martes, 29 de diciembre de 2015

Las uvas y el alquitrán

Da miedo que cada vez sea más fácil resumir un año, pero es que pasan volando. La llegada de la alcaldesa Karmele, como la llaman los taxistas, ha marcado el fin de las pelucas en Navidad por Madrid, o al menos a mí me lo ha parecido. La emergencia de los falsos hipsters (perdón por el pleonasmo) coincide con el declive del hooverboard, el ex regalo estrella de la navidad, ahora que no se puede subir a los aviones (por un problema que no viene al caso de las baterías de litio, que explotan). Se entiende que los modernos que compran el hooverboard se pasan el día viajando en avión, lógicamente. Ha sido el año de los vermouts, de los que se han hecho hasta turrones; del Jägermeister, que divide a la población entre los que se lo tienen prohibido y los que tienen mucha fe en la bondad humana; de las reuniones de cocainómanos anónimos; de las gastronetas, aunque todavía no he visto ninguna; de las dudas sobre la Trovada en activos, cuando el 80% de su efectividad es en el derrière; de las sexparties y el chemsex; del poliamor y la pocavergüenza.

El año de la economía compartida (I share, therefore I am), la responsabilidad tuitil y el stinky pinky aplicado a la política de pactos. El año en que Artur Mas aprendió a jugar al mus. El año en que por fin descubrimos por qué Rajoy usaba plasma: porque es precognitivo. Esta casta es una ruina.

La noticia que más me ha impactado en todo el año es el aumento exponencial de las ETS entre los jubilados de Florida. Da para un gran título de película de Ozores: Para lo que me queda en el convento, me corro dentro. El cine español ya no es lo que era.

Feliz año a todos y virgencita que me quede como estoy (de virgencita, que el año pasado deseé lo contrario y no se me ha cumplido nada).

Hace mucho que no hago listas, así que aquí va una de resumen del año.

Mejores libros de ficción

También esto pasará, Milena Busquets
Sumisión, Michel Houellebecq
Mi cuerpo también, Raquel Taranilla

Mejores libros de no ficción

El mundo, un escenario, Jordi Balló y Xavier Pérez
El anzuelo del diablo, Leslie Jamison
Capitalismo canalla, César Rendueles

Mejores películas

El despertar de la fuerza, J J Abrams
Kingsman, Matthew Vaughn
Mad Max, George Miller

Mejores series 

Daredevil
Quantico
How to get away with murder II

Mejores obras de teatro

El público, Álex Rigola
La clausura del amor, Pascal Rambert
Fla.co.men, Israel Galván
John, DV8 Phisical Theater
Porgy and Bess, Cape Town Opera Company
Soeurs, Wajdi Mouawad
Reikiavik, Juan Mayorga

Mejores vinos

Trasnocho 2009. Remírez de Ganuza
Malleolus 2011. Emilio Moro
Algueira 2009. Adega Algueira

Mejores restaurantes

SQD Meat Point
Aire
Ahary

Mejores canciones

Automatic, Zhu feat. AlunaGeorge
Baloncesto, La Prohibida
Little Danger, Prides
Your Low, DMA’s
Northern Lights, Kate Boy
Down Here, John Grant
Tonto, Soleá Morente
All U Writers, !!!
Some Wonder, Jimmy Somerville

Mejores discos 

Ratchet, Shamir
Real Life, Real Lies
Currents, Tame Impala


miércoles, 2 de diciembre de 2015

London Spy

Las series gays tienen un problema con su público, que no le gusta verse representado, qué digo no le gusta, le repugna, supongo que tiene que ver con el cuadro de Dorian Gray, el espejo de Blancanieves o, en última instancia, la dificultad de Miss Havisham para reconocer su reflejo. Pasó con Looking, que tuvieron que cancelarla por falta de audiencia, que no de comentarios en las redes, donde gente que ni siquiera la había visto se apresuró a decir aquello de “no, no, no, no nos representan”.

Pues bien, ahora la BBC sube la apuesta con una nueva serie gay de género, London Spy, que es un cruce de Maurice, Retorno a Brideshead, El Topo y Skyfall. Son cinco capitulitos de una hora cada uno, termina este domingo y mi grado de identificación fue como el de Narciso en el estanque (de gritar todo el rato como una loca).

El protagonista de London Spy es precisamente Ben Wishaw (el nuevo Q de James Bond) que interpreta a un típico gay urbanita, más solo que la una, que una mañana al volver de marcha conoce al hombre de sus sueños, Edward Holcroft (al que ya vimos en Kingsman), que por supuesto no resulta ser quien dice ser.

La crítica inglesa ha dicho barbaridades como que es “as exclusively all-male as an old-fashioned gentlemen's club", que Wishaw tiene “the body of an alien”, que la trama es “a plodding old carthorse lacking intrigue, charm or plausibility”, o que “Believe it or not, BBC execs reckon there is not enough gay drama on the Beeb […] You might think that it's become impossible to switch the telly on without seeing two men locked in a naked clinch, or in drag, or snogging".

Como decía Shelley Duval en Annie Hall, a mí me encanta que me reduzcan a un estereotipo cultural y, je dirais même plus, tengo déficit de representación mariconil, como no me canso de repetir en este foro, así que os la recomiendo fervientemente.

2017: tibio y desafecto

Ay, que ya nadie se acuerda de 2017. Aquí va mi resumen: Lo mejor del año  * La frase de "Juego de Tronos": “Maybe it real...