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El efecto más directo de la crisis es que acabas viviendo en negación (in denial). Willy Loman es un experto en eso. El sistema le ha dejado tirado en la cuneta y él no sólo se niega a aceptarlo: su confianza en el sueño americano le lleva a suicidarse al final para que sus hijos cobren el seguro y continúen con esa vida de ficción totalmente alienada que él ha llevado.
Oh, my… no esperaba que Willy Loman me doliera tanto. Pensé que me iba a identificar más con los hijos, pero Biff es demasiado el ojito derecho de papá, y Happy, aunque es un putón, es demasiado hueco. Leo después a Mario Gas: "Cualquier persona que vive una vida de ficción totalmente alienada, a favor de un sistema que cuando ya no le sirve le arroja a la cuneta y encima no sabe qué lugar ocupa, ni sabe reaccionar y tener un compromiso consigo mismo, es hoy un Loman. Los encontramos por todas partes, no sólo a una edad en la que ya no se sirve para el engranaje, sino también en edades intermedias se dan estas deserciones".
Gracias a Dios que mis padres pusieron Cine de Barrio donde pasaban “¿Qué hacemos con los hijos?”, mi película favorita de Paco Martínez Soria. Curiosamente está basada en una obra de teatro homónima de Carlos Llopis, coetáneo de Mihura y Jardiel, aunque considerado un autor menor. A mí hay escenas en la película que me emocionan mucho. Y la madre me gusta mucho más que la Linda de Muerte de un viajante. Así que me repantingué en el sofá y me puse a verla intentando que mi madre no se diera cuenta de que se me empañaban los ojos. In denial...