lunes, 23 de junio de 2008

La maldición de Gaudí

“Vicky Cristina Barcelona”, el título me encanta, así, sin comas, como también me encantan, sin comas, “El alba la tarde o la noche” de Yasmina Reza o “La vida instrucciones de uso” de Georges Perec.



La crítica dijo en Cannes que es una buena comedia, que te ríes, aunque el argumento suena un poco simplón: un ligón de museos (Bardem) se dedica a pasear americanas por sitios turísticos hasta que llega su antigua mujer (Pe) y le monta un contigo ni sin ti. El trailer, con la música de Giulia y los Tellarini al principio, no promete mucho, la verdad: mucho vino, mucho fumigueo (Pe), mucho morreo, y poco más. El poster Woody dice que no le gusta porque su peli no va sobre tríos, que él no quiere ese tipo de carnaza. No sé cómo llamará él al morreo bollo entre Scarlett y Pe.

El estreno en EE.UU. es en agosto. Aquí será el 19 de septiembre. A ver si consigue superar la maldición de la postal de Gaudí en que se han convertido todos los intentos de pasar al celuloide la ciudad condal llegados from the land of plenty: Barcelona, de Whit Stillman, o Gaudi Afternoon, de Susan Seidelman.

sábado, 21 de junio de 2008

Madrid en Nueva York

- ¿Por qué dejamos de tomarlos?
- Porque todo el mundo empezó a hacerlo.


Ayer quedé con los Llamas Tonizzo en la Plaza de los Cubos, donde Antonio se despide de Eusebio en la Ley del deseo antes de irse de vacaciones, para ir al estreno de Sexo en Nueva York: modelazos, cosmopolitans, tonteo con el camarero, con todo, de todo y de todo.

La entrada del cine estaba llena de gayers de todas las edades, veinteañeras con su mejor amigo y grupos de treintañeras. Un público entregado que no paró de gritar y reírse en toda la película. Hacía años que no veía un público así de enfervorecido, desde las películas de Parchís.

I couldn’t help but wonder… ¿a qué se debe tamaña fiebre? El enganche a la serie se ha producido en España de forma silenciosa, en parte debido a la extraña programación a que se ha visto sometida en cadenas privadas, generalistas y femeninas, en parte debido al fenómeno de la venta de deuvedés que ha sido escalonada aunque, a la vista del éxito en taquilla de la película, bastante cuantiosa.

En Madrid, además, a la que le encanta mirarse en N.Y. (a pesar de la pequeña diferencia de 18 millones de habitantes que tienen), los fans de la serie sienten que el ocio capitalino moderno es comparable al de la gran manzana. Los suplementos de los periódicos de las dos últimas semanas se dedicaban a enumerar los sitios más N.Y. de Madrid. El último: “Mi calle de Nueva York”, un manicure spa que han abierto en el barrio de Salamanca donde, además de quitarte los callos, puedes comprar artículos procedentes del MOMA y celebrar tu cumpleaños. ¿Se puede ser más chic? (pronúnciese con toda la ironía y afrancesamiento del mundo).

Pero volviendo a la película: ¿qué tienen cuatro fashionistas de N.Y. para provocar una comunión y un éxtasis de gays y mujeres sólo comparable al que mañana sufrirán los futboleros de este país? ¿por qué gritan cuando ven un bolso de Vuitton? ¿por qué son tan divertidos los chistes sobre el botox?

No seré yo quien dé la respuesta.

(Cuidado, spoilers). Los críticos han puesto tan mal la película que todos esperábamos lo peor y salimos encantados. Tiene escenas magníficas, como la del revival de los ochenta, escenas que parecen sacadas de la serie, como cuando Charlotte traga agua en México, escenas high couture, como el reportaje de novia para Vogue. Todo el mundo sale del cine diciendo que lo mejor es Samantha, supongo que porque es la única cínica del grupo (sus comentarios sobre lo atrofiadas que tiene las piernas en L.A., lo poco que le gusta un matrimonio, los problemas con su propia pareja…), cosa extraña porque el público era todo menos cínico. Personalmente me quedo con Charlotte que, además de gran comedianta, tiene los mejores gritos de la película.

El guión tiene sus fallos (la espantada de Big, la adición de la personal assistant por corrección política con la comunidad afroamericana, que Carrie descubra con dos años de retraso que se pueden alquilar los bolsos, que Samantha no folle), aunque los que estábamos allí sabíamos que no habíamos ido a ver la candidata al mejor guión de la Academia. Es una película que hay que ver desde el punto de vista del fenómeno fans.

Yo que también fui fans de la serie eché de menos escenas como la de la reunión del final de la segunda o tercera temporada, cuando en el Plaza se ponen a hablar de Tal como éramos (en la película, Carrie apaga con muy mala follá el dvd de Meet me in St. Louis). O la de “I’m a girl who’s looking for love, real love, ridiculous love, inconvinient, consuming, can’t-live-without-each-other love” de la última temporada.

En la película Carrie no está buscando amor, está buscando un armario, y no seré yo quien se lo reproche.

PD: aquí os incluyo un test para ver a cuál de las cuatro os parecéis. Yo no hace falta que diga quién me ha salido:

http://www.enfemenino.com/mag/psico/d3992.html





jueves, 19 de junio de 2008

Abajo la vida moderna

Así brindaban en “El último caballo”, de Edgar Neville, un bombero, un chupatintas (Fernando Fernán Gómez otra vez) y una florista, todo un alegato contra el Madrid moderno de los cincuenta, absolutamente trasladable a hoy día, cambiando las cuadras por los párkings.

También estuve viendo “Ricas y famosas”, de George Cukor. Qué película tan moderna. La escena cuando Jacqueline Bisset se acuesta con el playboy de dieciocho años es antológica. Le da fuerzas para enfrentarse a otra cama, la del reportero del Rolling Stone de veintidós años, al que más tarde recita a T.S. Elliot: “Cuando seas viejo, tengas el pelo gris y des cabezadas junto al fuego, podrás coger ese libro y leerlo despacio”. En Nueva York, los protagonistas de la película se personifican en tres hoteles:

1) el Algonquin, donde se aloja Jacqueline, la escritora seria, es un hotel de prestigiosa clientela histórica femenina, con Gertrude Stein, Simone de Beauvoir, entre otras, y el lugar de encuentro del grupo literario de la Mesa Redonda en los años 20, con Dorothy Parker a la cabeza.

2) el Chelsea, donde se aloja el reportero del Stone, y anteriormente toda la generación Beat, además de Janis Joplin (a la que Leonard Cohen dedicó su canción Chelsea Hotel: we are ugly, but we have the music), Henri Cartier-Bresson, Tennessee Williams, era el hotel de los “asesinatos, suicidios y sobredosis” según Burroughs.

3) el Waldorf Astoria, donde se aloja la escritora de best-sellers, Candice Bergen, y protagoniza la famosa escena del piano (con la que me compararon un día), es el hotel aristocrático por excelencia, con Cole Porter, Ella Fitzgerald, la reina Isabel II de Inglaterra, Eisenhower y Carlos Gardel, entre su clientela ilustre.

Tres lugares emblemáticos para brindar por la caída de la vida moderna.

Y por último, un vídeo que descubrí en VIVA (el canal de vídeos que veo cuando hago bicicleta), pre-Orgullo total, digamos que es en lo que van a acabar convirtiéndose los gays si sigue la tendencia que observo desde mi ventana.






miércoles, 18 de junio de 2008

En

En un documental de Canal +, “Lencería femenina. El mundo de Millás”, se repiten los tópicos más manidos sobre el fetichismo de la ropa interior de mujer y se habla de la ropa interior de hombre como de ortopedia. Juanjo, cariño, la idolatría por la ropa interior femenina viene de la represión (hetero), mientras que la idolatría por la masculina viene de todo lo contrario, de la liberación (gay).

En “La silla de Fernando” de David Trueba, lo mejor es cuando F.F.G. confiesa que nunca le ha atraído una mujer por su inteligencia. Que por su capacidad intelectual podría contratarla para que le dé clases de Filosofía medieval, pero que una mujer le atrae por su belleza. Superafavor. El tufillo machista viene de que antes ha dicho que no ha podido nunca tener amistad con una mujer.

En el 19 Sushi Bar de Álex Moranda, le preguntamos a un camarero si la salsa “muy picante” del tartar de atún pica y dice con ese acento de moderna de Madrid “mucho, pero mola”.

En hits de hoy, de ayer y de siempre: Situation, de Yazoo con Hercules and the Love Affair; Love… thy will be done, de Martika; Dame limosna de amores, de Lola Flores.






martes, 17 de junio de 2008

Después de mí, el diluvio

Reflexión en la sala pequeña del teatro Valle Inclán sobre el oficio de traductor e intérprete en el best-case scenario, aquel donde no traiciona y es absolutamente fiel al original. Vicky Peña interpreta a una intérprete (sin redundancia) en el Congo que se va transmutando a medida que avanza el texto en el campesino al que está interpretando. El texto es de Lluïsa Cunillé. Para mi gusto tiene algunos fallos. El campesino quiere regalarle su hijo de 18 años a un hombre de negocios europeo para que aprenda de él, para lo cual se pasa un buen rato contándole a través de la intérprete (convertido en ella, como cuando Patrick Swayze se mete en el cuerpo de Whoopi Goldberg en Ghost) las virtudes y vicisitudes de la vida del hijo. Al final, cuando por fin convence al otro (spoiler para los que quieran verla), resulta que el hijo no existe, que se ha inventado toda una vida de penurias de un hijo que murió de malaria a los 3 años para que el hombre de negocios recuerde al hijo. Yo, que siempre he creído en los amigos imaginarios, sé que cuando se confirma eso, que son imaginarios, dejan de existir. Por lo tanto, si el hombre quiere dejar constancia de que no quiere ser el único que recuerde a su hijo, se lo cuenta al público, pero no al hombre de negocios, porque de esa tarde, a éste, sólo le quedará el recuerdo de un hombre desesperado por el recuerdo de un hijo.

Sobre las relaciones del primer y el tercer mundo, y sobre la transparencia y la vacuidad de un oficio, el de traductor e intérprete, que hace de médium indolente, divorciada (Après moi, le déleuge, le dijo su marido cuando la dejó), retirada en un hotel de Kinshasa del que no recuerda cuándo salió por última vez, todas las tardes tomando el sol by the pool.

Lluïsa, cariño, en África, donde la cultura se ha transmitido siempre de forma oral, se dice que cuando muere un anciano es como si quemaran una biblioteca. En Europa, cuando muere un traductor e intérprete, es como si quemaran un mal diccionario.

Me pasa como a Amanda Gris en La Flor de Mi Secreto, que intento que este blog me salga rosa, pero me acaba quedando negro.




viernes, 13 de junio de 2008

Spinsters of the world, unite and take over

“Llevo toda la vida saliendo demasiado tarde de las fiestas porque nunca he sabido qué hora es la correcta para retirarse”.

Por las tardes bajo a la terraza de la plaza con la misma disposición que Katherine Hepburn iba a la Plaza San Marcos de Venecia a pedirse un café en “Locuras de verano (Summertime, 1955)”. Hay que ver la película para entenderlo. Aunque mi historia tiene tintes de acabar más como la de “Calle Mayor” de Bardem que como la de Katherine, que acaba justo con esta cita.

FYI (que se dice mucho en Ugly Betty, deletreado, así: ef, uai, ai, y que significa For Your Information), spinster viene de las antiguas hilanderas o spinners.

A las spinsters nos gusta mucho Betty, saltarnos la cena y hacer pitty talking.

Leo sobre el Pullitzer de Junot Díaz y tuerzo la boca como Miranda Priestly. Cómo es que a este señor le alaban tanto que utilice palabras en español en su inglés y lo contrario está tan mal visto.

No sé si spinster o no, Charlotte Rampling dice en “Hacia el sur”: Soy adicta al sexo. O al amor. Ya no recuerdo a cuál.

Yo tampoco.

PD: ayer en el gimnasio descubrí en la MTV (el canal de vídeo que veo cuando hago elíptica) un vídeo donde sale esa barcelona amable a la par que elegante.




martes, 10 de junio de 2008

Plagio, carnaza y mucho esparadrapo II

Plan diabólico (Seconds, 1966) de John Frankenheimer. Nominada a la Palma de Oro en Cannes (junto a Alfie y Doctor Zhivago, aunque al final ganó Un hombre y una mujer, que no he visto pero dicen que es un bodrio) y al Oscar a la Mejor Fotografía (que ganó Quién teme a Virginia Wolf, también en B/N). Con guión de Lewis John Carlino, que firmó también La Zorra (una de las primeras películas sobre lesbianas) y Fríamente... sin motivos personales (con Charles Bronson, que en el guión original tenía una relación homosexual con su aprendiz), y que como director hizo Class, Carlino, me refiero.



Unos títulos de crédito magníficos (como era de esperar) de Saul Bass. Y un argumento que cuando lo leí en la revista me recordaba a algo... se parece sospechosamente a la novela "El cuerpo" de Hanif Kureishi, 2002. Bueno, todo el principio es un plagio descarnado. En vez de suplantar cuerpos como en la novela, en la película se limitan a hacer una operación estética y tonificación muscular (sic). Pero incluso la fiesta en la que descubre que todos son "renacidos" sale en la novela. Y la visita a su mujer, que cree que ha muerto. Y el amigo que lo capta. Precisamente lo que más me gustó de la novela (que se limita a cambiar el oficio de banquero por el de escritor. Such novelty!!) fue el principio. Hanif, Hanif, Hanif...

En cuanto a Frankenheimer, qué maestro. Con "reminiscencias" a su gran clásico, El mensajero del miedo, por lo de suplantación de personalidad y la conspiración del gobiero o La Compañía (en ésta). Qué pena que este hombre no hiciera una gran película sobre travestismo (una travesti que se opera y luego se arrepiente y quiere recuperar su polla, en plan Un año con trece lunas meets Con la muerte en los talones). Aunque ésta da mucho juego con el closet de Hudson cuando se muda a California a llevar una vida que no es la suya como pintor.

Con una escena totalmente hippy en la fiesta de la vendimia, donde todos acaban desnudos prensando la uva en una bacanal. Y esa cocktail party donde Hudson coge una de las mayores cogorzas de la historia del cine. Hollywood y el LSD.

Fue un fracaso comercial. Cómo no. Pero sin duda es la interpretación más lograda de un Hudson ya granadito que a partir de entonces inició su declive.

Antiochus "Tony" Wilson se convierte en la metáfora de los sueños que nunca llegamos a realizar, de esa otra vida que nos hubiera gustado llevar, de la capacidad de reinventarse tan del siglo XXI, del empezar de cero, de si realmente la vida que llevamos cuenta para algo.

Dos temas que se repiten en el cine. El de suplantación de personalidad: Vértigo (Hitchcock), Tootsie (Sydney Pollack), Buscando a Susan desesperadamente (Susan Seidelman), Abre los ojos (Alejandro Amenábar). Y el de la libertad y el destino: La vida en un hilo (Edgar Neville), La doble vida de Verónica y El tren de la vida (las dos de Kieslowsky), Dos vidas en un instante (Howitt), Melinda y Melinda (Woody Allen).

Film de culto absolutamente recomendable

sábado, 7 de junio de 2008

Plagio, carnaza y mucho esparadrapo

“Mis pequeños robos no son meros homenajes a sus realizadores: me apropio de sus obras en beneficio de la historia que quiero contar” Pedro Almodóvar

He estado buscando un artículo que escribí hace tiempo sobre los plagios de Pedro, pero no lo encuentro. A lo mejor no lo escribí nunca. Recuerdo algunos: inconfesos (el sueño de Pepa en Mujeres… aparece en ¿Qué tal Pussycat?), confesos (los que él llama sus pequeños robos, como el de Opening night), inventados (el homenaje al baile de Antonio Gades en los Tarantos con la manguera de La ley… que no lo veo para nada), en fin, no tengo la cabeza para hacer memoria, así que seguiré buscándolo.

Todo esto viene al trapo de El asesino poeta (Lured, 1947) de Douglas Sirk. Woody Allen se inspiró, homenajeó y robó esta película de cine noir para el guión de Scoop. En la primera, una bailarina americana se mete a policía para descubrir al asesino poeta y se acaba enamorando del sospechoso, un soltero rico londinense. Cambió la profesión de policía (la gran Lucille Ball) por la de periodista, los poemas por el tarot, y cambió el final haciendo que el novio fuera malo, lo cual creo que está mejor en la antigua, porque un hombre como Hugh Jackman no necesita matar mujeres para poseerlas, como no lo necesitaba George Sanders, que está estupendo y borda el papel de sospechoso de asesinato. Hugh fue un caso grave de miscasting en la peli de Woody. A ver Bardem en Vicky Cristina Barcelona.

Por cierto que mi WebMaster ha cambiado la configuración para que añada comentarios el que bien quiera. Thx, Jose.

Ah, y el nuevo vídeo de Madonna, que no está tan mal como decían en la blogosfera, un poco parecido al de las proyecciones de Kylie y a la estética sesentona de Leopoldo Pomés que decora las paredes del Flash Flash, pero bueno, no diría plagio.

jueves, 5 de junio de 2008

K

Salió con un vestido largo púrpura de Gaultier un poco pasado de moda que le sentaba como a Terelu. Y esos dos conceptos definieron el resto del concierto: pasado de moda y Terelúrico. Me gustaron: In your eyes, porque adoro esa canción; Your disco needs you, aunque la hubiera preferido en los bises; Slow, que es donde mejor se movió, porque ella sólo sabe moverse cuando lo hace despacio. Fallaron: Can’t get you out of my head, demasiado pronto, demasiado vale-por-sí-sola; Spinning around, más setentona, pero le faltaba oficio; una versión de Copacabana… ejem, ejem.

El resto: tufillos a Madonna y Gwen en estética, proyecciones y coreografías; una peluca horrorosa con la que abrió la segunda parte vestida de geisha y con la que parecía Bárbara Rey; unos discursos horrorosos; y Jon Kortajarena corriendo emocionado por las escaleras antes de que empezara el concierto... ejem, ejem.

Lo más original de la escenografía es cuando sale cantando Like a drug subida en una calavera gigante de falsos cristales de Svarovsky inspirada en la que hizo Damien Hirst con diamantes, valorada en 72M €... ejem, ejem.

Reflexión durante el concierto: puberty is a phase; 7 months of rejection is a lifestyle... ejem, ejem.



martes, 3 de junio de 2008

S-PAIN

S-pain, así se iba a llamar en principio este blog. Pero mi Webmaster, Jose Ignacio, me dijo que el nombre ya estaba registrado por una chica catalana antitaurina con un gusto musical un poco raro.

S-pain para mí tenía más el sentido de España, camisa blanca de mi esperanza, bueno, más bien, España, camiseta blanca de mi esperanza que me hace mollas. No, en serio, se me ocurrió viendo en la MTV a un rapero con una camiseta que decía X-pain y pensé en hacerme una que dijera S-pain para cuando fuera a New Yol, en plan: soy español, pero me duele, pero al mismo tiempo me encanta que me duela y que se note. Pensándolo bien, creo que salí ganando, o ahora tendrías un toro de Osborne en la bañera hablando por teléfono.

Hablando de toros, ayer vi el programa de Sanchez Dragó (¿me estaré enganchando? ¿tendrá algo que ver que su voz se parezca, según dicen Núria y Annabel, a la de mi tío Jota?), que estaba dedicado a José Tomás. Es verdad que este mes han salido un par de libros dedicados al diestro, pero para Dragó no era más que la excusa para hablar de toros en vez de libros. Qué arte.

Madrid es muy taurina. Lo notas cuando paseas por Huertas, los Austrias, incluso en Chamberí. Yo ir a los toros lo veo muy Sexo en Nueva York, lo cual supongo que ofenderá a taurinos y antitaurinos. Por esa regla de tres, debería ser de Javier Conde, con su capote blanco, su Estrella y su Málaga. Pero creo que prefiero a Cayetano, Morante y Manzanares. Que por cierto, torean mañana en la corrida de Beneficiencia en las Ventas, con la asistencia del Rey. España, camiseta blanca de tirantas.

Bueno, a lo que iba, que gracias a Dragó aprendí a diferenciar entre Tomasistas y Tomistas; que las conversaciones entre aficionados me encantan (ya presencié alguna en La Sal, la marisquería que tiene Conde en la Malagueta), sobre todo cuando hablan las mujeres; que torear bien no es arrimarse, que si torear con el pico, que si el temple … en fin, que en Internet las entradas de Tomás van ya por los 2000€ y el otro día en Córdoba cuando le volvieron a revolcar a más de un reventa le da un síncope.

domingo, 1 de junio de 2008

Incendies

“Somos casas habitadas por un inquilino del que no sabemos nada. El enlucido de nuestras fachadas es muy bonito, pero ¿quién es ese loco presa del insomnio que, en el interior, pasa las horas dando vueltas, apagando y encendiendo las luces?”

Bueno, bueno, bueno. Cómo ha estado, cómo ha estado, cómo ha estado. La obra: Incendies. El autor: Wajdi Mouawad, libanés de origen, francés de formación, montrealés de adopción. El resultado: la piel de gallina.

« Il faut toujours se tenir la tête dans les etoiles »

Lo anunciaron en El País el viernes: puro teatro. Y no exageraba. Y poesía. Y política. Y dolor, mucho dolor. Tanto como para enmudecer. La puesta, espectacular. Los actores, maravillosos. Con ese final, con todos sentados en el banco del parque protegiéndose de la lluvia con un plástico. En silencio.

Salí tiritando y me encontré en la plaza de Santa Ana, con el hotel Me Madrid iluminado en mauve, un violín tocaba Somewhere de Sondheim, las familias se subían por turnos a la estatua de García Lorca para hacerse fotos abrazados al poeta, los turistas no parecían turistas y en mi cabeza se repetía la frase con la que la madre de la historia sale de su silencio después de cinco años: « Maintenant que nous sommes ensemble, ça va mieux ».

2017: tibio y desafecto

Ay, que ya nadie se acuerda de 2017. Aquí va mi resumen: Lo mejor del año  * La frase de "Juego de Tronos": “Maybe it real...