martes, 30 de abril de 2013

Un globo, dos globos, tres globos

Últimamente no me cunde nada: traduzco a trompicones, tengo la casa un poco vividora (que cojo el mocho lo justo, básicamente), las tarjetas bloqueadas, la colada en suspenso y las lecturas que me miran con el desdén de un hipster estreñido. Yo me digo que todo se debe a esta anomia que me ha invadido, que me ha revelado “la innata precariedad de todos los mundos sociales”, que dice Peter Berger. Es lo que tiene la resaca del funambulismo, supongo.


Aunque mi lado bueno para la cámara sospecha que lo que tengo que hacer es dejar la filosofía, porque voy muy lento leyendo y esa ralentización contagia a todo lo demás. Con lo positivista que he sido toda mi vida, ¿a quién se le ocurre pretender convertir la nostalgia en esperanza (en la foto, El naufragio de la esperanza, de C. D. Friedrich)?

Así que, para compensar este ennui de vivre, me he puesto a hacer la dieta pibón. Ya sé que es un nombre ridículo, yo la hubiera traducido como la dieta ¡Oh, cielos!, que es un título muy madrileño, más fiel al original (la dieta Oh my god!) y donde han puesto el grito todos los dietistas profesionales del mundo, o la dieta ¡Venga hasta luego!, si la cosa va de tomarse libertades. Pero bueno, que me voy por los cerros de la traducción, como decía, me he puesto en plena willing suspension of disbelief (en palabras de mi querido Coleridge) y aquí me tenéis, sin desayunar, tomando baños fríos e hinchando globos en noches alternas para fortalecer los abdominales. Las posibilidades de triunfar son tan nimias como las de la filosofía, pero la ganancia es tan grande que, como diría Pascal, la cosa compensa.

No sé si son los efectos de la dieta, pero el otro día tuve una revelación frívolo-filosófica en la pista de baile, mientras me volvía loca con una sesión de las High Heels, mis dj favoritas del momento: la vida es un mushup del Dancing on my own de Robyn y el I wanna dance with somebody de Whitney Houston. Acto seguido, me fui al baño a vomitar. A ver cómo acaba todo esto.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé a qui se li acut voler convertir la nostàlgia en esperança, però si el localitzes li'n compro la patent... I si a sobre sap convertir la nostàlgia del que no ha estat mai en esperança, recupero la fe catòlica dels vuit anys i en demano la beatificació.

PS: prova amb la dieta de la sonda, diuen que és la preferida entre les brides-(eternally)to-be com natres

A de V

Unknown dijo...

Per cert, que trobo molt fort que no s'hagi traduït el llibre al català. La mà negra de la Doctora Folch? Les catalanes, com les franceses, no engreixen? Com es diu pibón en català?

Anónimo dijo...

Doncs no sé... Tiabona, potser. És que la normalització no ha arribat a les dietes. I suposo que la gent vol aprimar-se en castellà que és més internacional... I sí, crec fermament que les catalanes no engreixen, tret de si tens metabolisme filosòfic i murcià, :)...

A de V

Dreyfus dijo...

Inflando globos ho trobo molt fort!!!

Anónimo dijo...

Qué "mushupvilla" de mezcla, dear. Espero que dure hasta la Paloma.

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