miércoles, 24 de diciembre de 2014

Navidad jubilosa

Como los días cada vez se me pasan más rápidos, tanto que vuelan, he decidido celebrar la navidad sólo cada dos años (y este no toca). El cumpleaños cada tres y la navidad cada dos. Cosas de vieja, que dirán las lenguas de vecindonas. Dicen que lleva un velo sobre el semblante. Dicen que si habla sola de madrugá...

No os vengáis arriba, que todavía estoy en parvulitos de Gloria Swanson. Cuando digo no celebrar, quiero decir “cumplir lo justo y no emocionarme demasiado”, vamos, lo que hago últimamente con los hombres. Desde aquí os lo recomiendo. En el fondo todos llevamos un actor porno internacional dentro. Ese es mi mensaje feliz de muñeca Famosa.

Pero bueno, como sé que muchas ya lleváis tiempo con el pubis depilado, aquí os dejo algunas perlas de sabiduría para estas fiestas de lo que se lleva y lo que no:

IN

- El café solo con mantequilla en vez de azúcar. Lo tomas en ayunas hasta el mediodía y por lo visto adelgaza mogollón. Ideal para la dieta de enero.

- Los jerseys con motivos navideños. Han tardado más de diez años en entender el chiste de Bridget Jones, pero Oh, deer, nunca es tarde.

- Comer con pinzas largas de acero inoxidable en los restaurantes de lujo.

- Tratar el visón como si fuera un poncho, tirándolo al suelo si hace falta, como hacía Bette Davis en Eva al desnudo (entiéndase visón como metáfora de la vida o, si queréis, de las cosas importantes en la vida).

- La dicotomía vegano-carnaca: ahora puedes ser vegano hasta la seis y carnaca por la noche.

- Los cursos para aprender a ligar. Desde los de acercar la cabeza a la polla (no aplicado a la mujer, que es denigrante, pero a los hombres me encanta), hasta otros más sutiles basados en técnicas de cognitivismo.

- From here to there: la serie británica del momento. Cómo echan de menos los 90 los ingleses.

OUT

- Los batidos verdes para desayunar. Serán muy sanos, muy hipsters y muy loquetúquieras, pero es como beberte un pantano.

- El i-Phone 6: si hasta se ha visto a Anna Wintour con un teléfono de concha.

- El jägermeister: sigue siendo de horteras, así que si lo bebes, hazlo a escondidas.

- Poner fotos en bañador en la playa en perfiles de whatsapp/facebook/instagram en invierno: putón, putón y putón.

- La nueva moda de películas de hombres heterosexuales sensibles/perdedores/estreñidos: qué pereza. Regla de oro: imagínatela protagonizada por Pepe Viyuela.

- El especial de navidad de Black Mirror: un soufflé sin fuerza, sin garra, uh uh uh.

- La típica frase de última hora: venga un capitulito más. Necesito una aplicación que me desconecte la cabeza, por favor.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Conversación en el Atril

- No he visto ningún hombre interesante hoy.
- Sí, la verdad es que no hay mucha belleza.
- No me refiero a belleza, me refiero a un tío con morbo.
- Sí, claro, yo también.
- Creo que me voy a ir a un bar de esos.
- ¿De cuáles?
- Ya me entiendes, esos en los que todo el mundo está desnudo, ves lo que hay, no hay que andar con tonterías de que si fotos del rabo, que si fotos de la cara.
- Cada vez es más difícil encontrar un hombre con la polla proporcionada.
- ¿Sabes que mañana me voy de viaje por el sudeste asiático?
- Qué interesante.
- Tengo unas ganas. Necesito desconectar de Madrid.
- Te entiendo. A mí también me vendría bien una escapadita, pero esta semana empieza el MadBear.

jueves, 27 de noviembre de 2014

El hombre que se olvidó de que tenía un blog

Para esos que dicen que sólo utilizamos un 10% de la capacidad de nuestro cerebro, que me digan cómo se activa, porque el mío se me está quedando como una L de Zara. Y no, no me refiero al Mindfulness, que lo único que hace es estrecharlo. Tampoco al Deep Mind de Google. No necesito una mayor capacidad de proceso, con la RAM que tengo me basta y me sobra. Lo que yo quiero es una ampliación de disco duro.



¿Porque dónde se han ido todas las películas que he visto? De verdad que las busco en mi cabeza y no las encuentro. Si Manuel Puig o Terenci Moix, dos de los mayores coleccionistas y consumidores de cine en VHS que conozco, levantaran la cabeza, se volverían locos con el P2P. Igual con la música: decimos acceso a millones de canciones con la soberbia del que se cree inmortal. Por no hablar de las series: no hay tiempo material para tanta temporada. De verdad que uno acaba a las seises y las sietes con tanta tecnología, como se dice en inglés.

¿Que desde cuándo quiero un backup? Pues más o menos desde que James Bond dejó de fumar, que es cuando empecé a depender de Google para todo. No creo que ambos acontecimientos tengan nada que ver entre ellos, pero quién sabe, hoy día todo está relacionado. Ese es el problema, que todo está conectado, pero con unos vínculos de chichinabo que no nos llevan a nada. De verdad, consultar Google para acordarte de algo es como mirar el escaparate de una pastelería llena de tartas y no entrar. Se ha perdido el apresto mental. Aunque puede que todo se reduzca a que, como no se cansa de repetir mi madre, toda la vida he querido estar en misa y repicando, lo que ahora llaman multitasking, y quizás la solución sea acotar, poner filtros, estrechar la búsqueda.

De momento, como decía Jean Harlow, voy a abrir la ventana y dejar que entre una menudencia de aire.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Lotería

No sé si lo he dicho alguna vez, pero la lotería me parece algo muy sórdido, como muy de pobre. Lo que paradójicamente también puede entenderse como que no soy alguien de gustos caros: no necesito casoplones, coches de lujo ni escapadas a Nueva York.



Pero eso está cambiando. Últimamente tengo la sensación de que o me toca la lotería o no sé cómo voy a aguantar los años que nos quedan. Sinceramente, mi nivel de vida me aburre. Que te toque la lotería debe parecerse mucho a convertirse en superhéroe. Pero no me refiero a un Bruce Wayne de la vida, que está forrado y aburrido y hace de su sayo una capa. No, me refiero a despertarse un día con poderes supernaturales, como que te pique una araña radioactiva o te expongas a una explosión de rayos gamma. Un héroe clásico de esos de las 5 fases: 1) necesidad de aventuras, 2) superpoderes, 3) el vientre de la ballena, 4) el camino de las pruebas y 5) el encuentro con la deidad.

Por eso me deprime tanto el anuncio de la lotería de este año. El culto a la pobreza y la solidaridad es algo muy de pijos.

Cuando ayer me enteré de que el Dietrich de Barcelona se traspasa (Pau me dijo: el final de una era. Le respondí: esa era acabó hace ya mucho), me quedé pensando que aún nos queda el rabo por desollar.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Vuelve el hombre

Se me pasó este caballero porque no vi Alacrán Enamorado (estuvo nominado al Goya) ni me prodigo mucho por los clubs de las comedias, pero el otro día lo descubrí en la promoción de Justi & Cía, y qué queréis que os día: Hovik Keuchkerian el actor más mal hablado y follable el momento. Es como lo opuesto de Marc Giró, pero yo es que he sido siempre muy excesivo en todo.

viernes, 31 de octubre de 2014

Yo tengo un trato

Este Halloween lo que se lleva son las calaveras, pero no las de Swarovski ni las góticas ni las heavies ni las mariovaqurizas. Se llevan las calaveras mejicanas con flores. Aquí el disfraz de Kate Hudson o el vídeo de Prayer in C:


miércoles, 29 de octubre de 2014

No queda más que nieve

Estoy como la Hormigos, paralizado entre la pasión y el cariño. La pasión que me da la ginebra y el cariño del Campari. Así no hay quien avance. Debo como veinte mil posts al Chihuahua, incluido uno sobre Peter Brook (menudo mojón de Peter Brook, por otra parte), la lista de música de septiembre (y estamos casi en los Santos), un especial hipsters (ya, qué pereza) y no sé cuántos pendings más. Tengo la casa manga por hombro. Y por si fuera poco, la adicción a las series me está dejando sin mundo interior y con una lumbalgia de no te menees. Vamos, que no me llegan las veinticuatro. Un cuadro de procrastinación que ríete tú de Tania Llasera con el gimnasio. Esta noche me voy a hacer brócoli, que dicen que sube la testosterona, a ver si va a ser eso.


El cotilleo de la semana en Madrid ha sido, como no podía ser de otra manera, las declaraciones de Jaime Renedo en Sálvame después de su ruptura con Natalia Verveke. Y no me refiero a su confesión sobre las adicciones de ella (que si él estaba metido en un pozo, ella más, porque llevaba más años y tenía más dinero), no estoy yo en posición de juzgar las rehabilitaciones de nadie, sino cuando dijo que cada vez que se mudaban ponían la canción "Lo Noto" de Hombres G, que va sobre la desintegración de una pareja. Puro Bergman.

martes, 21 de octubre de 2014

Un grave caso de quijotismo

Como decía la inefable Shelley Duvall en Annie Hall: a mí me encanta que me reduzcan a un estereotipo cultural. No es de ahora, de siempre. Pero la otra noche, viendo Smiley (Guillem Clua) en el Teatro Lara la cosa llegó al paroxismo.



Tanto que casi me tienen que ingresar en la López Ibor con una crisis de exceso de empatía envidiosa. Tú coges lo que debió sentir Ripley la primera vez que vio a Dickie en la Costa Azul y le sumas lo que pensó Isabel Allende la primera vez que leyó a Gabriel García Márquez y te quedas corto. Una mezcla de “estás hablando de mí” y “por qué no hablo yo así de mí” rayana en la esquizofrenia.

Para que se entienda. La obra va de un chulazo que sólo se lía con chulazos y un día se enamora de un madurito al que le encantan las películas del Hollywood de los 40. Para colmo, el chulazo está interpretado por un niñato catalán (Ramón Pujol), compañero de gimnasio intermitente desde que llegué a Madrid. La obra llevaba dos años con ganas de verla (estuvo en Barcelona más de un año, primero en la sala Flyhard y luego en el Capitol y el Lliure), porque ya había leído 'Malburg' o 'La pell en flames' del mismo autor y me habían encantado. Guillem Clua además fue elegido hace poco por la revista OUT americana como uno de los 100 solteros más cotizados.

Pero la autoficción era demasiado confusa: el niñato va al Marta Cariño en la ficción y en la realidad (la noche antes de ver la obra me lo había encontrado allí). En la obra se queja de lo pequeños que son los números en las mancuernas del Gymage, cuando tres horas antes nos habíamos saludado en la puerta del Gymage. No sé, todo muy desconcertante para alguien que ama odiar/odia amar las comedias románticas y no puede evitar levantar la ceja con la historia del hilo rojo del destino. El arquitecto que se enamora del niñato no me gustó tanto. Creo que Guillem debería armarse de valor y, si la obra es tan autobiográfica como dice, salir él a la palestra (que además, da más el perfil físico).

La obra, una sucesión de clichés y lugares comunes sobre el mariconismo y el enamoramiento tan bien puestos que no me importaría volver a verla. Pero no, debo ser fuerte, que voy a acabar peor que Alonso Quijano. No más autodrama.

Además, cada vez que veo a Ramón me pongo tan tenso que, como decían en Todo en un día, si me metieran un trozo de carbón en el culo, en dos semanas me saldría un diamante.



martes, 7 de octubre de 2014

Para leer

Aquí os dejo una lista de música tranquilita para leer. Son 10 horas, así que puedes avanzar para elegir tu estilo. Empieza jazzy, sigue moderno y termina español.

viernes, 3 de octubre de 2014

Todos somos Tania Llasera

En el gimnasio se han dado cuenta de que soy TOC. Lo que no saben es que sólo lo soy en el gimnasio. Y es que, como diría mi madre, no estás a lo que estás. Vamos que, menos en bajar calorías, estoy en todo.

El otro día, mi némesis (un escritor más joven y más rubia que yo, publicado en Anagrama y con una tableta de chocolate de infarto) me pilló haciendo twerking mental en una columna cantando a las Sugababes: “I know my hidden looks can be deceiving, but how obvious should a girl be?”. Inmediatamente tiré el chicle, puse cara de hastiado sofisticado y me fui dando saltitos a la elíptica.

Desde que me enteré de que hay que tomar chicle en el supermercado para perder peso, me paso el día masticando Trident, que además me viene muy bien para el TOC, aunque se me está poniendo un poco cara de taquillera de cine porno.

Subido a la elíptica, nivel bajo posvacacional (el mío, de siempre), en pleno ataque egodistónico (qué te crees, ¿que no me doy cuenta?, claro que me doy cuenta), tuve una revelación: las Timberland son las nuevas Birkenstock, el Spritz es el nuevo gintonic y el twee es el nuevo hipster.

Ya está, ya lo he dicho.

I share, therefore I am. Porque compartir es eso, compartir tus supersecretos del otoño. Y no publicar fotos tuyas de la playa en Instagram, eso es de putitas (podría publicar aquí las de mi némesis, pero soy más elegante que todo eso).

Después de la elíptica, me bajé a Zumba. No sin antes hacer una paradita en la máquina expendedora, porque el cardio siempre me pone snacky. Mientras esperaba a que saliera la papilla multicereales sin gluten ni azúcares añadidos y extra de proteína, con mi pose Katherine Hepburn, así con un pie para adelante, un brazo cruzado y el otro con la mano en la barbilla, noté que me tocaban la espalda. Me volví y allí estaba mi némesis, metiéndome prisa, con su camiseta sudada de Todos somos Tania Llasera. Me disculpé, recogí la papilla y le dejé paso con mi cara de “lee menos, vive más”.

Por la Zumba no me preguntéis, porque no recuerdo mucho. A veces me pasa, que las endorfinas me producen lagunas. Lo que, sumado al TOC, es como meter un elefante en una cacharrería. Creo que me echaron de la clase.

Asfixiado me dije, venga arriba a hacer 100 hipopresivas. Y es que soy como Ícaro, cuando me pongo, no hay quien me pare. Claro que a toda pajarraca se le acaban derritiendo las plumas. Al final de la escalera, al borde de un ACV menor, lo pensé. ¿Y si metes la bamba debajo del césped artificial y te tiras como Gene Tierney en Que el cielo la juzgue?

Ya en la calle, abrí un paquete nuevo de chicles de nicotina y pedí fuego.

sábado, 27 de septiembre de 2014

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Vinos

Hace mucho que no recomiendo vinos, así que ahí van algunas sugerencias:

Trus Reserva 2006 

Un Ribera ideal para cena romántica con happy ending. Oscuro, torrefacto y especiado. El crianza no está nada mal tampoco, si no estás tan enamorado. 26 euros.



Neo 2006 

Un Ribera muy de ejecutivo coquero con daddy issues. Tabaco, regaliz, regustoso. De amar u odiar. 29 euros.


Les Terrasses 2011 

Mineral, como todos los Priorats, es el más conocido internacionalmente de todos, por lo que es perfecto para una cena con guiris. 28 euros.



Barón de Chirel 2006 

Un rioja clásico y potente ideal para cualquier tipo de celebración familiar importante. 56 euros.



Nimi 2012 

Un blanco seco moscatel de color dorado que te sin duda te sorprenderá por su sabor. Ideal para tomar solo en casa una noche de otoño. Y a un precio increíble. 8 euros.



Miquel Gelabert Chardonnay Roure 2011 

Un blanco pasado por barrica con notas de frutos secos y ahumados. De la zona de Manacor. Lo tomamos en el “De Tokio a Lima” este verano. 25 euros.

martes, 23 de septiembre de 2014

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Antihéroes y superhombres

Aquí os adjunto uno de los pocos artículos que me han hecho gracia en la prensa este verano, quitando el reportaje de Pedro Almodóvar en el Cuore, claro. Es un artículo de Jesús Ferrero que se publicó el 23 de agosto en El País.

Antihéroes y superhombres

Existe una teoría tan generalizada como discutible de que la “alta literatura” —la consagrada por los sistemas educativos, el Estado y la cultura— sería revolucionaria y la narrativa popular, reaccionaria

Fue Antonio Gramsci el que dijo que el mito del superhombre no lo había inventado Nietzsche, sino Dumas con El conde de Montecristo. La idea le sirvió a Umberto Eco para desplegar hace algún tiempo su teoría del superhombre de masas y colocar la literatura popular en el ámbito de la subcultura y la consolación. Si la “alta literatura” persigue, como el teatro griego, la catarsis trágica, la literatura popular perseguiría la catarsis plácida, el final feliz, y la convertiría, según Eco, en reaccionaria. Y así nos encontramos con esa teoría tan generalizada de que la “alta literatura” (la consagrada por los sistemas educativos, el Estado y la cultura) sería revolucionaria, y la literatura popular, reaccionaria. Vamos a imaginar que estamos de acuerdo, sí, vamos a imaginarlo, pero para empezar resulta tan disparatado atribuir la creación del mito del superhombre a Dumas como a Nietzsche. El mito del superhombre está ya presente en la antigüedad clásica, y desde entonces nunca ha dejado de frecuentar nuestra cultura.
 Cuando los teóricos hablan de la muerte del héroe y hasta de la muerte del personaje y de las estructuras narrativas (una música serial que empezó hace unos cien años), no se dan cuenta de que están hablando de muertes acontecidas en el territorio específico de la literatura culta, que prácticamente nunca llega a las clases más desprotegidas, ya que, en la literatura popular, el héroe y el personaje no han desaparecido ni es probable que vayan a desaparecer, si bien podrían hacerse cada vez más complejos.
Tendríamos que preguntarnos con absoluta seriedad por qué las clases populares apuestan por la épica e insisten con tanta fuerza en el mito del superhombre. Cabe una respuesta: el problema de los más desfavorecidos es casi siempre el de la supervivencia, sobre todo en épocas de vacas flacas, y van a insistir en su mito más querido, el del superhombre, que es en realidad un mito sobre la “extrema existencia”.
¿No resulta irónico ver que mientras que la “alta literatura” se ocupa desde hace bastante tiempo de la podredumbre del ser, la literatura popular continúa poblándose de superhéroes? La lista de superhombres y supermujeres que ha dado la literatura popular es muy extensa. Desde la antigua Grecia (con sus mismos dioses o con héroes como Heracles o Elena de Troya) hasta los grandes héroes de la Biblia (hombres y mujeres); desde los héroes bíblicos hasta los caballeros de la Edad Media y el Renacimiento; desde los exaltados héroes del Romanticismo hasta los múltiples héroes y superhéroes creados tanto por la novela popular como por el cine y el cómic en todo el siglo XX… Se trata, a menudo, de literatura que sigue las mismas claves estructurales que los mitos; una literatura llena de sucesos, habitualmente más mitológicos que reales (y, en ese sentido, también más abstractos y conceptuales), que, sin embargo, rara vez ha sido considerada un pensamiento, a pesar de que Lévi-Strauss creía que los mitos eran una forma muy concreta de pensar, de modificar y sustentar la realidad, hasta el punto de que los veía como un pensamiento operativo (que actúa sobre lo real), en las antípodas de un pensamiento inoperante que ya solo se dedica a contemplar su propio humo. Por lo demás, la teoría de Eco sobre el superhombre de masas está llena de contradicciones: por una parte dice que los mitos son reaccionarios, y por otra asegura que el mito de Edipo es revolucionario. ¿En qué quedamos? ¿No sería más correcto decir que en mitología, como en cualquier otro ámbito, encontramos relatos reaccionarios y revolucionarios?
Desde sus comienzos, la mitología popular huye de los planteamientos sin salida, de modo que el contraste no puede ser más brutal: a este lado del muro, los antihéroes medio desvanecidos, los infinitos monólogos interiores, las infinitas dudas y vacilaciones, la intertextualidad, la metaliteratura, la deconstrucción, la demolición; y al otro lado del muro, los superhombres y las supermujeres enfrentándose a la perversidad, sin pensar demasiado en lo que hacen. ¿El exceso de trabajo les impide filosofar?
Pero hagamos un poco de memoria: el reino de la imprenta coincide con el reino de la burguesía. Durante los cinco siglos de imperio de la imprenta, la burguesía fue fraguando su pensamiento filosófico y literario, y fue publicando y sacralizando a una serie de autores que en realidad conforman la historia de la literatura de cada país. Se quiere con ello decir que todo lo que hasta ahora se ha considerado la historia de nuestras literaturas sigue un código de clase, como no podía ser de otra manera.
En el Renacimiento, la literatura divulgada por la imprenta rezuma optimismo. Una clase social está tomando por primera vez conciencia de su poder y es una clase de espíritu laico, a diferencia de la aristocracia. La literatura exhibe en esa época el ímpetu feliz, expansivo y radiante de la burguesía naciente. Es la primera gran fiesta de los burgueses. Otro gran momento fue la Ilustración, que muestra por primera vez en la historia el verdadero pensamiento burgués en todo su esplendor: la burguesía tiene muy claras las cosas, y ya solo le queda el asalto al poder. Parte de lo que ha conseguido, y muy especialmente lo que se podría llamar toma de conciencia, ha sido a través de la imprenta. Demos un salto abismal hasta el simbolismo, cuando resurge el tema, ya frecuentado por el barroco, de la podredumbre del ser, de la angustia, de la desesperación, de la descomposición integral del alma, de la discontinuidad, de la decadencia, de los caminos sin salida, de la abolición de la esperanza. Esa música cada vez más repetitiva estalla con Baudelaire y Rimbaud, y continúa a su manera con los grandes novelistas de entreguerras, el surrealismo, el existencialismo, y mucha de la “alta literatura” que se ha publicado desde entonces. Se trata de un viaje que recupera la herencia más escatológica del barroco y que en algunos autores adquiere la forma de fasto verbal. Si me analizo a mí mismo (este verano estoy releyendo Ulises: un superhéroe clásico que en Joyce se convierte en un antihéroe que nunca abandona su Ítaca y que además es cornudo) creo que he estado a menudo más cerca de la tradición de la modernidad que de la otra, por más que sospeche que buena parte de lo que se entiende por literatura de la modernidad es una derivación del barroco, mucho más vinculada a Tánatos que a Eros. No podemos olvidar que el tema de la podredumbre del ser en su versión más moderna coincide con la decadencia real de la burguesía, narrada en la primera novela de Thomas Mann. ¿Y si a través de sus autores lo único que ha estado narrando en los dos últimos tiempos la clase dominante ha sido su propia podredumbre, confundiéndola con la podredumbre de la humanidad? Pero la burguesía, esa gran clase que deja tras ella un legado inmenso y parcialmente perdurable, puede que ni siquiera sea ya podredumbre y haya sido sustituida por una especie de crematocracia internacional de nuevo cuño, mucho más inculta y despiadada que la clase que le antecedió en el gobierno del mundo.
Y mientras tanto, ¿qué leen “los de abajo”? Pues leían y leen autores que rara vez salen en las historias de la literatura y consumen una narrativa que para bien o para mal está en las antípodas de la descomposición del alma, una narrativa que se dedica a cultivar, con una insistencia absolutamente heroica que no conoce el desmayo, los mitos del superhombre y la supermujer. ¡No me digan que no es para asombrarse ante semejante disyuntiva filosófica: una de las corrientes busca desde hace tiempo la nada, y la otra no ha dejado nunca de buscar el ser!

lunes, 15 de septiembre de 2014

No eres tú, soy yo


• Todavía con jaqueca después de aceptar el reto del cubo de hielo de la ELA. Ya sé que no es excusa para tanta ausencia veraniega, pero es que cuando a uno se le congelan los occipitales, se plantea muchas cosas. Entre ellas, si hacerse el boyzilian o no. No me gusta hablar de higiene íntima, así que sólo diré una cosa: vuelve el talco. Desgraciadamente no es lo único que vuelve. También vuelve el rosa puñeta. Que no sé si se llama así por lo difícil de combinar que es con el rojo o por la intención puñetera de evitar el germanismo del fucsia.

• Pero basta de frivolidad, que esto empieza a parecer el Cazamariposas. Hablemos de algo serio: a pesar de los rumores que corren por el cibertedero, no voy a abandonar esta tribuna. He estado tentado de cambiarle el nombre, eso sí. En esta ciudad con tendencia a alargar las denominaciones (la Pasarela Cibeles Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas…), había pensado en algo así como Champán y Zumo de Naranja es el Nuevo Negro, pero al final me he contenido, vaya a llenárseme esto de lesbianas.

• Este agosto pensé que sufría ataque de nomofobia. No es que no me gusten los gnomos, es la fobia de estar sin móvil. Después de mucha terapia, he duplicado el número de horas que lo dejo en casa. Digamos que he pasado del síndrome de la vibración fantasma (cuando piensas que tienes un mensaje y es mentira) al síndrome del repelús de pensar que me escriba algún fantasma de esos que conozco de noche.

• Porque mi nuevo lema es bros before hos (lo colegas antes que las putillas). Por lo menos hasta que encuentre a ese “hombre calladito con una madre de armas tomar que no le tenga miedo a las mujeres con carácter”, como dice Jane Fonda

• Aunque este verano, si pasará a la historia por algo, es porque fue el verano que murió Lauren Bacall.

• Es pensarlo y tengo que ponerme un Whisky Sour.

martes, 2 de septiembre de 2014

Veraniega

Uff, esto está más abandonado que el blog de Paula Echevarría... Aquí os dejo música para una noche de verano. También podéis seguirme directamente en Spotify escribiendo en el campo de búsqueda principal spotify:user:vilespill.

viernes, 25 de julio de 2014

El verano que nunca llegó

Las flores de la corona que llevabas en el pelo también murieron. Recuerdo aquel sentimiento inmortal, aquellas noches en que pensé que cuando llegara el verano, todo cambiaría, pero el verano nunca llegó. Nada salió como lo planeé, ahora siento como si la vida se me escurriera entre los dedos, estas son las palabras que nunca pensé que diría, intento no sentirlo como un fracaso, puede que todo estuviera boicoteado desde el principio, pero lo cierto es que el verano nunca llegó.

Como seguís insistiéndome con las listas, aquí os incluyo una de mis favoritas, como buen nostálgico.

Qué pasó con…

* El sleeper del verano. Esa película que poco a poco marcaba su territorio en la sala 6 de los cines desde su estreno en enero y aguantaba hasta el curso siguiente. Supongo que en el año en el que el “me las quitan de las manos” se ha convertido en la solución a la crisis del cine, el sleeper, que viene a ser las bragas de lunaritos de la cartelera, habrá que buscarlo en los algoritmos de facebook.

* El cóctel del verano. La palabra verano lo mata todo, especialmente los líquidos. El de este año es campari con ginebra, con más ginebra que campari. No tiene nombre.

* La canción del verano. En la época del streaming, la canción del verano debería ser la más democráctica, banal y fácil de calcular que nunca, aunque me da a mí que no hay nada como la dictadura de un dj borracho enamorado. Mi canción del verano este año es, sin duda, Ancora Tu, de Roisin Murphy: Ma lasciarti non è possibile!!!

* El posado del verano. No sé si os habéis dado cuenta, pero este año no he hablado de dietas, pero es que llamar ebriorexia a la combinación de alcoholismo, bulimia y anorexia me ha dolido en lo más profundo. Esa dieta lleva mi nombre escrito all over it!!!

* El polo del verano. El mayor understatement sexual de la historia. No quiero convertirme en uno de esos fetichistas del Frigopie, así que como estoy retirada, me quedo con un clásico del autoplacer, la nata montada de Casa Mira.

* La terraza de verano. Hay algo inequívocamente hortera-de-provincias en pedirse un gintónic Premium en una terraza de verano en el penthouse de un hotel y decididamente hetero-madrileño-que-trabaja-en-agencia-de-publicidad en pedirse una cerveza en un chiringuito en una cala. No, la solución no es ponerse ciego de poppers en el humeante asfalto de agosto en la ciudad. Tiene que haber algo más.

* El amor del verano. El primero que consiguió separarse del sexo, porque tenía algo de aire fresco, voluble y desechable, como un abanico de usar y tirar, de promesa de pies en la arena y futuro de souvenir. Yo ya no sé dónde buscarlo.

* Las fotos del verano. Lo único que no se ha perdido. No sé si os habéis dado cuenta, pero facebook es como un año entero de aguantar sesiones de fotos de vacaciones de la gente. Y comentadas. Perezzzza.


sábado, 19 de julio de 2014

El genio me robó el trueno, pero yo le robé la pulmonía

Con el calorín que hace esta semana, no he tenido más remedio que tragarme mi orgullo, je dirais même plus, mi bochorno, después del flop de las fiestas musculocas de este año, y colarme en la Apple Store poniendo cara de Pedro Sánchez después de un gatillazo en Moratalaz, para poder trabajar con aire acondicionado. Lo más duro es conseguir taburete. Luego te vas a la mesa de los portátiles y, dismulando, deslizas el tuyo como si fuera uno de exposición y te pones a escribir. Aquí estoy, disfrutando de la ventisca del lugar, que para algo lo llamaban antiguamente el “café pulmonía”, por las corrientes de aire que provocaban sus 16 puertas.



Ante el aluvión de peticiones que he recibido en este blog, voy a proponer una lista veraniega de lo que se lleva y lo que no, que sé que las echabais de menos:

Se lleva

1. Llevar gafas de sol dentro de la piscina, en el agua, me refiero, debe ser algo importado de les illes.

2. Mojar el dedito en MDMA. La coca está acabada y la droga caníbal no existe. Esa gente mordía antes de tomarla.

3. El peinado de casco con raya al lado y muy largo por arriba.

4. Las camisas de flores (por fin). Yo siempre he tenido complejo de Stella Dallas pero, con los años, estoy empezando a pensar que los estampados son el menor de mis problemas con los hombres (cuando no es actor porno, frecuenta bares de sexo que harían ruborizar a una practicante de mamading).

5. Hablar de la casta en las cenas.

6. Llamar niki al polo. Es como antiguamente se llamaban. Viene de Alemania, de los primeros que mandaron los emigrantes aquí.

7. Las comedias románticas con cáncer y autoayuda. El amor sólo tiene sentido ante la enfermedad y aún así necesita un poco de esoterismo.

No se lleva

1. Publicar las fotos de la cuenta del restaurante en TripAdvisor o en las redes sociales. Una ordinariez.

2. La canción Happy de Pharrell. Después del chupinazo, absolutamente prohibido tararear esta canción. Y menos con gafas de sol. Salvo que tengas menos de 10 años.

3. Las herencias. Después de ver You’re next, entiendo que Sting haya desheredado a su progenie.

4. Las camisetas de flores. A menos que quieras parecer un dependiente hipster de Pull&Bear o un aspirante marica a Quiere casarse con mi hijo o lleves un peinado de casco con raya al lado y muy largo por arriba con barba larga.

5. Hablar de series en las cenas. Get a life!!!

6. La moda normcore. A mí que me dejen, pero ni ciega de MDMA me pongo algo de Alcampo.

7. El orgullo. De verdad, qué bochorno este año…

Oops, creo que un genio de Apple me está mirando vexativamente, como dicen los catalanes. Abortar, abortar…

martes, 15 de julio de 2014

¿Plagio o carnaza?

Hace tiempo que no hablaba de plagio, carnaza y esparadrapo en este blog. La verdad es que no sé bien bien de qué hablo últimamente. ¿Por qué dejé de hablar de cine clásico? Blame it on the Yomvi, I guess. ¿Por qué sigo hablando de bovarismo? Supongo que porque a nadie le interesa.

El caso es que anoche di con este documental sobre las ventajas de ser un plagiador. Sospechaba lo de Tarantio, pero vamos, tanto tampoco. Os lo recomiendo forzosamente.

Everything is a Remix from Cinépata on Vimeo.

jueves, 3 de julio de 2014

Capitalismo bananero

La bandera negra con la manzana mordida que ondea en la Puerta del Sol me recuerda a la bandera del barco pirata de los clicks de Famobil que, para quien no lo sepa, son unos muñecos desmontables originarios de Alemania que sólo podían hacer el saludo nazi con el brazo. Los niños que soñaban con tener el barco pirata de los clicks en los ochenta son los hombres que se compran hoy la gama completa de productos Apple. No importan las limitaciones de compatibilidad, el coñazo de iTunes o que se pasen por el forro los derechos del consumidor (como el periodo de prueba antes de cambiar un producto). Es como intentar explicarle a un niño que un juguete es sexista o violento, no atiende a razones. Incluso a los exApple, exfanáticos de la manzana que la dejaron: 1) por early adopters de las pantallas gigantes de Android, 2) porque las chonis empezaron a llevar iPhone, 3) por llevar varios teléfonos robados y/o perdidos, incluso a ellos, digo, les invade un reconcomillo cuando se despiertan en medio de la noche pensando en la depuración de líneas, el juego de blancos y negros, en definitiva, el minimalismo californiano de la marca. O reconcomio, como lo llama el RAE.

Ayer por fin entré en la Apple Store, en lo que fue en su día el mítico Hotel París (en cuyo bajo estaba el Café de la Montaña, donde Valle-Inclán se quedó manco) o mucho antes la Iglesia del Buen Suceso (donde estaba antiguamente el reloj de Gobernación, i.e, el de las uvas). Llegué esgrimiendo una botella de agua, en homenaje a Valle, pero una vez dentro, entre Managers, Market Leaders, Business Leaders y demás eslabones de la burocracia appleliana, empecé a temer por mi brazo. Para empezar, no hay cajas para pagar. Es tan absurdo como esas casas donde esconden la tele dentro de un mueble para que no se vea. Todo se gestiona con tabletas y minidatáfonos, no hay mostradores, las bolsas salen de cajones escondidos y las facturas, de impresoras camufladas debajo de las mesas. El resultado, unas esperas eternas de gente que no sabe dónde ponerse mientras espera a que le bajen el producto y se cuestiona su afiliación al partido, digo a la marca.

A mí me atendió una chica anoréxica con un uniforme horrible que parecía que se había tomado un tripi empapado en el Vademecum de Steve Jobs, de esa gente que lo intenta demasiado y, por demasiado, entiéndase hasta lo indecible. Mientras me explicaba las aplicaciones del AppleTV, me miraba con cara de oficial de la Stasi, como diciendo: seguro que no has pagado ni una canción del iTunes en tu vida. Me dieron ganas de replicarle: ¿y usted que entiende de eso, majadera?, pero no creo que hubiera pillado la referencia, así que le espeté en inglés: “stay hungry, stay foolish” y salí corriendo.

Ya en la plaza, me encaminé a mis grandes almacenes favoritos donde se mantiene la jerarquía fordiana del trabajo y no parece que estás en una guardería rodeado de niños con problemas de ADHD. Que sí, que el dinero sigue yendo a Tim Cook y sus secuaces, pero por lo menos en El Corte Inglés no se les ocurriría llamar genios a ninguno de sus empleados.

jueves, 26 de junio de 2014

Viva el morreo

Hace tres años que os presenté a Marc Giró y hoy vuelvo a reivindicarlo de nuevo. Su versión en La Sexta es un poco descerebrada, más que nada porque los otros dos tienen que hacerse los graciosos, aunque después de empezar como el aceite y el agua, parece que a finales de temporada estaban más integrados.





Pero, por favor, haced un poder y veros este vídeo en catalán, que anoche me dio un ataque de risa, sobre todo con la segunda parte sobre los pijos.

miércoles, 25 de junio de 2014

Córeo de la semana

Los The Knife han hecho una canción contra las políticas anti-inmigración de la UE: ¿por qué crear muros contra los héroes? Pasa la mopa para que el suelo esté limpito y prepárate a bailar esta versión Podemos de la Macarena.


martes, 24 de junio de 2014

Me enamoré de una estrella del porno internacional

It never rains but it pours!!! Croacia eliminada. Vuelvo a estar sin equipo. Estoy empezando a pensar que soy kriptonita para el fútbol: equipo al que le echo el ojo, equipo que cae. Supongo que sólo es justo, después de tantos años en los que el fútbol fue kriptonita para mí. Y mira que lo intento. Me preparo mi humus y mis chips, lleno la nevera de cervezas de importación y dejo a mano una buena pila de revistas de moda por si el partido es aburrido, pero ni con esas. Claro que, como cantaban los Garbage, toda mi vida sólo he sido feliz cuando llueve y es complicado.

Este se prometía un verano de goles, porno y series, pero se va a quedar en lo tercero. A veces, creo que soy un personaje de uno de los capítulos de Inside No. 9, encerrado en un bucle espacio-temporal donde las temporadas se suceden a golpe de clic, mientras el ordenador se niega a apagarse. Noches de bulimia y de ilusión, que cantaban los Navajita Plateá. Claro que a caballo regalao, no le mires los brackets, o como dicen los ingleses: beggars can’t be choosers.

Es lo malo que tiene el cibertedero en que se ha convertido Internet, que está lleno de tramps como el del tercer capítulo de Inside No. 9. Para muestra, un botón: estaba servidor acopiándose del material del que están hechos los sueños, i.e., de una bonita colección de películas porno de Paddy O’Brian para soportar estos calores, cuando me encuentro en una escena a uno de mis CDP (compañeros de pesas) del gimnasio. Oh my!!! Se llama Leo Domenico, pero ya os advierto, mirad que estéis solos en la oficina si lo buscáis en las imágenes de Google, porque os podéis llevar más de un susto.

Yo susto, lo que se dice susto, no me llevé, pero la verdad es que cuando los sueños se convierten en centímetros, la cosa pierde bastante morbo. Más que nada porque algún día estuve tonteando con la idea de que fuera el padre de mis hijos, y ahora no sé, quizás me estuviera precipitando un poco.

Ya conté aquí alguna vez lo que dijo Goldie Hawn: “Sólo hay tres edades para la mujer en Hollywood: la tía buena, la abogada y “Paseando a Miss Daisy”. Para el gay en Madrid sólo hay tres edades: Grindr, adicto a las series y el Black & White.

Ay, Melania, éramos las mejores, pero de eso ha pasado mucho tiempo, y ahora tenemos el router al rojo vivo.


sábado, 21 de junio de 2014

Ya tengo equipo

Después del bluff de España e Inglaterra en el mundial, ya tengo equipo. A los jugadores de Croacia les han pillado en bolas en la piscina después de perder con Brasil y se han mosqueado mogollón. Las fotos no pueden ser más mariconas. Son los terceros de su grupo, pero supongo que si ganan a México el lunes se clasifican.






miércoles, 18 de junio de 2014

Los que tienen que servir

No sé si Felipe casi-VI celebra “Anything can happen thursday” como Sheldon Cooper, aunque tal y como está el patio últimamente, aquí puede pasar de todo el lunes en Juego de Tronos, el martes en el gimnasio, el miércoles en el Mundial, el jueves en Gran Vía y el viernes en el Bearbie… Vivimos tiempos desquiciados, que decía Hamlet, otro príncipe destronado.

En lo que sí coincide servidor con Sheldon (aparte de la pedrada que tenemos, según mi familia) es en que a los dos nos da sueño la ropa con mucho suavizante. Así estoy, que me duermo hasta en las duchas del gimnasio, ahora que he decido echar tres tapones de Mimosín para que las toallas salgan mullidas. No sé si lo he contado alguna vez, pero en el gim siempre voy de negro riguroso: "I wear black in the outside because black is what I feel on the inside", que cantaban los Smiths. O respondiendo a la copla: “por qué te vistes de negro, ay de negro, si no se te ha muerto nadie”. Pues chica, por lo de siempre, porque vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero…

Claro que uno también se cansa de aspiraciones, así que estoy pensando en abonarme a la mentira (la cochina, no la de omisión de verdad). Volviendo a Hamlet: "con el cebo de la mentira se pesca una carpa de verdad". Todavía no he decido cómo, pero ahí lo dejo.

Me encantó el final de Juego de Tronos, cuando Arya Stark suelta lo de: Valar Morghulis (Todos los hombres deben morir, en Alto Valyrio), a lo que Ternesio Terys responde: Valar Dohaeris (Todos los hombres deben servir).

Y es que ya lo decía Amparo Soler Lear en Las que tienen que servir (una de mis películas españolas favoritas de siempre): "trabajar es muy duro, servir va más con una".

jueves, 5 de junio de 2014

Córeo de la semana

Después de su primer single, Call you out, aquí llegan las Juce con mi canción de la semana, si no del mes. It's a skin thing...

lunes, 2 de junio de 2014

Hey, mr. dj...

Ahora que empieza la época de festivales, uno de los vídeos de Saturday Night Life con los que más me he reído en mucho tiempo.

jueves, 29 de mayo de 2014

¿Nos hemos vuelto espárragos?

Sí, me refiero al señor Asperger (espárrago, en alemán), un lindo caballero austriaco que dio nombre de verdura diurética a ese síndrome de autismo leve que han puesto tan de moda los frikis (dícese de toda persona que acaba viviendo en Madrid) y los nerds (empollones de toda la vida).

La idea me vino el otro día viendo “Silicon Valley” (HBO), serie protagonizada por nerds con graves problemas de interacción social: nos estamos comunicando con herramientas creadas por personas con graves problemas para la comunicación.

Los niñatos que han creado whatsapp, facebook, instagram y grindr son personas que tienen problemas para hablar hasta con su amigo imaginario, para que nos entendamos. Que sí, que ahora son todos millonarios y les ves en una conferencia más a gusto que un guarrillo en un charco, pero no nos engañemos, once a nerd, always a nerd.

Podría pensarse que a priori eran los más indicados para librar esa batalla, como el enfermo que se hace médico para estudiar su enfermedad, pero es que han acabado imponiendo su paradigma en el resto. Vamos, que nos comunicamos, hacemos amigos y ligamos como si tuviéramos ataques de pánico, miedo escénico o la autoestima física por los suelos.

Que estoy a favor del movimiento friki (yo también he votado a Podemos), contra el bulling de los tronistas y hasta puedo ver sexy un asperger con charm y carisma como el de Sheldon Cooper, pero una cosa no quita la otra.

Es todo lo contrario del “en casa de herrero, cuchara de palo”, es como si el herrero hubiera dejado el negocio en manos de su hijo epiléptico, con todos mis respetos por la epilespsia, que también me he tragado entera “El show de Michael J. Fox” (Comedy Central).

Lo que subyace aquí es la ley del mínimo esfuerzo y el máximo narcisismo, vamos, lo que comúnmente se entiende por no dar la cara. Follar a golpe de clic, dejar conversaciones inacabadas en el whatsapp, bloquear a gente en el facebook, colgar tu foto más aparentosa en instagram, bombardear a gente con emoticonos. ¿De verdad es lo que queremos?

No quiero ser “deliberadamente” reaccionario, pero recuerdo un tiempo en el que los modelos no eran Zuckerberg, Gates o Jobs, sino Cari Grant o Marlene Dietrich. Cuando yo era pequeño la gente todavía colgaba posters de Marlon Brando en las paredes.

Por favor, que vuelva el teléfono fijo.


miércoles, 28 de mayo de 2014

Mínoría oprimida

Después del corto francés à la Beyonce del otro día, sólo los ingleses se atreverían a hablar de la violencia sufrida por los hombres:

jueves, 15 de mayo de 2014

Tú cálmate

Pensábamos que nadie podría superar aquel “sólo vendo las paredes” del vídeo de Sara Montiel, cuando llega la inefable María Jose Cantudo y suelta ese “Cállate, Carlota, qué van a pensar de ti, de una niña de Serrano educada en los mejores colegios, que están aquí al lado, cómo puedes ser así, tú cálmate”. Me pregunto si alguien habrá conseguido regatearle los más de 2 millones y medio que pedía la Cantudosss, aunque por su cara en la otra foto me temo que no.




lunes, 12 de mayo de 2014

For my sanity, my pride

I'm not a quitter,
But I need to give up this fight
For my sanity, my pride
Do I leave? Do I stay and try?

Cause any minute,
You will say the words goodbye
Give me love, then change your mind
And break all that I am inside

That's why I'm never gonna love this way again
I'm never gonna give my heart again
Cause every time I try I end up broken...

sábado, 10 de mayo de 2014

Cuellos con venas hinchadas

“Ojos de mirada muerta”. “Cuellos con venas hinchadas”. Así es como llamaría yo a un gimnasio, en vez de esos nombres que parecen más de un producto de limpieza (Gymage, Fitup, Healthcity) que otra cosa, pensaba el otro día cuando entraba en sala escuchando a Los Marismeños en los cascos (porque yo soy muy de homenajes y son días de feria), con la toalla a modo de mantón y blandiendo el botellín de agua como Lola Flores movía aquel clavel símbolo del pelotazo en el famoso vídeo.

¿No tenéis la impresión de que últimamente bebéis más? Decían en la obra de teatro que fui a ver ayer y yo le preguntaría a mis CDP (compañeros de pesas): ¿no tenéis la impresión de que últimamente os cicláis más?

Que no es una queja, a mí me viene de perlas como positive reinforcement, qué queréis que os diga. En el gimnasio al que iba antes me pasaba las horas leyendo el periódico sin pedalear, remojando los garbanzos en el spa o practicando el celebretyspotting. Pero ahora, cualquiera se descantilla. Vamos, que llevo dos meses con el hombro lesionado por no cambiar los pesos que dejan mis CDP cuando se van de las máquinas.

Pero bueno, que me voy por los bíceps de Úbeda. De lo que quería hablar hoy es de la poesía homoerótica en las sevillanas de Los Marismeños. Para muestra, el título de de este post.

O como cuando dicen “agotao salí pa fuera y me encontré tu mirada, allí me quedé parao sin fuerza pa respirar, el rostro desencajao de mirarme en tu mirar”. Ni que me hubieran visto por un agujerito cuando me bajo de la elíptica a hacer los estiramientos con mis CDP.

Otra estrofa: “Qué fuerte laten mis sienes, el aire ya no me llega. Aprieto fuerte los dientes pa que el hombro no me duela. Quema el sudor en mi ojos, llevo la cintura rota, la espalda ya no la noto, mi corazón se desboca”.

Vamos, que no sigo, pero no hay que ser un lince para suponer que “La Toña y la Malena” eran dos travestones de cuidao y “Mi orgullo ser marismeño”, un gran juego de palabras, por no entrar en el himno fetish de “Agua de coco”.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Viva la mala traducción!!!

Excelente y polémico artículo de Luis Magrinyà publicado en febrero en El País donde acaba defendiendo la mala traducción:

"En 2010 la aclamada escritora norteamericana Lydia Davis publicó una nueva traducción al inglés de la aclamada novela de Flaubert Madame Bovary y tanto clamor no pasó, desde luego, inadvertido. En octubre de ese año Jonathan Raban escribía en la New York Review of Books una reseña de tres páginas del acontecimiento, y en noviembre Julian Barnes le dedicaba un montón más en la London Review of Books, con esa extensión meritoria y tantas veces apasionante a la que está acostumbrada la prensa literaria anglosajona y que aquí algunos, ay, echamos mucho de menos. Tanto Raban como Barnes se revelaban expertos en las traducciones inglesas de la novela; el primero citaba cuatro, el segundo, quince (y, para que veamos el nivel, en el número de diciembre de la revista un lector le reprochaba haberse olvidado una); y ambos establecían suculentas y divertidas comparaciones, aduciendo ejemplos y planteando dilemas.

Raban, al cotejar las distintas traducciones que manejaba, prestaba una especial atención al uso de Flaubert del imparfait, un tiempo verbal no siempre fácil de resolver en inglés; en determinado pasaje de siete páginas de la novela, contabilizaba laboriosamente, en una de las traducciones, 21 casos de uso del imperfecto, 25 en otra, 34 en una tercera, y, en la de Lydia Davis, 123, lo cual le llevaba a concluir que la versión de ésta “quizá sea irreprochable en su precisa reproducción de los tiempos verbales de Flaubert, pero convierte los preciosos jueves de Emma [en el hotel de Ruán con su amante Rodolphe] en algo parecido al calvario de Bill Murray en El día de la marmota”. Barnes le sacaba el jugo a una sola frase, que presentaba en seis versiones distintas, desmenuzadas todas ellas y expuestas al excelente juicio del lector. Los dos críticos, además y casi sobre todo, hablaban extensa y aguerridamente de las dificultades y enigmas generales de toda traducción: “La traducción es por supuesto una labor demasiado importante para que la confiemos a una máquina. Pero ¿a qué especie de humano habrá que confiarla?” (Barnes); “Como la cirugía, la traducción requiere discriminación, precisión y experiencia” (Raban); Barnes nos recordaba que, si Lydia Davis necesitó tres años para traducir Madame Bovary, John Rutheford dedicó a su “versión magistral de La Regenta […] el quíntuple de horas que Leopoldo Alas dedicó a escribirla”; Raban incidía en la condena a que los indefensos lectores ingleses se ven abocados, pues “sabemos que nunca oiremos las finezas de timbre, tono, inflexión y matiz de la narrativa infinitamente dúctil de Flaubert que podemos oír, por ejemplo, [como lectores de inglés] en Jane Austen”.

Tanta amena erudición y tanta sensibilidad a los peligros de una tarea que casi parece sobrehumana acababan volviéndose, como era de prever, un poco en contra de la pobre Lydia Davis… porque, claro, enfrentada a esa obra de exquisita cirugía, ni siquiera ella, tan competente y aclamada, salía del empeño sin algunas cicatrices. Para Barnes, al final, la traducción de la escritora norteamericana era “una versión más que aceptable” y, para Raban, con su característico sentimiento de fatalidad, “abre, como la mayoría de sus precedentes, algunas ventanas para que entre aire fresco en la novela al tiempo que cierra otras”.

Este nivel de exigencia y aprecio por lo sutil no es, sin embargo, exclusivo de los dos grandes reseñistas mencionados. Cualquier lector de la prensa literaria anglosajona está acostumbrado a vérselas con semejante despliegue de conocimiento y susceptibilidad. En una reseña del Times Literary Supplement (que, por cierto, a la Bovary de Lydia Davis apenas le dedicó tres párrafos) de una nueva traducción de Lenz de Georg Büchner publicada por una editorial neoyorquina, un crítico afirma después de citar una frase del texto: “Esta última cadencia, que casi iguala el énfasis del original, ilustra la sensibilidad verbal de Richard Sieburth [el traductor]. […] Aunque esta versión no supera la excelente de John Reddick para Penguin, aporta un respetable equivalente americano”, (TLS, 4/II/05). Sobre una traducción de Capitaine Pamphile de Alexandre Dumas, podemos leer: “La traducción de Andrew Brown es clara, vivaz y afronta impertérrita retos tales como el de reproducir el argot marinero de la Provenza” (TLS, 26/I/07). Y, sobre otra de Voyage autour de ma chambre de Xavier de Maistre, agradecemos saber que “esta nueva traducción es excepcionalmente buena, aunque [el traductor] habría podido optar por partir de los textos publicados por Pierre Dumas en 1984 en vez de los de Laffont de 1959” (TLS, 5/VII/13).

En nuestro país, los traductores se quejan muchas veces con razón de que su labor no es suficientemente valorada, y de hecho es rarísimo encontrar en nuestra prensa literaria ejemplos de tanta preparación y tanta entrega a la hora de juzgar una traducción. Pero es el momento, me temo, de recordar unas estadísticas. En 2010 colaboré en el Libro blanco de la traducción editorial en España con un artículo en el que citaba algunos datos del CEATL (Conseil Européen des Associations de Traducteurs Littéraires) y de otros organismos sobre las traducciones literarias en España y en Europa. Ahí podía leerse que, entre 2000 y 2010, el porcentaje de traducciones publicadas en España oscilaba entre un 22,9 y un 27,2 por ciento; en el período 2007-2008, concretamente, España iba pareja más o menos con Italia y Eslovenia, bastante por debajo de Dinamarca (60 por ciento), Suecia (45) o Grecia (40) y bastante por encima de Francia (14,4) o Alemania (7,2); el Reino Unido ocupaba los puestos más bajos de la lista con un 3 por ciento. Un estudio más reciente de Literature Across Frontiers (de la Universidad de Aberystwyth de Gales) recoloca esta cifra en 2008 entre el 2,21 por ciento (del total de libros publicados en el Reino Unido) y el 4,59 (del total de libros de narrativa, teatro y poesía). En Estados Unidos la web de la Universidad de Rochester dedicada a la “literatura internacional” se llama Three Percent (tres por ciento) en recuerdo del porcentaje de traducciones en ese país.

Estas magras cifras no solo proyectan una sombra interesante, ahora, sobre la maestría, el tiquismiquismo y el grado de profundidad (sin duda por una digna causa) de los excelentes artículos de Raban y Barnes sino que de algún modo explican también estas tremendas cualidades. Bueno, quizá un rasgo de la industria cultural no baste para explicar toda una cultura… pero en todo caso da algunas pistas. En un “mundo” en el que prácticamente no se traduce, cualquier traducción se ve como un fenómeno sumamente extraño, ajeno al orden de las cosas, y no es raro que, como un poltergeist, sea acogido, casi más que con curiosidad, con escepticismo y se vea sometido al escrutinio más riguroso. No es únicamente, por otro lado, la racionalidad y el curso de la naturaleza lo que parece ponerse en duda. La falta de costumbre engendra también, como en las sociedades más primitivas, sospechas ante el forastero y aconseja convocar un tribunal de sabios para analizar su composición y prevenir sus consecuencias. Una vez superado el examen, el forastero podrá ser admitido, sin perder nunca, eso sí, su estatus de raro inmigrante, al tiempo que permite perversamente a la sociedad que lo ha autorizado enorgullecerse de su docta norma de no dar cabida sino a lo más selecto.

Uno diría que, con la cantidad de basura en inglés que otras culturas nos tragamos tan ricamente, y con tan poco pathos, por cierto, bien podrían ellos estirarse un poco y consumir una ración más cuantiosa de la nuestra. Pero está claro que el pensamiento en inglés no razona así, favor por favor. En un rasgo inequívoco de pensamiento colonial, parece convencido de ser portador de lo natural y lo universal (en definitiva, de lo verdadero, y más selecto), que es precisamente lo que fundamenta su hegemonía. Es él quien “sabe” lo que es universal, quien detecta y dictamina qué es y qué no es “un acontecimiento global” (dicho en la moderna jerga) y quien, si por casualidad el “acontecimiento” está expresado en otro idioma, le da carta de naturaleza mediante ese proceso épico y espiritualmente privilegiado llamado traducción. Decreta no solo cuándo vale la pena correr el riesgo, sino qué contados bienes milagrosamente producidos más allá de sus fronteras lingüísticas son dignos de ser naturalizados y universalizados, es decir, traducidos.

En este panorama, los desafíos del imparfait, de “las finezas de timbre”, del “argot marinero de la Provenza” y el hecho tremebundo de que un traductor haya invertido cinco veces más horas en traducir una novela que un autor en escribirla se ven ciertamente de otra manera. Más que gajes del oficio, parecen ordalías; más que problemas intelectuales, misterios de salvajes; más que propiedades inherentes, accidentes abyectos; y, sobre todo, más que celebrar y fomentar el trabajo de los temerarios, parecen disuadirlo. Con lo que, de alguna diabólica manera, esa rácana cuota del 3 por ciento (o así) que el inglés concede a las traducciones queda también justificada.

La traducción es y debe ser un oficio especializado, pero de ahí a pensar que su público natural sean los especialistas hay un abismo. Es por supuesto deseable ¬–y un objetivo a perseguir– que las traducciones sean todas muy buenas; pero que haya regulares y malas, aunque técnicamente sea lamentable, por otro lado es un signo de salud mental. Es cierto que aquí en España demasiadas veces editores y lectores aceptamos sin rechistar tentativas de intrusos y aficionados, y apenas destacamos el talento de los concienzudos y profesionales; es cierto que el juicio de los especialistas a menudo da la impresión de que nos importa un rábano: de otro modo tendríamos en nuestra prensa más artículos como los de Raban y Barnes, que en sí mismos¬ –insisto–, fuera de ese desértico paisaje del 3 por ciento (o así), son magníficos, instructivos, entretenidísimos y necesarios. Sin embargo, que aquí ni siquiera a los especialistas el hecho de que una traducción esté destinada a ser imperfecta (“Flaubert, Imperfect” se titulaba el artículo de Raban) les parezca una fatalidad cósmica resulta, además de útil, francamente encomiable. Estamos familiarizados con la imperfección –¡ése sí que es un verdadero universal!– y no la vivimos traumáticamente. Esto nos permite, por ejemplo, conocer mundo sin necesidad de pensar que, para conocerlo, haya forzosamente que dominarlo. Nos permite seguir traduciendo y hacer cosas en lugar de, sibilinamente, prohibirlas."

martes, 6 de mayo de 2014

Preguntas para después de un gran puente

1. ¿Qué pensará Elvira Lindo, tan defensora siempre del clan León, de que coincida el estreno de Carmina con su película “neoyorkina” con Javier Cámara?

2. ¿Cómo ha entrado Juego de Tronos con tanta fuerza en la cultura popular, más incluso que el Señor de los Anillos? Me siento Rip Van Winkle.

3. Lola Flores nunca viviría en Andorra y Montserrat Caballé nunca pediría dinero, ¿pero realmente son tan diferentes?

4. ¿Quién cree en el matrimonio y por qué? ¿O por qué no? Palabras de Melanie Griffith en su twitter que transcribo hoy más que nunca.

5. ¿A quién prefiero, a Meñique o a Jon Nieve?

6. ¿Por qué el exabogado de Silva, el hijo de Conde-Pumpido, parece que está ligando siempre que mira a la cámara?

7. ¿Por qué vivimos en un país donde la gente se ríe de los acentos, en algunos casos con complejo de superioridad añadido? Sólo así se entiende el éxito de 8 apellidos…

8. ¿Alguien entiende el éxito de 8 apellidos vascos?

9. ¿Y el de No se aceptan devoluciones?

10. ¿Alguien se cree que Valérie Trierweiler y Cressida Bonas se hayan separado por el peso de las obligaciones de ser primera dama y princesa?

11. ¿Pero qué les pasa, cada vez que ven una negra tiene que haber un amante o un chulo? ¿Cree que abunda el trabajo en el muelle para las putas? ¿Cree que me dedico a follar con los peces? (Woopi Goldberg en Jumpin’ Jack Flash)

martes, 22 de abril de 2014

Una gata temeraria bajo la lluvia

La vida Under The Sea es mucho más fácil, cantaban en La sirenita, y no puedo estar más de acuerdo. Llámesele debajo del mar, la lluvia, las sábanas, los treinta años o Despeñaperros.

En un lunes lluvioso como el de hoy, miro por los barrotes de la ventana de esta extraña clínica de desintoxicación donde no se hartan de decirme lo mucho que me quieren y lo estupenda que estoy, y me pregunto por qué he acabado convirtiéndome en una de esas gatas a las que les gusta la lluvia. Y mira que me pongo a los Carpenters y canturreo aquello de “Talking to myself and feeling old, sometimes I’d like to quit”, pero ni con esas.

Vamos, que el mal tiempo me sube la dopamina y la serotonina más que un enfrentamiento con un chulo de policía a Esperanza Aguirre. Estoy seguro que le dijo mi frase favorita de Fast and Furious: ¿eres de esos hombres que prefiere los coches a las chicas?

Ay, Espe, yo también me doy miedo por mi temeridad. El sol antes me hacía feliz. Ahora me provoca ansiedad. Y lo peor de todo es que la lluvia es muy poco exuberante, irracionalmente hablando, a menos que entremos en caudales de diluvio o lleves las llantas como Grace Kelly.

Claro que este blog hace mucho tiempo que tiene la exuberancia por los suelos. Y mira que lo intento, pero no hay manera. Me temo que hace tiempo que perdí la partida contra esos malandrines que quieren acabar con la fiesta y la exuberancia.

Y maullaréééééééé por tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

miércoles, 16 de abril de 2014

La semana tranca

Hay pocos días más España que hoy: mientras Jesús el Rico libera a un preso en Málaga con una mano articulada para dar su bendición (en total se indultan 19 presos por Real Decreto), se juega la Copa del Rey, nada menos que con un clásico.

En Valencia, donde se celebra el partido, hay dos carpas para celebrar la previa esta tarde. En la del Barça puedes subirte a un asno catalán que funciona como toro mecánico, además de asistir a conciertos de Dr. Callypso o The Upshitters. En la del Madrid, puedes subirte a una réplica de la Cibeles y el concierto es de Marta Sánchez, Soraya y Antonio Carmona. O sigui!!!

¿Dejarán los hermanos mayores de las cofradías llevar cascos a los costaleros para oír el partido? ¿Se verá botar a la Virgen cuando marque un gol el Madrid? ¿Será Cristo del Barça? ¿Qué hará la orquesta cuando se cante un gol en los balcones? ¿Habrá salido Fran Rivera de costalero como otros años en Miércoles Santo o habrá declinado su fe?

Sólo falta que quemen una falla en Sevilla, que la Duquesa salga a bailar una sevillana al balcón y que se escape un toro por la carrera oficial. Qué colocón.

Yo, que me enteré el año pasado de que Cristo resucita (aunque todavía no me ha quedado claro qué hace después: ¿de repente sube al cielo? lo encontré raro) y todavía no sé qué es una chicotá, estoy superafavor de la Semana Santa como espectáculo. Pero como se dice en Málaga: tela.


lunes, 7 de abril de 2014

Contra la primavera

“Mire, a mí también me pone nervioso la primavera, también a mí me turba la muelle trivialidad de los recuerdos y las sensaciones que la primavera despierta en nosotros (…), pues la verdad es que me avergüenzo ante ella, me avergüenzo ante su naturalidad limpia y pura, ante su triunfante juventud (…). Se trabaja mal en primavera, qué duda cabe. Y ¿por qué? Porque uno siente. Y porque es un ignorante quien cree que el creador ha de sentir. Todo artista auténtico y sincero se sonríe ante la ingenuidad de esta ramplonería; tal vez con melancolía, pero se sonríe. Pues lo que uno dice no ha de ser jamás la parte esencial de las cosas, sino tan sólo material, de por sí indiferente, de la cual hay que servirse para crear la forma estética con artística y serena superioridad. Si pone demasiado interés en lo que va a decir, si esto hace latir su corazón con demasiada fuerza, puede estar segura del más rotundo fracaso. Se pondrá patética, sentimental, sus manos producirán torpezas, ridiculeces con pretensiones de seriedad, que están más allá de sus fuerzas, sin gracia ni sabor, aburridas y banales y que, para colmo, no provocarán sino indiferencia en la gente y desengaño y desolación en usted misma (…) ¡Se acabó el artista en el momento en que se haga humano y empiece a sentir!”

Tonio Kröger, de Thomas Mann

sábado, 29 de marzo de 2014

Ansiedad matusabatina

No hay nada peor para empezar una mañana de sábado (ese tiempo perdido o abandonado para los que en fin de semana desayunamos un bloody-mary con Corazón, Corazón, o como me dijeron el otro día en una fiesta, somos muy de vivir la noche) que cruzarte con un chulazo en pitillos con barba que le llega al canalillo, un trozo de pizza en una mano y una cuerda atada a un galgo en la otra. En vez de echarle una mirada “I’d be surprisingly good for you”, tus ojos se vuelven locos buscando el primer bar-no-franquicia donde pedirte un coñac doble. El olor a pastel de cumpleaños de los 80 del coñac es todo lo opuesto al aroma de la magdalena de Proust: no quiero reencontrar este tiempo, te lo regalo, pa ti pa siempre. O parafraseando la famosa canción de Heavy D: ahora que hemos encontrado las mañanas de los sábados, qué coño hacemos con ellas. Ahogado por la ansiedad, los obreros de la construcción que tengo al lado en la barra me miran con cara de póker (“qué hace un maricón como tú en un sitio como este”), a lo que servidor sonríe, pide la cuenta rápido y sale por patas de nuevo a la calle. Decido dar por terminada la excursión de deporte extremo que supone la ecoaventura de desayunar un sábado antes de las 12 en la calle y vuelvo a casa. De repente, en el shuffle, suena una canción que me calma más que una sobredosis de ansiolíticos en un jacuzzy y le da por fin sentido a este sábado sin luz: una versión cha-cha-cha de cu-cu-ru-cu-cu paloma de Eartha Kitt. It’s a skin thing lo que yo tengo con esta mujer.

viernes, 21 de marzo de 2014

Nunca pertenecería a un club que me aceptara como socio

El gran engaño de la 2.0 ha sido pensar que podemos elegir a qué club pertenecemos, de quién somos amigos, de quién nos enamoramos o, si me aprietas, incluso con quién podemos acostarnos.


jueves, 13 de marzo de 2014

Los misterios del mariconismo

“De siempre, cuando vuelvo la vista atrás, se me cae la cara de vergüenza de lo culpable que me siento. Todo lo que me apetece, da igual cuándo, dónde y con quién, tiene una cosa en común”.

Así empezaba en 1987 “It’s a sin” de los Pet Shop Boys. Desde entonces, no hemos avanzado tanto, casi diría que hemos ido para atrás. Esta semana, los PSB han hecho un remix del discurso contra la homofobia de Panti Bliss, una drag denunciada en la tele estatal irlandesa después de dar un par de ejemplos de gente homófoba. Vamos, como si aquí Mary Vaquerizo llamara homófoba a Ana Botella en Alaska y Coronas (cosa harto improbable) y TVE tuviera que indemnizar a la alcaldesa con el dinero de todos. Por lo visto, ya no se puede llamar homófobo a nadie a menos que te metan en la cárcel o te apaleen (ir en contra del matrimonio o la adopción no se considera homofobia, sólo una opinión). En un giro orwelliano, como dice Panti, los maricones ya no somos víctimas de la homofobia, lo son los homófobos.

Querida Panti, yo añadiría otro giro orwelliano todavía más grotesco: cuando somos los propios gays los que nos oprimimos (and that feels oppressive!!!), pero no ante los homófobos, sino ante otros gays, con nuestras barbas para parecer más hombres (¿he oído humillante?), nuestro discurso de puteros anti-pluma en Grindr o la falta de activismo político con el feminismo/el sida/la inmigración.

Es uno de los misterios del mariconismo (uno de tantos) que hoy día que la nueva generación de hombres heteros están cada vez más maricones (porque un poco de feminidad no hace daño a nadie), en vez de intentar parecernos a ellos, hayamos preferido parecernos a los homófobos intolerantes de hace 20 años. Veinte años, que se dise fásil…

Os dejo aquí el discurso. Pulsad el botón CC o la opción de subtítulos.

viernes, 7 de marzo de 2014

Paca la cortijera

No sé si se debe a la relectura de Javier Pérez Andújar, que me retrotrae a la infancia; a que tocaron la semana pasada aquí en M; o a las ganas que tengo últimamente de irme al espacio a hacer de cortijera, pero bueno, ahí va:


miércoles, 5 de marzo de 2014

Frases de Almodóvar

Por más que veo la última película de Pedro, no consigo que me guste, aunque de tanta revisión, estoy consiguiendo que se me queden algunas frases:

- ¿Me remonto?
- ¿He oído humillante?
- No murmures.
- No te oigo, te sigues comiendo las dos ultimas sílabas.
- ¿Usted también es ultracatólico?
- Tú no, absurda.
- Yo he sido mula muchos años.
- Hacemos escote y le pagamos.
- Qué te gusta a ti un mea culpa.
- La muchacha tiene razón.
- ¡Cómo sois las parejas gay de hetero!
- Miss Take, el error hecho mujer.
- ¿Tú no notas que estás menos cardo, que te gusta la gente?
- Tú duerme, canija.
- Cochina, marrana.
- Estas hablando con una apóstata.
- Yo se muy bien cuándo un hombre busca en mí a la mujer y cuándo busca a la travesti.
- Ya me has sembrao la duda, maricón.

miércoles, 26 de febrero de 2014

¿Qué tengo?

Todos los años me pasa lo mismo por estas fechas: abrumado por la falta de trabajo, engordo y sufro de estreñimiento creativo, claro que casi mejor casi, porque no hay nada peor que una gorda con el esfínter tímido y la lengua suelta. Sobre todo si además es de moeurs légères. Y que nadie se dé por aludida, que esto es como la pirámide de Madoff y la última en poner unos kilos es la que se lleva todos los palos. Por si fuera poco, hace meses que el único que suspira en mi cama es mi edredón. Que alguno dirá que tengo que cambiar la foto a tamaño natural de Rubén Cortada que empapela mi nevera, pero es que ya me hace hasta gracia verla. Y si encima viene Vila-Matas a anunciar a bombo y platillo que la autoficción está desfasada, pues a ver qué me queda. O como diría la inefable Toñi Moreno: ¿qué tengo?

La respuesta: ¡¡¡Mamadas!!!

Porque Vila-Matas, como en sus últimas novelas, se equivoca. Lo que viene después de la autoficción no es el reportaje novelado (ni siquiera en su versión Évole), sino la mamada: los followers, los me gusta, los retuiteos y los selfies es a lo que nos han llevado.

La mamada ha sido la gran beneficiada de esta crisis, pues aúna en el mismo paquete, nunca mejor dicho, generosidad, confianza y recompensa. O como diría Almodóvar: una mezcla de vicio, manga ancha y fascinación.

Toñi, como los de WhatsApp, sabe mucho de generosidad. Y de la dignidad de las personas. Venga, repetid conmigo, brazos en alto: ¿Qué tengo? ¡¡¡Mamadas!!!

(Gracias JuanFrita por el vídeo, que no lo encontraba)

jueves, 20 de febrero de 2014

Test de Pacopepe

Siguiendo la estela del test de Bechdel y cansado de ir a películas donde se omite deliberadamente la cuestión gay, he decidido crear un test de mariconismo en el cine. Sólo aceptaré ver una película en las siguientes condiciones:

1. La misión de ELLOS (por ejemplo, ganar más dinero, escribir una novela, destruir la Estrella de la Muerte) no tiene como objetivo último acostarse con ELLAS.

2. No se cumple lo anterior, pero ELLAS son claramente trasuntos de maricones.

3. No se cumple lo anterior, pero ELLOS visten ropa ajustada y marcan músculo.

4. No se cumple lo anterior, pero está protagonizada por tres mujeres o más.

5. No se cumple lo anterior, pero tiene más de un 35% de personajes maricones.

6. No se cumple lo anterior, pero es un musical.

7. No se cumple lo anterior, pero está recomendada por alguien muy maricón.

viernes, 14 de febrero de 2014

Es peligroso estar enamorado, a menos que también seas estúpido

El otro día escuché una de esas frases que dejan a una traductora pensando que debía haberse dedicado a la taquigrafía: dactylo, dactylo, como decía Camille/Brigitte Bardot en Le Mépris.


La frase no es otra que: “It’s dangerous to be sincere, unless you are also stupid”, y la dijo como no podía ser de otra manera un irlandés, Bernard Shaw, vegetariano, comunista y burgués. Lo primero que pensé cuando la escuché fue: he oído mal, ha dicho “It isn’t dangerous to be sincere, unless you are also stupid”. Que sólo a un idiota se le puede escapar una verdad que le perjudique: un pensamiento muy español.

La busqué en Internet y, OMG, no sólo la había oído bien, sino que no encontré ninguna página con una explicación decente.

Como mi inglés se ha forjado, primero, a los pies de la cordillera penibética, rebobinando cintas de Madonna con los cascos puestos y, después, en las frías llanuras del corazón de Moravia, poniéndome fina de goulash, me dije: el problema está en la adversativa, debe ser una fórmula arcaica que no conozco. Probé variaciones: Es peligroso ser sincero, si además eres estúpido (No, eso es lo mismo que No es peligroso ser sincero, a menos que seas estúpido). Si eres idiota, puedes decir toda la verdad que quieras, que no es peligroso (No tiene mucho sentido).

Estaba a punto de tirar la toalla, cuando al final se me encendió la bombilla. Puede que cuando Shaw dice “It’s dangerous to be sincere” dé por sentado que nadie es sincero realmente, como cuando se dice “Yo no soy racista”, y que la frase sólo sea cierta cuando eres idiota. Que sólo los idiotas se atreven a ser sinceros: un pensamiento muy inglés.

No sé, lo mismo sigo sin entenderla bien (“qué pena haber nacido española”, como decía Chen anoche). Con el amor la entiendo mucho mejor. Antes pensaba que sólo los idiotas bajaban la guardia en el amor, por lo que si eras inteligente, no corrías peligro. Ahora pienso que sólo un idiota puede ver el amor como algo peligroso. Seguro que BB me entendería. ¡Feliz San Valentín!

2017: tibio y desafecto

Ay, que ya nadie se acuerda de 2017. Aquí va mi resumen: Lo mejor del año  * La frase de "Juego de Tronos": “Maybe it real...