viernes, 29 de abril de 2011

God save Catalina

Que en Radio 1 de la BBC sea hoy el día “Royal Wedding Disco Music” y pongan “Relight my fire” de Take That es como si en Radio 3 de RNE hubieran dedicado el día de la boda del príncipe y Leti a la música petarda y hubieran puesto “Me colé en una fiesta” de Mecano, entre otras joyas de la corona. Hay pocos países más camp que Good Old Britain.

Acaban de llegar los dos hermanos a la Abadía. Qué guapos, por favor. Me iría con los dos de marcha rá-pi-do.


Y ya que la cosa va hoy de princesas de pueblo, ergo de cenicientas, ergo de trepas, aquí os dejo un vídeo con dos de los últimos grandes parvenues de este país. Me reí viéndolo lo más grande. Hay que estar atento a los pequeños gestos, las miradas... No sé quién está detrás de estos programas, pero tiene una mala leche… Tampoco sé cómo ellos se prestan, pero desde luego este ha sido el mejor:

http://www.canalplus.es/play/video.html?id=959468&media=NP870635&cc=PLTVPR

jueves, 28 de abril de 2011

Cosas que pueden faltar en una cocina (pero no deberían)

1. Azúcar integral

Que no morena. Es más cara, pero se supone que es más sana. La de Azucarera (con ese nombre: azúcar moreno de caña integral) es un poco timo: no hay más que ver cómo oscurece el agua cuando la echas. Ahora los de Azucarera han sacado un Azúcar de caña de agricultura ecológica a 4 euros que ya mañana. Lo mejor es ir a una tienda de dietética de confianza.

2. La termomix

Cocinar a temperatura y con movimiento. Como cantaban Everything But The Girl: the future of the future, aunque yo llevo 10 años esperando que baje de precio y no hay manera…


3. Frutos secos

Por favor, que sean crudos. Lo mejor es tostarlos o freírlos en casa. Yo los frío con un poco de aceite de oliva, los echo en un papel secante y les añado la sal mientras están calientes (importante). No dejes que se quemen porque se siguen friendo incluso después de salir de la sartén. Y se me olvidaba: las semillas también son muy sanas (unas pipas de girasol o de calabaza peladas). Añádelas a las ensaladas.

4. Nata fresca

Mi favorita es la de Casa Mira y, aunque tiene más grasa, la Crème Fraîche de President. Es un poco agria (es para cocinar), así que tienes que endulzarla a tu gusto, pero para las fresas es mucho mejor que las otras típicas de bailarina de striptease.

5. Carne con indicación geográfica protegida

Deja el pollo. El otro día lo hablaba con Carlos, que es vegetariano: el pollo en realidad es cómo lo preparas, porque no tiene realmente un sabor que echar de menos. Con la cantidad de hormonas y pesticidas que llevan las carnes (14 veces más que los vegetales), lo mejor es reducir la ingestión cárnica. Un buen solomillo o entrecot cada dos semanas se disfruta más. O unas chuletitas de cordero. Superfáciles de preparar (a la plancha, la sal añadida después). Un día de estos subiré la receta del Roast Beef de la madre de Núria, con variaciones del tete.


6. Hornilla de fuego

Todavía me acuerdo de la que tenía Pau en Barna… Si vives de alquiler es más complicado, pero lo suyo sería tener una de esas industriales de cuatro fuegos.


7. Y el horno…

Fundamental para los pescados… tampoco tengo. Para cuando me case, jeje

8. Salsas

No tienen ningún trabajo y te salvan de más de un apuro. Yo suelo tener siempre porra antequerana en la nevera, que no sólo te salva un almuerzo (hipermediterráneo: fibra, vitamina y proteína), sino que puedes utilizar para hacer tapas originales (en una rodaja de pan, con una simple anchoa o una sardinilla o un embutido) o simplemente para mojar unos crudités. Pero hacer un humus tampoco no cuesta nada. Y no digamos ya una mayonesa (ya no hago alioli, sólo mayonesa. Luego machaco bien un ajo en un mortero con aceite de oliva y se lo añado a la mayonesa, y queda un alioli buenísimo).

9. Caldos

Es bueno tener siempre un fumet de pescado en el congelador. O el mismo caldo de hacer un puré de patatas y calabacín: no lo tires. Lo guardas y lo puedes usar para añadir a otras sopas, a un conejo en salsa o incluso al arroz. Y un caldito de pollo en el invierno levanta a un muerto…

10. Un teléfono para llamar a tu madre

Yo siempre llamo a la mía para que me refresque alguna receta o me dé algún consejo. No las molestas. A ellas les encanta. La cocina básicamente se puede resumir en dos palabras: temporada y cercanía. Yo nunca sé cuándo es la temporada de cada cosa. Y las madres para eso… Viviendo en una ciudad grande lo de comer local es poco complicado: el campo te pilla lejos, y con la cantidad de timos que hay hoy día en las pescaderías, los transgénicos de las fruterías… Pero hay que intentarlo. Estuve la semana pasada en Málaga y comí mucho fuera y, la verdad, como se como se come en casa… Y no es complicado. Y si estás vago, echa mano de unas latas: hay auténticas pijadas (prometo otro post sobre latas).

viernes, 15 de abril de 2011

Be water, my luv

"Bendije al inventor de los noviazgos. La vida está jalonada de pruebas duras como piedras; una mecánica de fluidos permite, sin embargo, circular por ella. La Biblia, ese soberbio tratado de mora para uso de las piedras, de las rocas y de los menhires, nos enseña admirables y petrificados principios (...). Por el contrario, hay criaturas incapaces de mantener esas actitudes graníticas y que, para avanzar, sólo pueden deslizarse, infiltrarse, dar un rodeo. Cuando te preguntan si quieres o no casarte con fulano, se sugieren noviazgos, nupcias líquidas. Los patriarcas pedregosos ven en ellas a traidores o embusteros, cuando en realidad son sinceros a la manera del agua. Si soy agua, ¿qué sentido tiene decirte que sí, que voy a casarme contigo? Esa sí sería una mentira. El agua no puede retenerse. Sí, te regaré, te prodigaré con mi riqueza, te refrescaré, saciaré tu sed, pero qué sé yo lo que será el curso de mi río, nunca te bañarás dos veces en la misma novia.

(...) Era una respuesta líquida en tanto en cuanto no resolvía nada y posponía el problema para más adelante. Pero ganar tiempo es la gran cuestión de la vida".

Amélie Nothomb (Ni de Eva ni de Adán)

miércoles, 13 de abril de 2011

Hacer un Joan

Pedro Almodóvar apre(he)ndió de las grandes (no sólo de Bibi. Por cierto, fantástica la leyenda de Hepburn y Tracy: cuando se conocieron, ella comentó "Creo que soy demasiado alta para ti", a lo que él contestó "No te preocupes, te reduciré hasta mi tamaño"), como demostró cuando hizo las "paces" con Carmen en los Goya regalándole un trozo del muro de Berlín. Carmen todavía se lamenta veinte años más tarde de que al día siguiente todas las portadas fueron para Pedro, no para ella. A eso se llama hacer un Joan.

Joan Crawford alegó tener un ataque de ansiedad para no ir a la ceremonia de los Oscars de 1946 ("tiene usted delante una mujer creada para la ansiedad", como paraescribía Amanda Gris en La flor...) donde estaba nominada como mejor actriz por "Mildred Pierce" (que ahora remaquean los de HBO con Kate-cara-pechuga-de-pollo-Winslet, ahhhhhhhh). Su hija, aparte de la anécdota de las perchas metálicas, contó en sus memorias, Mommie Dearest, que cuando la llamaron para decirle que había ganado, Joan se curó tan rápido que pudo recibir en la cama esa misma noche su Oscar rodeada de una cohorte de 50 admiradores brindando con champán. La lámpara de la foto a juego con la bata y la colcha son impagables. Por su puesto, la portada de todos los periódicos al día siguiente fue para ella.



No contenta con ello, volvió a hacer otro Joan años más tarde. En los Oscars de 1962, a ella no la nominaron por "Qué fue de Baby Jane", pero sí a Bette Davis, que perdió ante Anne Bancroft por "El milagro de Anna Sullivan". Joan subió a recibir el Oscar en nombre de Bancroft ante la cara de no doy crédito de Bette, remedo de la que ella misma tuvo que poner 12 años antes en "All about Eve" (título que Pedro homenajeó en "Todo sobre mi madre") cuando otra Anne, la Baxter, le robaba el premio en otra ceremonia.



viernes, 8 de abril de 2011

Mascotas

Nos conocimos como Tippi Hedren y Rod Taylor en “Los pájaros”: en una tienda de animales. Me di cuenta de que sobreviviríamos a cualquier ataque de la naturaleza cuando me cedió el paso en la puerta, tanto que luego tuve que corresponder cediéndole yo el turno porque me sentía culpable de que me atendieran primero, cuando él había llegado claramente antes. Mentiría si dijera que no era mi primera vez en una tienda de animales. Últimamente me sentía más solo que de costumbre y no sé qué estúpida cadena de razonamientos me había llevado a pensar que unos peces tropicales podían ser la solución, sólo que entre ellos estaba la imagen de un pez que se convertía en anfibio en una serie evolucionista de dibujos animados que me marcó en la infancia, la idea de que cuidar de un pez es lo más parecido a regar una planta y, me temo que anulando todo lo anterior, la certeza inconfesable de que lo que en realidad me gustaban eran las peceras, no los peces, y que mi soledad no tenía ya remedio, sólo sentido. Por supuesto, no aceptó.

Le expliqué a la dependienta que los peces eran para mi hermana pequeña, que cumplía años al día siguiente, e instantáneamente comprendí que el homenaje a Hitchcock era la peor mentira de la que podía haber echado mano. Una hermana no es algo que puedas ocultar en una relación. Se hizo un silencio incómodo cuando la señora fue a buscarlos, que desgraciadamente no se volvió más mullido cuando dije “No hacía tanta calor desde la Semana Trágica”. Él me refrescó con esa sonrisa que tienen algunos hombres que parece que están solos delante del espejo cuando sonríen. E insistí: “Ayer me quedé dormido en la playa. Por eso me he quemado la cara”.

Salí casi corriendo de la tienda con una bolsa llena de agua donde malnadaban tres peces de colores y no me di cuenta de la sonrisa –reflejo de la suya: los amantes se acaban pareciendo con los años- que debía llevar estampada en la cara hasta que un niño pequeño que iba de la mano de su madre me sacó la lengua.

Dos días más tarde nos cruzamos por la calle. Llevaba las mismas bermudas dos tallas más grandes, que le caían dejando entrever los calzoncillos cuando se le movía la camiseta, e iba paseando a su perro. Era un perro feo con cara de asesino, pero me pareció el más bonito del mundo. Me reconoció y me saludó alzando la mano que tenía libre. Hice lo propio al tiempo que se me ocurrió comprarle una correa para el perro. Lo pensé antes de que se me acercara y habláramos de mi cara, menos roja, y de Pep, por Pep Guardiola, al que le encantaba morderse la correa y lamerme los zapatos. Me contó que estaba enamorado del barrio desde que leyó “La catedral del mar” y, bajando la mirada a sus gemelos, pensé que, afortunadamente, no se puede tener todo en esta vida.

Cuando volví a la tienda a comprar la correa para Pep, el aire enrarecido y maloliente del local me dio una bofetada que casi me tira al suelo. Tuvo que pasar un buen rato hasta que empecé a reconocer que me encontraba en el mismo establecimiento que hacía dos días. Resulta curiosa la capacidad de un flechazo para obturar las fosas nasales. La dependienta me miró con cara de cómplice cuando le pedí la correa roja que tenía expuesta en la vitrina del mostrador, como si no fuera la primera vez que alguien hacía lo que yo estaba haciendo, así que desistí de pedirle que me la envolviera para regalo para no levantar más sospechas que el inevitable rubor de mi cara, imperceptible con el bronceado, y paré de vuelta a casa en un chino a comprar un papel de regalo ecológico.

Las semanas que siguieron fueron las típicas escenas de desencuentros de las películas, en las que si salía a dar una vuelta con el paquete en la mochila no me lo encontraba, y sí lo hacía si bajaba al mercado a hacer la compra o me pillaba volviendo del gimnasio o de la playa; un verano extraño en el que me sentí menos solo, no sé si por la compañía de los peces o la expectación del encuentro o las conversaciones banales que mantuvimos.

Cuando por fin llegó el día, la idea de regalarle la correa dejó de parecerme tan buena. Es lo malo de las ideas, que una vez se te ocurren, es imposible borrarlas. Puedes desecharlas, pero eso es lo mismo que aceptar que te has equivocado, que no tienes talento o que simplemente deberías dedicarte a otra cosa. Estaba sentado solo en una terraza, sin Pep, tomando una cerveza. Llevaba las bermudas de siempre y una camiseta que decía “Who the fuck is Mick Jagger”. A medida que me acercaba, la mochila (o quizás la vergüenza) empezó a pesarme más y más, tanto que para cuando llegué parecía que llevaba veinte correas en vez de una. Empezamos a hablar de cualquier cosa. Alguna tontería tuve que decir porque se le dibujó en la cara una sonrisa que deberían utilizar en los aeropuertos para desactivar bombas. Empecé a descolgarme la mochila cuando por fin me di cuenta de que no era yo el terrorista a quien iba dirigida la sonrisa. Una rubia con pinta de guiri acababa de salir del bar y se acercaba con paso decidido a nuestra mesa. Me la presentó. Era su novia y, ahora que lo pienso, se daba un aire a Tippi Hedren. Volví a colgarme la mochila que, de pronto, no pesaba nada, y, aferrándome a la extraña sensación de alivio que me producía el asa, les expliqué que tenía que irme porque había quedado con mi hermana. De vuelta a casa, me dije que no puede ser que mi hermana no sepa quién es Mick Jagger. Ya sé qué regalarle para su próximo cumpleaños.

martes, 5 de abril de 2011

Cosas que no pueden faltar en una cocina

1. Molinillo de pimienta.

Puede parecer una obviedad, pero os sorprendería comprobar cuántas casas no lo tienen. Da igual que sea eléctrico, manual o comprado directamente con molinillo incorporado. Personalmente lo único que le pido es que muela fina la pimienta y que no me deje la muñeca como si acabara de montar un armario de IKEA.

2. Cuchillo molón

Lo vi el otro día y no me pude resistir. Es de la marca Kuhn Rikon y viene con la hoja en el mismo color fosforito que el mando. Cortan de maravilla. Orfebrería suiza por menos de 10€.


3. Aceite de oliva Hojiblanca

A mí me gusta mucho ir a una cooperativa de aceite que hay al final de Hortaleza, pero de todos los aceites que he probado (La Laguna, de Fuente de Piedra, es uno de mis favoritos), este es el que tiene la mejor RCP a poco más de 3€.

4. Langostinos Grand Krust

Son los únicos langostinos congelados que puedes hacer a la plancha y chupar las cabezas con gusto. En el Corte sólo los traen en navidad, a 12 €. Yo antes me avituallaba para varios meses. Ahora estoy en busca de otras tiendas donde los tengan. En el Dia he descubierto que los tienen pelados, a 6€, que no están nada mal para añadir de guarnición.



5. Pan negro

No es por la peli, pero estoy harto de los panes de masa congelada de todas las panaderías que al día siguiente estántan duros como una piedra. Un pan debe durar varios días sin perder textura ni sabor. Busca una panadería que trabaje con masa auténtica (la del Corte no). La barra te costará 3 € mínimo, pero vale la pena. Al segundo día puedes hacerte unos sandwiches, al tercero tostarlo un poco y hacerte unas tostas, y al cuarto lo fríes y te haces unos coscurros. Puedes elegir de centeno, de cereales, etc. Yo ya sólo compro pan blanco para el salmorejo y otras salsas, a ser posible de harina de Candeal.


6. Ollas Le Creuset

Valen una pasta, pero en la cocina hay que darse un capricho de vez en cuando, que bastantes horas pasas en ella. En estas ollas todo sabe mejor. Eso sí, pesan que ni el puchero de Obélix.


7. Bol de soltero

Hay que tener un bol de soltero, aunque estés casado. Te permite volver a ese estado de intimidad y autosuficiencia que todos necesitamos. El mío tiene asa.



8. Taquitos de jamón serrano

No es por hacerle publi al Corte, pero ellos utilizan despieces de todos los jamones que tienen, buenos y malos, y los venden cortados a 11€/K, que está muy bien.

9. Lechuga fresca

Las lechugas en bolsa están asfixiadas. Ahora que se ha puesto de moda en Hollywood comer crudo y local, intenta ir más al mercado, huele la verdura, tócala. Es sexy y tiene un punto guarro.

10. Huevos ecológicos

Si no tienes una granja cerca, compra por lo menos huevos ecológicos. Valen el doble, pero tienen sabor. Que NADIE compre huevos en los chinos.

11. Queso Grana Padano

El hermano pobre del Parmesano, intenso y ligeramente picante.

12. Tomates

En rama, de pera, verdes, kumatos, cherry, en lata, deshidratados… hay que tener de todos y mezclarlos.

Instead of spring, it's always winter

And my heart has always been a lonely hunter...

2017: tibio y desafecto

Ay, que ya nadie se acuerda de 2017. Aquí va mi resumen: Lo mejor del año  * La frase de "Juego de Tronos": “Maybe it real...