflexión sobre la política social y la inmigración, con mucho vídeo y técnica documental (un poco tostón a priori).

El veredicto: ES-PEC-TA-CU-LAR. Hacía tiempo que no salía tan emocionado de una obra. No soy muy fan del uso de vídeo en el teatro, pero cuando está tan bien hecho, ¡por favor! No había visto nada parecido nunca. Había momentos que parecía una extraña mezcla de cine con actores reales detrás de una pantalla blanca, que se iban a bajar a la platea como en La rosa púrpura del Cairo.

viernes, 17 de mayo de 2013

Utopia 0 - Black Mirror 2

La primera impresión después de ver la última sensación británica en lo que a series se refiere es de chascazo. La que se ha vendido como la nueva Black Mirror no le llega a esta a la suela de los zapatos. Personajes más planos y con menos carisma que nuestra representación mañana en Eurovisión, una distopía con la profundidad política de La noche en 24 horas (¿precios elevados en los alimentos?) y un Macguffin más tonto que la historia del ratoncito Pérez.


Curiosamente, su emisión en las islas coincidió con la segunda temporada de Black Mirror, a la que supuestamente destronó, aunque si hay algo que cualquier fan de Black Mirror sabe es que siempre hay un sarcasmo para un descosido.

Utopia adolece de esos giros de taller de guión creativo americano (Lost, Breaking Bad) que dejan la trama con unos rizos más deslavazados que la peluca de la duquesa de Alba. De dos asesinos salvajes nos quitan al mod y el otro va lobotomizándose a medida que avanza la historia (patética la escena cuando lleva a Jessica Hyde al restaurante). De los cinco internautas que quedan en una cita a ciegas para hablar de la novela gráfica The Utopia Experiments, el único que se salva a priori es el paranoico de Wilson Wilson, aunque también se desinfla conforme avanza la historia. Becky e Ian tienen menos química que una pera y una manzana. El niño no está mal, hasta que lo hacen goth y parece el niño de Terminator 2. Los malos parecen el jurado de un concurso de cazatalentos. Y de Jessica Hyde, qué decir de tamaña mamarracha.

Lo curioso es que su creador, Dennis Kelly, viene del teatro, pero bueno, supongo que eso ya no es garantía de nada, o quizás sí, quizás a eso le debamos las escenas de asesinatos de niños que tanto han escandalizado en esta serie tan "rompedora". Me voy a ligar las trompas antes de que llegue la segunda temporada.

lunes, 6 de mayo de 2013

Los bonobos

Los bonobos (también conocidos como chimpancés pigmeo) son unos primates que utilizan las relaciones sexuales como saludo, como método de resolución de conflictos y como forma de pago mediante favores. Una bonobo hembra puede copular con un nuevo macho delante del antiguo sin un mísero ahí te pudras.

sábado, 4 de mayo de 2013

No estoy hecho para el sábado, no estoy hecho para el sábado, no estoy hecho para el sábado...

Hoy me he levantado más lacio que un vendo, como se dice en Málaga.


He hundido la resaca en el sofá, pensando en mi vida, con esa clarividencia que te dan la deshidratación de las meninges, la disminución de glucosa y la dilatación de los vasos sanguíneos, pero en seguida me he dicho “no mires debajo de esa alfombra”.

Luego me he enzarzado en varias llamadas telefónicas.



Esta noche no salgo porque, como dijo el Señor, el sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado.

viernes, 3 de mayo de 2013

No me toquéis a la madrastra

Tengo una gran, gran amiga mía que siempre me utiliza para eso tan fácil en la vida que es saber lo que no quieres. Ella me pregunta qué pienso de algo y luego opina todo lo contrario. Desde aquí te lo digo, Lady Lánguida, vas a tener que odiar a las madrastras, porque a mí siempre me han caído muy bien. No tanto como a Woody Allen, que se enamoró de la madrastra de Blancanieves cuando fue al cine de pequeño y terminó enamorándose de su propia hijastra con los años. Quizás, si Mia Farrow hubiera sido menos hippie y más madrastra, esto no hubiera pasado, pues esa es una de las funciones de una buena madrastra: controlar el Edipo de los hijos.


Pero vayamos por partes: en un mundo de familias de retales como en el que vivimos hoy día (qué les gusta a los ingleses empezar con topicazos como este), donde las madres se alquilan, se ocupan, se comparten, se ceden, se subarriendan (las abuelas), cada vez es mayor la tendencia a politicorrectizar a la madrastra. Me parece estupendo que se quiera dar una imagen de la madrastra buena pero, por favor, no idioticemos a los niños olvidando a las madrastras malas, que las hay, y mucho.

Es fundamental reivindicar la figura de la madrastra. Empezando porque si Hera no le hubiera retirado el pecho a Hércules, no tendríamos Vía Láctea. Por no hablar de Fedra o Medea. Pero bueno, con los mitos griegos es un no parar: si nosotros somos de taller de patchwork, ellos eran picassianos a la hora de acoplarse. Algo que se volvió a recuperar en el Olimpo de Hollywood, cuyos dioses eran igual de adictos al cambio de pareja en la vida real. Ahí tenemos a Esther Williams de madrastra de Lorenzo Lamas, Elizabeth Taylor de Carrie Fisher o, la madrastra americana por antonomasia, Nancy Reagan, que siempre estuvo ahí para los hijos del primer matrimonio de su marido con Jane Wyman. Pero no todas se llevaron tan bien con sus retoñastros: Nancy Sinatra nunca pudo con Bárbara Sinatra, una showgirl de Las Vegas que se casó su padre, y Mel Gibson hace poco escupió a la suya.

Está documentado que la gran Joan Crawford sirvió de modelo para la madrastra de Blancanieves y, para perpetuar su eterna rivalidad, algunos han llegado a afirmar que la de Cenicienta tiene algo de Bette Davis pero, contra lo que puede parecer, en la ficción de Hollywood, las madrastras no han dado tanto juego.

Me atrevería a decir que las de Blancanieves y Cenicienta son tan icónicas, que su figura se volvió demasiado tópica para los guionistas. Sólo tienen protagonismo en Cara de ángel (Otto Preminger, 1952), donde Jean Simmons está determinada en matar a la suya; en Stella Dallas (King Vidor, 1937), donde una abnegada y loca por los estampados Barbara Stanwyck se da cuenta que su hija estará mejor con su madrastra; y en la que considero la película definitiva sobre madrastras, Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965), donde tenemos por primera vez un duelo de la madrastra buena (María) con la mala (la baronesa).

El oficio de enfermera es propenso a acabar de madrastra, como ocurre en la ficción en Perdición (Billy Wilder, 1944) o en Blancanieves (Pablo Berger, 2012). También el de princesa consorte, como Camila Parker. Y por supuesto el de gold digger, como Carmen Tyssen o Heather Mills.

Me interesan mucho más las madrastras veladas, como la Sra. Danvers, que más que ama de llaves, es realmente la madrastra de Joan Fontaine en Rebeca (Alfred Hitchcock, 1940); Faye Dunaway haciendo de Joan Crawford en Mommie Dearest (Frank Perry, 1981) haciendo de madrastra de sus propios hijos; Gene Tierney que ejerce de madrastra/cuñada asesina en Que el cielo la juzgue (John M. Stahl, 1945); o la madre impostora de Enredados (Disney, 2010), la última de mis madrastras favoritas.

En resumen, que madre no hay más que una pero, por suerte, madrastras hay de todo tipo y condición. Sólo tienes que elegir cuál quieres ser tú. Yo personalmente me quedo con Angela Channing (de nuevo, Jane Wyman) de madrastra de Richard. Es lo que tiene haberse educado en los ochenta.

2017: tibio y desafecto

Ay, que ya nadie se acuerda de 2017. Aquí va mi resumen: Lo mejor del año  * La frase de "Juego de Tronos": “Maybe it real...