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Por eso, empiezan hoy los cuarenta días de penitencia y reflexión antes de la Pascua. Me encanta la tríada pecado-arrempentimiento-perdón. Y la penitencia: el ayuno, la abstinencia, la austeridad, la solidaridad, la plegaria, la moderación del lujo y de la bedida. Bueno, de la bebida no, aunque prometo rigor, pero cuesta cuando como bien dice la vecina vives en un pandemonio inacabable.
La carne sí se que ha acabado. Cuarenta días de meditación y recogimiento con el objetivo de prepararte para tener el corazón libre para amar.
Sólo queda el consuelo de buñuelos, roscos, torrijas y miel sobre hojuelas.
2 comentarios:
Hoy, a raíz de estar escuchando La Pasión según San Mateo, de Bach, he estado pensando en la Cuaresma. Qué casualidad. Cada día me estoy volviendo más religioso... Me uno a tus propósitos. Ay, las torrijas. Qué ricas...
me parece cusioso leer esto.
Siempre pense que eras una descarriada
no dispuesta a ser reconducida por el buen camino,pero ya no sé que pensar.Vivimos tiempos raros.
:)
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