lunes, 29 de septiembre de 2008

Receloso

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;


jueves, 25 de septiembre de 2008

He visto a Beyoncé en el Burger King...

y estaba comiendo... eso es lo que dice la canción más divertida del año.

(Me encanta cuando dice lo de SHE WAS WHAT? OH)



Cazwell es una moderna de N.Y., amiga de Amanda Lepore, que sale en su primer vídeo (All over your face), pero este es el de la fiesta de su cumpleaños, con 150 whoppers.




miércoles, 24 de septiembre de 2008

American Pie

Hoy me levanté con esta canción en la cabeza...




Vicky Cristina Barcelona

Antes de ver la película pensé: intelectualmente nula, penélope divina, barcelona tópica... Woody se ríe de los estereotipos mediterráneos y americanos a la vez...

Al verla, te das cuenta de que esta película es mucho más, es todo un reto al asunto de la barrera lingüística. La barrera lingüística es un tema que siempre me ha fascinado. Por ejemplo, por qué la canción “Waiting for tonight” de Jennifer López me gusta mucho más que “Una noche más” de Jennifer López. Por qué una película parece mucho más interesante cuando la ves en V.O. que cuando la ves en original, aparte de por la interpretación, por los propios diálogos. Por no hablar de las malas traducciones literarias.

Por qué se pierde tanto en la traducción y se gana tanto con esa barrera.

Pero esta película no se salva ni con la barrera, o quizás sea una víctima más de esa barrera.

Para empezar está el tema de los guiris. Los guiris siempre se han ridiculizado en nuestro país, siempre parecen tontos. La primera media hora de la película da fe de ello. ¿Por qué el papel de Scarlett Johansson no se parece nada al que interpretó en Match Point, cuando es una chica en paro, que no sabe qué hacer con su vida, a la que le mola el chulo de turno?

Es cierto que el chulo en este caso es mucho más plano que el que interpretaba Jonathan Rhys Meyer. No es sólo que Bardem no sea santo de mi devoción, es que parece que tampoco lo es de Woody, que le ha dado un papel como para estrellarse en avioneta. Su forma de abordar a las dos chicas en el restaurante lo descalifica para el resto de la película.

Pero, ¿por qué salen tantos turistas en Barcelona y cuando rueda en Nueva York no sale ninguno, y eso que en N.Y. hay muchos más turistas que en Barna? Parece que Woody quiere vengarse, no sólo de Bardem, sino de Barcelona, y convertirla en esa postal de dragón de Parc Güell, en esa ciudad que el Ajuntament se esfuerza en vender no ya como la millor botiga del món, que es muy noventa, sino como la millor ciutat sostenible del món (dientes, dientes, que es lo que duele), aunque luego sus habitantes no hagan más que quejarse de ese parque temático-set de película en el que se ha convertido su ciudad.

En cuanto a Penélope, qué decir. Que es lo mejor de la película, lo cual no es mucho, porque es su típica interpretación chillona, ordinaria, que borda, pero que recuerda a Carne trémula, Volver y No te muevas. Que le da la risa en una de las escenas improvisadas y ni siquiera se han molestado en cortarla. Su relación con Bardem me ha recordado a la de Max Von Sydow y Barbara Hershey en Hanna y Sus Hermanas, pero nada que ver. ¿Por qué, por la barrera lingüística? Creo que no, el mundillo del artisteo está fatal retratado. Su crítica del consumismo americano es patética. Su visión de la pasión latina es peor que la del vídeo de Jennifer de Ain’t It Funny.

Por no hablar del concierto de guitarra española en Oviedo, aparte de poco creíble (cari, Oviedo no es Sevilla), puro plagio del concierto de Caetano Veloso en Hable con ella, con Bardem-Darío Grandinetti llorando de emoción; del pésimo vestuario hippy-chic trasnochado; de las fotos de Penélope en plan campaña de Mango; o de ese disparo en la mano de Rebecca, que la devuelve a la realidad del despropósito en el que está metida (en la ficción y en la no ficción).

Lástima porque, aunque sea un argumento simplón, tiene un puntito Rohmer que podía haber quedado bien con otro enfoque. Curioso que Woody, al que a veces se ha comparado con Rohmer por hacer un cine donde se habla mucho, haya perdido tanto fuste. Con lo bien que utilizó la voz en off en Hanna y Sus Hermanas (una voz en off múltiple, en plan Mi desconfiada esposa, ahora que lo pienso), y lo redundante que resulta en esta película.

Lo que me ha gustado: la canción de Giulia y los Tellarini, la escena en la que Bardem le explica a Scarlett por qué se tiene que quedar Penélope a vivir en su casa, la imagen de la cocina con la cafetera italiana y el cazo con la leche hirviendo bozando, que la veo muy española, y esas plazas y esas terrazas de esa ciudad que adoro y que, para mi gusto, nunca ha estado mejor retratada que en Todo sobre mi madre (Pedro, haces bien en no rodar en los States).




lunes, 22 de septiembre de 2008

Mi desconfiada esposa

ALTA COMEDIA en mayúsculas que ni siquiera está editada en dvd (Designing Woman, de Vicente Minelli). Absolutamente imprescindible. Con un diseño de vestuario espectacular, un argumento delicioso y una Lauren Bacall de morirse. Qué voz tiene esta mujer. Y qué charm. Este es el modelito que se pone para recibir a sus amigos, gente de la farándula, que vienen a casa a leer una obra, mientras los amigos del marido tienen reunión de póquer en la sala de al lado. Atención al pastel de queso relleno de jamón que ha hecho la asistenta para el marido y los amigos en lugar de los sándwiches de rigor.



HIGH STYLE en mayúsculas. Se cambia 9 veces de modelito al día. Vive en un piso con librea en la calle 76. Y se ha casado con un periodista deportivo que es todo lo opuesto a ella. “¿Por qué no soportas la visión de la sangre en nadie, excepto en mí?”, le espeta él en un momento cuando las cosas empiezan a complicarse. Aquí incluyo la parte del romance, cuando se conocen. Atención al minuto 6, cuando después de casarse en California, de vuelta en el avión a Nueva York, Lauren se dirige al lavabo antes de aterrizar y se cambia de ropa, y Gregory Peck se da cuenta entonces que no se ha casado con alguien que viva en una one-room-kitchenette compartiendo piso con una estudiante de música.




jueves, 18 de septiembre de 2008

Madonna en concierto (el corazón que a Triana va, nunca volverá)


A favor
Por Paco Mérselo

Muy buena la crítica de El País cuando dice que hubo algo enternecedor en el concierto cuando los fans se comportaron como quien sabe que va a recibir una fiesta sorpresa por su cumpleaños y aún así finge asombro.

Todos con los que yo hablé, desde el que llevaba desde las 8:00 de la mañana en la cola Hot Ticket, hasta el que llegó tarde porque ya la había visto en Roma hace quince días, conocían el orden de las canciones de memoria, habían visto algunas en Youtube, sabían cuáles eran en playback y cuáles no, y aún así, no tuvieron que fingir pasárselo bien, sólo asombro. Es lo que tenemos la generación 2.0, que somos complacientes a la par que solícitos. Y así puede resumirse un concierto que ofreció muchos momentos propensos a complacer.

Desde la obertura, con Candy Machine, esa fantástica intro animada, seguida de Candy Shop, donde por fin aparece Madonna subida en su trono como una niña dispuesta a repartir caramelos (I’ve got candy galore) a todos los invitados a su fiesta. Porque, sin ánimo de desmerecer a El País, parecía más el cumpleaños de ella que el nuestro. Nosotros éramos los invitados (sobre todo yo, Juanfra, ya te contaré mi off-concert) al cumpleaños de la chica más popular del universo, que siempre hace la misma fiesta, pero nos encanta. Nos encantó ese arranque de abróchense los cinturones, con Beat goes on, Human Nature, Vogue. Mientras los no-fans comentaban lo bien que se conserva y lo mucho que se mueve, nosotros, los del amor incondicional, no podíamos dejar de saltar.

Todavía sin recuperar el aliento, continúan Intro the Groove (un homenaje al metro de Nueva York y a los ochenta), Borderline (a la guitarra, me encanta cuando Madonna coge la guitarra) y She’s not me (un autohomenaje muy merecido). Se oye la melodía del Here Comes the Rain de Eurythmics, que engarza con un interlude de Rain y después Devil wouldn’t recognize you, subida en un piano rodeada de un halo de leds. ESPECTACULAR. Le perdonas la tontería de Spanish Lessons, porque borda La Isla Bonita, y cuando llega You must love, quiero llorar de emoción.

Después de un magnífico vídeomontaje con la base de Beat goes on (yo iría a un concierto donde sólo pusieran vídeomontajes de Madonna todo el tiempo si son como éste, no sólo me da igual el playback, me da igual que esté ella in the flesh), llega el esperado Four Minutes, con imágenes multiplicadas de Justin Timberlake, en un velado homenaje a La Dama de Shangai, y el HIGH POINT de la noche: un Like a Prayer maquinero mezclado con el Don’t you want me de Felix. El resto son bises sin serlo: Ray of Light y Hung Up. Y la última un Give it to me versión house. Dame más, Madonna, the Game is not over.






En contra
Por Paca Garse

Madonna, la otrora reina de las tendencias y creadora de estilos nunca ha parecido ir más de mercadillo. Una vergüenza. Mucho traje de Givenchy, zapatos de Miu Miu, botas de Stella McCartney, gafas de sol de Moschino, además de otros diseños y detalles de Yves Saint Laurent, Roberto Cavalli o Jeremy Scout, pero esta vez no te has salvado, bonita. Estás atrapada en las medias de rejilla, los shorts y la bota alta. Por no hablar de la última peluca con gafas de nerd.

Su banda, vestida de Tom Ford, iba más mona, pero vamos, en cualquier bareto de Hell’s Kitchen encuentras mejores bailarines. Nada que se pareciera remotamente al momento Jump de la anterior gira. Los dos que se ponen a hacer body pump en el cuadrilátero definen la media de los bailes de la noche. De pena.

En cuanto aparece la intro, Candy Machine, con unos caramelos de dibujos animados en plan manga, te das cuenta que el concierto (que está dividido en cuatro partes) va a ser más una parodia que otra cosa. Porque vamos, llamar a la primera Pimp (Art Decó en los años 20) porque sale un coche blanco vintage (pimp en inglés hace referencia a chulo –de putas– y a tunear), me parece que debería haberse llamado más bien Pitorreo. ¿A quién se le ocurre meter la mejor canción de su último disco, Beat goes on, la segunda en el concierto? Qué poco arte. Y lo de las proyecciones de Pharrell Williams, Kanye West y Justin, era como de disco homenaje a Nat King Cole. La proyección de Britney no, la de Britney era directamente como de reportaje de Raquel Mosquera en el Tomate. Se supone que lo mejor de esta parte era el Vogue, que hasta ahora siempre había hecho en playback en todos sus conciertos. No voy a entrar en polémicas de si era un semi-playback, una versión especial grabada para el concierto para que pareciera directo, o qué, simplemente que no me gustó la versión.

La segunda parte, la Old School, era un homenaje a sus propios orígenes y hasta ahí bien. Ella forma parte de ese N.Y. de los ochenta, como bien ilustra la escena del Into the Groove en Buscando a Susan Desesperadamente. Y es cierto que conoció a Keith Haring. Pero no me parece bonito que utilice ahora en Into the Groove los muñecos de Haring de la lucha contra el sida en plan Parvulario, que es como debería haberse llamado esta parte del concierto. En el Red, Hot and Blue estaban bien utilizados. Aquí, no. Luego una versión del She’s not me vergonzante, con cuatro chicas vestidas con modelitos de etapas antiguas de ella (Open Your Heart, Material Girl, etc) a las que les rompe la ropa. Lo dicho, de parvulario.

La tercera parte, la Gipsy, paso de comentarla porque en Sevilla el concierto coincidía con la Bienal de Flamenco, y su particular homenaje a la cultura gitana no merece dos líneas. Sólo que la muy Perra, que así debería llamarse esta etapa, empezó a reírse del poco inglés que sabemos los españoles, que no respondían lo que ella quería cuando se dirigía al público. Y que en el videomontaje de Miles Away con Google Earth sale Coslada. La gente, emocionada. No puedo con la generación 2.0.

Que en la última parte, Rave Japonesa, predominara ella tocando la guitarra como una roquera vieja (que como gag hace dos giras, todavía, pero ya está durando demasiado), lo dice todo (Ray of Light, Hung up). Que Guy te dijera que estás muy mona con guitarra hace años no justifica que sigas agarrándote a ella. Tu marido no va a volver. Game Over, daarling, es hora de aceptar las arrugas.


lunes, 15 de septiembre de 2008

Gotye

Hoy en el gimnasio he descubierto en la MTV (el canal de vídeos que veo cuando hago elíptica) a Gotye. Nacido en Bélgica, pero residente en Australia. Me encanta su música, su espíritu, su estilo…




domingo, 14 de septiembre de 2008

The Box

Lo último en Nueva York es un teatro-restaurante que ha montado el nieto de Oscar Hammerstein (el escritor de South Pacific), que tiene de socios a Jude Law y Rachel Weisz, llamado The Box. En un edificio histórico, donde entras y te sientes como en un dance-hall que no se hubiera tocado en cien años. Mezcla de cabaret berlinés, película de Baz Luhrmann y musical de Busby Berkley.

"THE BOX is a new destination on the Lower East Side for fine dining and theater.

THE BOX is located at 189 Chrystie Street, a 1935 two-story brick building between Stanton and Rivington Streets, with a stage door on Freeman Alley. One hundred years ago, this area was legendary for its vaudeville palaces, theaters and dime museums; THE BOX will bring the excitement and energy of those concert saloons and burlesque halls back to the neighborhood.

THE BOX is an intimate restaurant and theater, with two bars and a stage. A flexible design and top-notch sound system allow us to present all types of live entertainment: bands, shows, parties, private functions, and special events.

We look forward to welcoming you at THE BOX soon."

Podéis ver las notas de prensa en:

http://www.theboxnyc.com/press.html


viernes, 12 de septiembre de 2008

Completando filmografías...

Mundos opuestos (East Side, West Side, 1949) de Mervyn LeRoy

Película de crisis matrimonial en la zona alta de N.Y., donde los clubs están decorados con móviles de Calder, los jueves siempre hay cena en casa de los suegros, y se oyen frases como: “Cuando una mujer está más guapa después de casarse, es que su marido la está haciendo muy feliz o muy desgraciada”. Fue un fracaso de crítica y público, Barbara Stanwyck y Ava Gardner ni se hablaron en el rodaje, pese a sólo compartir una escena, pero vale la pena. La Stanwyck es de las pocas actrices que puede hacer de lady y resultar tan creíble como cuando hace de tramp.

Chantaje en Broadway (Sweet Smell of Success, 1957) de Alexander Mackendrick

"A rat trap of a film in which a vicious New York gossip hustler grovels for his ‘Mr. Big,' a monster newspaper columnist [modeled on Walter Winchell] who is incestuously obsessed with destroying his kid sister's romance.... The dark streets gleam with the sweat of fear; Bernstein's limpid jazz score (courtesy of Chico Hamilton) whispers corruption in the Big City"

Proyectada en el MOMA este verano en su ciclo de Jazz y películas, con una excelente fotografía en noir&neon, y unos Burt Lancaster y Tony Curtis que nunca estuvieron mejor. Hace que los malos de Eva al Desnudo (1950, de Mankiewicz) parezcan monjitas.

La leyenda de la ciudad sin nombre (Paint Your Wagon, 1969) de Joshua Logan

Bueno, esta me la recomendó el chico del videoclub después de espetarme que yo soy más de divas. Yo pensaba que iba a decir de clásicos, pero no. En fin, que la peli me encantó, me reí como hacía años que no me reía con una película. Me flipó el intermedio (tan bien metido en la historia), los números musicales (porque es un western musical) y Lee Marvin, que no puede estar mejor. Clint Eastwood, bueno, supongo que se acordó de esta peli cuando mandó a su hija como figurinista a la entrega de los Globos de oro hace un par de años (eligen a una especie de “dama de honor” de la ceremonia, una mezcla de azafata y fiesta de puesta de largo) para hacerle pasar el mismo bochorno. Se supone que fue un musical fallido de Joshua Logan, pero yo creo que se adelantó a su tiempo con el sentido del humor.

Vivir para gozar (Holiday, 1938) de George Cukor

Historia de una chica rica, aunque desclasada (Katherine Hepburn), que se enamora del prometido de su hermana, el típico noble, hecho a sí mismo, con amigos profesores (Cary Grant), y no para hasta que lo consigue, aunque en la superficie se supone que le da mucho reparo y se pone del lado de la hermana hasta la última secuencia. Comparte el director (Cukor) y el guionista (Donald Odgen Stewart) de Historias de Filadelfia. Tiene escenas magníficas, sobre todo, todas las que se suceden en ese desván-refugio de los que no pueden más con las columnas de mármol de la casa.

Historias de Queens (A Guide to Recognizing your Saints, 2006) de Dito Montiel

El director lleva al cine su propia novela, editada en inglés con fotografías de Bruce Webber, una historia autobiográfica de su infancia en N.Y. Aparte de porque salen Shia LaBeouf, Robert Downey (poquito y sin sobreactuar), Rosario Dawson (la mujer perfecta) y Dianne Wiest, es recomendable porque tiene mucho arte y como dirían en Dónde estás corazón, mucha verdad. Un montaje curioso cuando desmonta algunas escenas y repite diálogos para dar esa sensación de flujo de la memoria, una sensibilidad nada Scorsese, y eso, que me gustó.

Corrientes ocultas (Undercurrent, 1946) de Vicente Minelli

En la línea de Sospecha (1941, de Hitchcock), Luz que agoniza (1944, de Cukor) y tantas otras de mujer recién casada que descubre que su marido no es lo que parece. Menuda novedad. Con una gran banda sonora inspirada en la 3ª sinfonía de Brahms y una Katherine Hepburn estupenda, a mí me gustó mucho. La crítica la pone fatal, porque Minelli no conoce los resortes del género, bla, bla, bla.

El banquete de bodas (The Catered Affair, 1956) de Richard Brooks

Película superrecomendable de neorrealismo americano, con Ernest Borgnine (que también protagoniza Marty (1955, de Delbert Mann), otra de las grandes películas de este escaso género, con un argumento parecido a nuestra Calle Mayor (1956, de Bardem)) y Bette Davis, que puede hacer neorrealismo, expresionismo, hiperrealismo y lo que le echen. Con unos Debbie Reynolds y Rod Taylor jovencísimos y estupendos. Y dirigida por el luego director de La gata sobre el tejado de zinc.

(Juanfrita, si estuviera en tu estado, estaría borracho todo el tiempo, como Paul Newman en la Gata, con una copa en una mano y la muleta en la otra. I'm gonna miss u on Tuesday)


miércoles, 10 de septiembre de 2008

Madonna recomienda

"I have a favorite song right now, it's called 'Ur So Gay' and you don't even like boys...have you heard it? You have to hear it! It's from an artist called Katy Perry...Oh it's so good."



I hope you hang yourself with your H&M scarf
While jacking off listening to Mozart
You bitch and moan about LA
Wishing you were in the rain reading Hemingway
You don’t eat meat
And drive electrical cars
You’re so indie rock it’s almost an art
You need SPF 45 just to stay alive



No you don’t even like… PENIS


lunes, 8 de septiembre de 2008

Yo tuve una época Myrna

Nick (William Powell) es un detective de los bajos fondos que se casa con Nora (Myrna Loy), una rica heredera, y juntos protagonizan una de las mejores sagas de la historia del cine, seis películas que empiezan con The Thin Man (La cena de los acusados, 1934).

Esto es lo que yo llamo saber hacer una entrada: la primera aparición de Myrna arrastrada por el perro Asta en la película (atención a cómo alinea luego los cinco martinis to catch up with him):



Nick y Nora son el matrimonio perfecto. Algunos pueden pensar que beben demasiado...



Pero siempre tienen la frase perfecta para todo...



Hasta que llegaron Nick y Nora, el matrimonio en Hollywood era una cosa de la que se quería salir o a la que se ansiaba entrar, pero con ellos se convirtió en algo divertido, inteligente y encantador.

Años más tarde, en el 46, mi adorada Myrna hizo su gran película: Los mejores años de nuestra vida, donde interpretaba a la sufrida esposa que espera con un nudo en la garganta a que vuelva el marido de la guerra. Esta es la escena donde la hija les echa en cara que para ellos todo fue muy fácil y atención a la respuesta de Myrna:

- How many times have I told you that I hated you and beleived in my heart? How many times you've said you were sick and tired of my and we were all washed up? How many times did we have to fall in love all over again?



Oh, my, yo tuve una época en la que creía en el matrimonio...

jueves, 4 de septiembre de 2008

A veces el cuerpo tiene que tirar de uno

Ya he vuelto. Me ha costado, pero esta noche que justo un mes se cumple del aterrizaje físico, siento que he caído por fin en Gran Vía (qué jet lag más grande).



Me fui con un resfriado que cogí con el aire acondicionado de un avión de Delta Airlines, antesala de todos aires acondicionados que iba a sufrir los días de N.Y., y ha sido otro resfriado que he cogido hoy, a veces el cuerpo tiene que tirar de uno, el que cierra el ciclo de la aventura americana, ahora que no parece tan aventura, que las fotos vuelven a parecer hechas en un decorado, como siempre me pareció esa ciudad, ni tan americana, pues este mes ha sido una mezcla de dos ciudades: sensaciones de allí que han perdurado aquí y otras de aquí que aún no sé donde ubicar.

He vuelto al Cock gracias a un collage, me he sentido en New Jersey en la Boîte, he aprendido a diferenciar un cover de un swing sin necesidad de volver a Broadway, y he paseado Brooklyn de nuevo sin salir de casa gracias a Wayne Wang.

“Normality is the gentrification of ordinary madness” dice Hanif Kureishi en su última novela (Something to tell you, Faber & Faber) : la normalidad es la gentrificación de la locura común, el aburguesamiento de la conciencia surrealista.

La vuelta de las vacaciones es un poco así, incluso para aquellos a los que de niños nos encantaba la vuelta al cole… los niños obedientes, los que sólo quieren complacer a sus padres y se convierten en lo que Winnicott denomina un falso self.

Frente a la normalidad, la verosimilitud. Hay gente que se ha apropiado de la verosimilitud, pero no les pertenece. Como dice Belén Gopegui (Un pistoletazo en medio de un concierto, Editorial Complutense): hay que tener cuidado con los okupas de la verosimilitud. Es un poco lo que Pepa dice en Mujeres al borde de un ataque de nervios: “En mi casa colaboro con quien me da la gana”. Pues eso, que si quieres alargar tus vacaciones, no luches contra el jetlag.

Nosotros, los niños a los que nos encantaba volver al cole, nos refugiábamos en esa falsa normalidad porque en el fondo nos sentíamos muy surrealistas. En fin, creo que me está subiendo la fiebre.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

John Varvatos

“The bag you carry completely depends on where you live. In L.A. guys don't carry bags because they drive everywhere. In New York people walk, so they need to carry everything with them. I have this black, hobo-looking thing with a shoulder strap. But if you're going to a board meeting, don't bring a shoulder bag or a briefcase. You don't need that much stuff. Carry an attaché.”



La moda de John Varvatos se describe como roquera y elegante, con un toque de niño bien, pero sin abandonar el lado salvaje que todos tenemos. Sus diseños son muy eclécticos, combinan la sensibilidad vintage con un punto moderno. Sus pasarelas recuerdan a un pueblo fantasma del salvaje oeste al mismo tiempo que a edificios abandonados del bloque del Este, o como dirían allí: “collections that delivers American frontier spirit with European finesse”.



El año pasado abrió una nueva boutique en el 315 de Bowery (a cinco minutos de la que tiene en el SOHO), en el mismo espacio que ocupaba el CBGB donde tocaron los Ramones, Blondie y Talking Heads. Cuando diseñaron el espacio, se aseguró personalmente de que no tocaran los muros. Dejaros todas las pegatinas, flyers, posters y graffities originales. En el concierto benéfico de la inuguración, los camareros llevaban camisetas con “John Varvatos” en el pecho y “cuna del punk” en la espalda.




Camisetas vintage de 750 y las cazadoras de 3.000 dólares. Luego está su reinterpretación de Converse, más asequible, que aquí lleva Cassey Affleck.

2017: tibio y desafecto

Ay, que ya nadie se acuerda de 2017. Aquí va mi resumen: Lo mejor del año  * La frase de "Juego de Tronos": “Maybe it real...