sábado, 29 de diciembre de 2012

FELIZ 2013

Aquí os dejo mi canción de la semana, que es muy Madonna de los primeros noventa. Además, los Sapeurs (esa tribu urbana del Congo obsesionada con la moda) que salen me han dado muchas ideas de modelitos para fin de año (sí, ya sé que prometí que este año no iba a ir In Search of a Midnight Kiss, pero es que vi la película el otro día y me puse tonto). Os deseo lo mejor para el nuevo año.

Tell me the truth boy am I losing you for good
We used to kiss all night but now there's just no fuse
I don't know why I fight it, clearly we are through
Tell me the truth boy am I losing you for good

jueves, 27 de diciembre de 2012

Turrón pa' aburrir



A William Deresiewicz le preocupa que la comida acabe sustituyendo al arte en la alta cultura (http://www.nytimes.com/2012/10/28/opinion/sunday/how-food-replaced-art-as-high-culture.html?_r=1&). Si viera cómo nos lanzamos a los langostinos en España en estas fechas, creo que podría repantigarse tranquilo en su sillón estilo Ivy League. Supongo que son los últimos coletazos de la transición, como salir de un restaurante quejándonos de la cantidad de comida en los platos.

Estoy de acuerdo con él en la tontería que lleva implícita cada vez más la comida. El snobismo y su valor como consumismo conspicuo (ostentación) no son nada nuevo, sí la ortorexia nerviosa (me encanta el adjetivo nervioso, aunque históricamente sea tan machista), la física aplicada a los fogones y la praxis filosófica de las recetas. Ahora, de ahí a que Ferrà Adrià acabe sustituyendo a Picasso… son otros tiempos.

En lo que discrepo de don William es del siguiente párrafo:

“But food, for all that, is not art. Both begin by addressing the senses, but that is where food stops. It is not narrative or representational, does not organize and express emotion. An apple is not a story, even if we can tell a story about it. A curry is not an idea, even if its creation is the result of one. Meals can evoke emotions, but only very roughly and generally, and only within a very limited range — comfort, delight, perhaps nostalgia, but not anger, say, or sorrow, or a thousand other things. Food is highly developed as a system of sensations, extremely crude as a system of symbols. Proust on the madeleine is art; the madeleine itself is not art.

A good risotto is a fine thing, but it isn’t going to give you insight into other people, allow you to see the world in a new way, or force you to take an inventory of your soul”.

La comida, a pesar de todo, sí es un arte. La comida puede ser tan narrativa como un cuadro de Miró o tan representativa como otro de Dalí, y puede organizar y expresar emociones, sobre todo si es tu madre la que cocina. Una manzana puede ser una historia si la coge un escritor argentino. Un curry es una idea si mezclas tú las especies al momento cual Stravinsky. Las comidas pueden evocar emociones, no sólo nostalgia, placer y deleite, también enfado (si no te sale bien), arrepentimiento (después de salir de algunos restaurantes) y mil cosas más. La comida no sólo ofrece sensaciones, sino que estas se pueden codificar en símbolos. Y eso de que la magdalena sin Proust no sea arte…

En fin, come con moderación.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Maybe this xmas

"Maybe this Christmas will mean something more
Maybe this year love will appear
Deeper than ever before..."


Os deseo unas morri crisma más jamonas que Sergio Ramos!!!

viernes, 21 de diciembre de 2012

La Schadenfreude

Hay un capítulo en Big Bang Theory donde Sheldon le dice a Leonard: “You know how I can tell we're not in the Matrix? If we were, the food would be better”. 

¿Sabes cómo sé yo que no estamos en Matrix? Si lo estuviéramos, la gente no estaría enganchada a los realities de Divinity. 
 

Es una epidemia. Estuve el fin de semana pasado parando el oído como se dice en catalán en una poblada fiesta de navidad y no daba crédito.

Definitivamente, con el nuevo siglo se ha confirmado el cambio de la iconodulia a la iconoclasia. Del más estrellas que en el cielo al más freakies que en Gran hermano. De la era de la envidia a la era de la Schadenfreude (pronúnciese chadenfroide, gracias Javito). Si la envidia es la tristeza o el pesar del bien ajeno, la Schadenfreude sería la alegría o el regocijo en la desgracia ajena. No existe término en castellano, por eso lo he tomado prestado del alemán (ellos siempre en todo).

Todo empezó el viernes con una discusión en casa sobre la caída de la “star quality” de las personas, vamos, que ya no hay estrellas como las de antes. Mi tesis es que todo se debe a los medios, a los de antes y a los de ahora. No creo que haya un coeficiente de caída de la genialidad humana. 

Al día siguiente, en la susodicha fiesta, pude corroborarlo. ¿Cómo va a haber estrellas si la gente sólo habla de programas de estilistas, decoradores de interiores y cocineros? Tachadme de clasista, pero esa gente solía ser el servicio. Claro que no creo que los vean por ellos, sino por los desgraciados que les acompañan. Ahora, cuando se enseña una casa en esos programas de puertas abiertas que tanto han proliferado en la tele, es para reírse de los dueños, aunque la casa valga millones y tú vivas compartiendo piso. En los tiempos del Hollywood clásico, cuando una estrella enseñaba una casa, era para morirse de envidia. Ahora la gente ve programas de chicas con un excelente gusto en donuts y un dudoso gusto en vestidos de novias y es feliz.

Otros ejemplos de Schadenfreude: todo lo malo que le pase a la Casa Real, las últimas elecciones catalanas, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el caso del Madrid Arena, los nuevos ricos arruinados, el Cuore, la Pantoja…

Se supone que la Schadenfreude es la evolución lógica de la envidia. Primero envidias a alguien y, cuando le pasa algo malo, te alegras. Pero del “A cada cerdo le llega su San Martín” al “Mal de muchos, consuelo de tontos” hay solo un paso. A esto, súmesele un déficit de complejo de superioridad y unas ganas de criticar que ni servidora el día después de una fiesta. El que sufre de Schadenfreude, como no se siente superior con su trabajo, el amor o la costura, lo hace viendo “cosas” como Gandía Shore y, entre capítulo y capítulo, se repasa el facebook de todos los conocidos de conocidos buscando en su fuero interno el mínimo resquicio de conmiseración como el actor que intenta llorar y no le sale.

Le propondría a la Academia que creara una palabra más bonita que Schadenfreude, porque el primer paso para solucionar cualquier problema es aceptarlo, y no se puede aceptar si no se nombra. Aunque claro, en la Academia llevan años sin actualizar el significado de condescendiente, y así sigo yo, pensando que os cuento todo esto sólo por bondad.

viernes, 14 de diciembre de 2012

El novio cadáver

En el "Libro de los muertos" de Canetti me encuentro una historia que me da muchas ideas:

Los muertos contraen matrimonio: "Cuando un hombre ha tenido un hijo, y otro ha tenido una hija, aunque ambos hayan muerto tiempo atrás, tienen la costumbre de hacer que sus hijos difuntos contraigan matrimonio, y de dar una dote a la hija. Al mismo tiempo, pintan sobre papel personajes que representan al séquito de acompañantes, con caballos y otros animales, trajes de todo tipo, y cada pieza del mobiliario, y todo esto, junto con el contrato de matrimonio, redactado siguiendo el modelo habitual, es arrojado luego a las llamas, a fin de que, a través del humo (según creen ellos) les sea llevados a sus hijos al otro mundo y puedan convertirse en marido y mujer en la forma debida. Después de esta ceremonia, los padres y las madres se consideran emparentados entre sí, exactamente como si se hubiera celebrado una boda de verdad entre sus hijos vivos".

"En la provincia de Shan-si tienen una costumbre ridícula, que es la de casar a personas muertas. F. Michael Trigancius, un jesuita que vivió varios años en esa provincia, nos lo dijo cuando estábamos confinados. Ocurre que muere el hijo de un hombre y la hija de otro. Mientras los ataúdes están en la casa (y suelen tenerlos allí durante dos o tres años), los padres se ponen de acuerdo para casarlos; envían los regalos habituales, como si estuvieran vivos, con gran ceremonia y acompañamiento musical. Después juntan los dos ataúdes, sirven la cena de boda ante ellos, y por último los ponen juntos en una tumba. A partir de entonces, los padres no sólo se consideran amigos, sino parientes, como lo hubieran sido si sus hijos se hubiesen casado estando vivos".

No puedo dejar de pensar en mi noche de bodas. Como dice Howard en Big Bang Theory: "That's a bit of an overreaction to a little harmless necrophilia". O como diría la Pepa: "Nunca me ha gustado  demasiado la vida, pero no es de ahora, es de siempre".


miércoles, 12 de diciembre de 2012

Las Euménides del Trabuco

"Entre los hombres primitivos, no existe la idea de una muerte natural. Cada muerte que se produce ha sido causada por algún tipo de magia oscura, por alguna persona malvada"

Elias Canetti


En la misma sala de espera de las gitanas del Lefties, un grupo de mujeres de Villanueva del Trabuco, vecinas todas de otra que lleva 8 horas en quirófano, después de desgranar las páginas de Internet de donde se bajan todos los culebrones, empiezan a compartir historias sobre el cáncer. Historias fulminantes y metastásicas, a un volumen que duele más por desconsideración que por decibelios: cánceres de garganta que se operan y vuelven a aparecer a los dos años, cánceres de páncreas que se curan milagrosamente, el machismo en la evolución del tratamiento de los cánceres de próstata… A mí me recuerdan a una mezcla de "El verdugo" y "Monólogos de la vagina". Una de ellas, con cara de dependienta de mantequería, en medio de uno de estos rosarios holocáusticos, dice una frase que suena como un disparo en el aire: "cuanto más nueva, más te corre". Tardo unos segundos en calibrar la sintaxis: nueva quiere decir joven, en los pueblos todavía se usa, "ella era más nueva que yo", y lo que corre es la metástasis. Con la idea todavía humeando en el ambiente, llaman a los familiares de su vecina y abandonan todas la sala corriendo como las Euménides.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Mi éxito con los hombres

Hago mía una frase de Churchill durante la II guerra mundial: "El éxito es la capacidad de ir de error en error sin perder el entusiasmo".


domingo, 25 de noviembre de 2012

Visca Catalunya!!!

Como no podía ser de otra manera, Camela ha escrito la canción que mejor describe la relación entre Cataluña y España:

"A veces pienso que ya no me quieres
estoy notando que no estas conmigo
siempre me pones alguna excusa
y no te importa si estoy o me he ido
por eso creo que debes dejarme...
...o darme tu cariño"

"Estoy siempre confundida, no se que pensar
necesito una respuesta y tampoco me la das
toma ya una decision: dejame o dame amor"

"hoy me das una de arena, y mañana otra de cal"


viernes, 23 de noviembre de 2012

Los morreos

Los viernes por la tarde me gusta hacer Gran vía, de Callao a San Luis. Me gusta ver las caras de los chicos y las chicas que salen de las bocas de metro tirando de un maletón lleno de ilusiones, disimulando su impresión ante el edificio de Telefónica o el Capitol. Supongo que en el fondo tengo alma de Violet Sanford (y su pánico escénico). Bueno, cuarto y mitad, porque el resto es alto extrarradio (el de cercanías, el bajo extrarradio sería el de metro).

No seré yo quien les diga que la gran ciudad en el fondo es como las provincias, que mucha rotación, mucha potencialidad y mucha oportunidad, pero al final es sólo un truco de magia oxidado. Aunque como escribe Lluïsa Cunillé en Ilusionistas: “Lo más fácil es engañarse a uno mismo, porque el hombre generalmente cree que aquello que desea puede llegar a hacerse realidad”.

martes, 20 de noviembre de 2012

Mi otoño enajenado

Tanto que todavía hay días que creo que estamos en verano. Así que, antes de que enciendan las luces de navidad, aquí os dejo uno de mis termómetros:

Sube 

1. The Abbey Road Sessions, de Kylie Minogue. El disco perfecto para escuchar estas tardes nubladas, con un café bombín (bombón con leche desnatada) humeando y un libro abierto boca abajo en la mesa…

2. Ciudad abierta, de Teju Cole. La novela del año para muchos. Me encantan los paseos huyendo del hospital, la estancia en Europa, el punto Holden Caulfield que tiene al final… muy recomendable

3. La colección de Martin Margiela para H&M.

4. El pollo al gin-tonic para llevar de Estado Puro.

5. Las gitanas en los hospitales. El otro día volví a ver “El cielo abierto”, de Albadalejo (y Lindo!!!) y no me pude reír más con la gitana que tiene María José Alfonso en la cama de al lado en el hospital. Yo presencié en Málaga una conversación sobre Letifiel, una tienda de ropa que les gustaba mucho, más barata que Cortefiel, sí hombre Letifiel. Yo pensando que sería alguna marca inspirada en Leticia hasta que me di cuenta de que hablaban de Lefties.

6. Los plumones de franjas tipo el muñeco de Michelin, pero más pequeñas (Juanfran los vio mucho en NY y ahora se empiezan a ver en M).

7. La exposición de Jean-Paul Gaultier en la fundación Mapfre: muy bien montada y muy entretenida.

Baja 

1. Keep the lights on. ¿La nueva Weekend? Para nada, te lo hubiera comentado. Me la esperaba un cruce entre A single man y Shame, y resultó más un cruce entre Cuando Harry encontró a Sally y un Behind the Scenes de Whitney Houston.

2. Las gafas nerd o de empollón. En EE.UU. están muy pesados. Hay un movimiento que incluso les ponen un esparadrapo en medio en referencia a las gafas que les rompían a los freakis en el instituto. Señores, si de verdad es un homenaje, un freaky hoy día llevaría gafas apaisadas de pasta metálica. En general, todo lo que lleve Maxim Huerta me da frío, mucho frío.

3. La programación del Teatro Español. Desde que se fue Mario Gas está de un rancio que no puedo.

4. Fashion TV Spain. No sé quién habrá montado este canal, pero parece un capricho de alguna pija. Además, las modelos sin barrera lingüística pierden mogollón. Le doy seis meses.

5. Madrid-Barcelona. Una de mis dicotomías preferidas ha perdido toda la gracia.

6. La noche ya no es guy, como cantaba Martirio. De Nueva York a Madrid, pasando por Londres, los gays ya sólo ligan en los gimnasios, en los cafés y los bares heteros. O en última instancia, en bares medio alternativos como el Sugarland (Williamsburg, Brooklyn), el Joiner’s Arms (Shoreditch, Londres) o el Atril (La Latina, Madrid).

7. La risoterapia. En estos tiempos, la gente no debería cortarse y llorar a moco tendido en las reuniones. Es igual de relajante que la risa y no lleva a engaños.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El fin de una era

Ya sé que últimamente estoy muy vago y sólo pongo vídeos, y que estoy muy pesado con el asunto generacional, pero es que se me han caído dos lagrimones, uno de pena y otro de risa, cuando he visto a la hasta hoy reina del pop dando vueltas alrededor del chinito. Es como cuando una de tus tías se arranca a bailar en una boda. Y mira que a mí me encanta el Gangnam Style (y la coreografía del pasito es un must), pero esto definitivamente clama al cielo. Si no el fin de un reinado (Germanottas-wannabes, dejad el twitter un ratito), definitivamente es el fin de una era...

sábado, 3 de noviembre de 2012

La realidad aumentada


Antes que nada, perdón por la ausencia, aunque en estos tiempos de hiperconectividad y microcoordinación, las ausencias deberían celebrarse, no excusarse. Sobre todo las ausencias de uno mismo, que son las que dejan más resaca. 

Este último mes los días han transcurrido como las hojas de un libro que pasas sin leer y lo peor de todo era la angustiosa certeza de que era el libro de tu vida el que tenías entre manos: de repente ilegible, porque los acontecimientos llegan antes que las palabras y estas antes que las ideas. Me encanta el término inglés “a real turnpager” para decir que un libro se lee bien. Hasta que llega el paroxismo y te dedicas a pasar las páginas sin leer porque prefieres no enterarte de nada. La vida es el único libro que se lee solo.

Buscando tendencias en la Gran Manzana para relajarme, hoy he leído en el New York Times (que aunque se disfrace de periódico, tiene más ficción que un libro de trucos de magia) un artículo sobre la microcoordinación, referida a las interacciones sociales lubricadas con smartphones. En la prehistoria, la gente quedaba en lugares y a horas concretas. Hoy, nos microcoordinamos o ajustamos nuestros planes según sucesos en tiempo real, ya sea un atasco, un cambio de planes, un mensaje de última hora, etc. Bueno, pues uno que tan reacio es a la falta de modales de las nuevas generaciones (que dan un plantón a golpe de whatsup, y eso cuando se dignan a responderlos) debe reconocer que lleva un tiempo microcoordinándose como buenamente puede.

Y sin salirme de las tendencias, un grito sobre el último invento (Ahhhhhhhhhhhhhhh). Siempre he pensado que los buenos inventos son aquellos que suplen una carencia que teníamos (del condón al ipod), mientras que los grandes inventos son aquellos que nos crean nuevas necesidades que en realidad no teníamos antes de que salieran al mercado (del viagra al ipad). Todo esto desde el punto de vista del mercado. Porque para el usuario, sólo son dolores de cabeza innecesarios. Y ya no te digo para los early-adopters. ¿Que por qué me enrollo tanto? Porque hace un par de semanas, entre resaca y resaca, leí en algún lugar algo que no hablaba de mi: las gafas de realidad aumentada de Google. El viejo reaccionario que parece que me ha abducido últimamente se echó las manos a la cabeza, tarde, como el púgil que cae al suelo después de un golpe fatal: ¿quién quiere aumentar la realidad?, pensé desconsolado tirado en el ring.

Como bien dice Blanche Dubois después de recibir un puñetazo verbal de Kowalski (y tengo pendiente un post sobre la película): I don’t want realism. Y menos aumentado, hermana.

jueves, 11 de octubre de 2012

Tuitéame, tonto

Generación Twitter:

Dícese de la generación que sólo necesita 140 caracteres para definirse, opinar e informarse, espacios incluidos. Cognitus interruptus prov…

…ocado por el límite de caracteres de los SMS de los antiguos móviles. Todo un reto, no sólo para la capacidad de síntesis de las nuevas generaciones, sino para la supervivencia de algunas preposiciones, pronombres relativos, el punto y coma, el contexto y las subjuntivas en general.

Y el punto y aparte. Qué grande el punto y aparte. Qué venga-hasta-luego.

¿Que qué le reprochamos a esta generación? Que no profundizan, que se quedan en los titulares (y no solo de los periódicos, de la vida), que fingen saber más de lo que saben, que les encanta pontificar sin entrar en exégesis, que no saben leer entre líneas (porque sólo tienen dos), que odian la hermenéutica, que son superficiales de mala manera (porque para ser superficial hace falta haber profundizado antes), en definitiva, que son jóvenes.

La crítica a la razón tweet (porque twit significa imbécil, bobo, en inglés) ha sido el tema de mis penúltimas borracheras, lo que me ha acarreado más de un rapapolvo (de menos de 140 caracteres, eso sí), aparte de dejarme en las reuniones como un viejuno reaccionario que lleva fatal la edad.

Todo esto para retratar (o más bien hacer una instantánea con el móvil, como a ellos les gusta) la brecha generacional entre lo que vino llamándose Generación X y esta nueva Generación Twitter. De los baby boomers no voy a hablar, más que nada porque ellos tampoco lo hacen, para no parecer mayores (algunos hasta tienen página en Twitter). Más de un baby boomer me ha lanzado una mirada de reproche donde se podía leer: te estás delatando. Cuando el único delito que quiero denunciar, si el no pensar es algo punible en estos tiempos de paños calientes, es el de estos haikus-wannabes. Pero quizás sea mejor que termine de exponer el caso, mi señoría.

El otro día estaba terminando “Covering McKellen” (porque un libro no es algo que se descarga, es algo que se arruga), creo que ya lo comenté, sobre un actor viejo y reaccionario que sale de gira haciendo de sustituto de Ian McKellen en King Lear y no soporta a la nueva hornada actores, cuando me encuentro con lo siguiente, que él extrae de un artículo de periódico:

“Those born after 1982 are seen by employers as unrealistic, self-centered, fickle and greedy, with a massively over-inflated opinion of their own abilities. They expect everything to fall into their laps and, chances are, they will be cruelly disappointed”. 

Toma castaña. Lo he dejado para el final porque a estas alturas de líneas ya sería para tuitearlo que alguien de esa generación continuara leyendo. No voy a desgranar aquí las conclusiones regadas por el alcohol a las que hemos llegado (no los nombraré, pero I’m not the only old reactionary), aunque sí las premisas: la culpa de todo la tiene Internet (por no decir la LOGSE y sus padres). Pero bueno, dejémoslo en que han recibido la información muy fragmentada y a espuertas. La Generación X fuimos los primeros en beneficiarnos de la red, pero teníamos impresos a golpe de colleja lo que cuesta conseguir las cosas (la información, entre otras) como para no apreciarlas. Seguiría hablando pero me están dando ganas de beber para soltar la lengua y son sólo las 11 de la mañana.

(Es un post que llevaba tiempo postergando para no echarme años encima, pero los 255 caracteres de ese artículo de periódico no podían explicarlo mejor que un vídeo autoeditado por Winona Ryder en Reality Bites).

sábado, 6 de octubre de 2012

Los beneficios del chándal


"¿Por qué tengo que vivir? ¿Para decidir qué ropa ponerme? Y cuando lo hago, ¿qué es lo que me espera?"

Las amigas, Antonioni

*    No es ninguna boutade decir que Sam Mendes, el niño mimado del teatro inglés,  se está jugando el título de Sir en la próxima película de James Bond, Skyfall, que esperamos que no sea el bluff que ha resultado la canción homónima de Adele. Aunque no sé por qué me da que últimamente está más por impresionar a su one-day-to-be-father-in-law, Sir Peter Hall (exdirector de la Royal Shakespeare Company y el National Theater, padre de Rebeca Hall, 17 años his younger) que a su cachonda majestad.

*    Si, como dice Canetti, la ética del anciano es su salud, la del joven sería el desafío de esta.

*    Me quedo de piedra al conocer el caso del niño de Palma (suena a torero) que quería hacer estragos en la Universitat balear. Aparte de lo surrealista de la noticia en El País (declaraciones de su bibliotecario y su peluquero, ni una palabra de la familia), estoy considerando seriamente cambiar de trabajo y dedicarme al póker en Internet (¿21 años, un mes independizado y 7000 euros en el banco ganados en timbas? That's what I call a what the fuck).

*    No es que me haya caído del caballo como San Pablo estos días en el pueblo, pero hoy debo confesar que he descubierto algo que antes nunca hubiera admitido fuera de la palestra: los beneficios del chándal.

*    Por último, reivindicar la figura de los dos policías de Cerdanyola. Hay que tener mucho aaaaaaaaaarte para elegir esa canción, mover el culo con uniforme y elegir una carretera desierta para grabarte. Lástima el tufillo homófobo de la ceja levantada con que todo el mundo ha recibido la noticia, incluidos los rumores de que ha sido la mujer del calvo la que ha colgado el vídeo. Por favor, ¿qué preferimos, cargas policiales, robos de cocaína o coreografías de Mama Lover?

miércoles, 3 de octubre de 2012

Ahora elijo yo las canciones

Ya no cojo taxis. Eran muchos al día y tampoco tengo ninguna prisa por llegar a mi destino. Ahora voy andando a todas partes, a paso Londres, de zancada larga, con los cascos a todo volumen. Ahora elijo yo las canciones.


lunes, 1 de octubre de 2012

jueves, 20 de septiembre de 2012

And now despise me if you dare

•    Lo de titular con una cita de Orgullo y prejucio, concretamente la frase que le suelta la protagonista a Darcy cuando éste se niega a bailar con ella en la primera fiesta, es porque pienso decírselo a algún hombre este fin de semana en la boda de Eva.

•    Aunque servidor en Antequera es puro Parménides: ex nihilo nihil fit, o lo que es lo mismo, de la nada, nada se saca. Lo cual me lleva de nuevo a Lear, cuando le dice a Cordelia “Nothing will come of nothing” después del famoso Nothing de Cordelia. Aunque ya se me ha pasado el arroz (o más bien me he pasado con el arroz) para hacer de Cordelia: las actrices que interpretan a Cordelia deben estar muy delgadas, porque Lear tiene que llevarla en brazos cuando muere. No sé si Eva recordará que vimos un Lear de Gerardo Vera en el Valle Inclán, seguro que sí.

•    Eva siempre dice que siempre la animaba a quedarse en Madrid cuando le entraban las dudas, como en la canción de Mecano. Lo cierto es que el Madrid que yo conocía de los noventa, aparte de la Sastrería, el Star’s, la Angels of Xenon, el Refugio y algunos antros de travestis, siempre me lo presentó ella.

•    “Los días felices los pone allí el recuerdo. Por eso son tan tristes” escribe Sánchez Ferlosio.

•    Hay un ensayo de Michael Ignatieff donde afirma que preguntarse de qué va Lear equivale a preguntarse de qué va la vida, que la respuesta varía según en qué momento estemos. Se supone que cuando somos jóvenes empatizamos con Lear porque nos sentimos unos hijos desagradecidos y, a medida que pasan los años, empezamos a entender a los hijos y a ver cómo Lear es un hombre violento que no ha sabido entender a los suyos ni sabe aceptar la edad. A mí me pasa lo mismo con Historias de Filadelfia, mi película favorita de bodas. Cuando era un niño, sólo me faltaba el vestido de puntilla para ser la hermana pequeña (Nothing ever possibly in the least ever happens here), luego empecé a identificarme con los pretendientes y más tarde con la novia. Con los años he acabado sintiéndome como la fotógrafa (I don’t hate anybody, I’m just a photographer) y me temo que acabaré como el tío Willie (espero no empezar este fin de semana cogiéndole el culo a nadie).

•    Bueno, cariño, supongo que estarás muy liada para leer estas líneas, but I wish u all the best.

sábado, 15 de septiembre de 2012

This is the winter of our discount tan

“Hemos de obedecer al peso de este triste tiempo, y decir lo que sentimos y no lo que deberíamos decir. El más anciano es el que más ha soportado; nosotros, los jóvenes, jamás veremos tanto ni viviremos tanto tiempo”. (El duque de Albany al final de Rey Lear)

• This is the winter of our discount tan. Es lo primero que leo al poco de aterrizar. Un país que hace de una cita de Shakespeare un anuncio de descuento de bronceado es de amar (a pesar del bloody weather, lo lejos que está todo y ser expertos en especulación). Más tarde, descubriré en la calle de mi hermano una tienda de bronceado puerta con puerta con una funeraria. La máquina de rayos UVA expuesta en el escaparate parece un ataúd de neón o la cama de un vampiro suicida.

• Un país donde para anunciar un bolso dicen: “a leather brand so grand it makes our eyes feel socially inferior when we look at it”. Resulta cuanto menos curioso que luego, por ejemplo, a los críticos de gastronomía del Independent y el Guardian les parezca un dispendio gastarse 100 pounds por cabeza en el mejor restaurante de Londres y lo comenten. Contrastes, cariño, contrastes.

• No será el Gloucester de Ricardo III con su descontento invierno, sino otro Gloucester, el de Rey Lear, quien me persiga desde entonces. Todo empezó con las citas a Shakespeare en Margaret, la película, seguido de un magnífico artículo de Ordóñez que me envió mi hermano (http://blogs.elpais.com/bulevares-perifericos/2012/01/shakespeare-co-gloucester-despues-de-la-caida.html), un libro sobre una representación de Lear de la Royal Shakespeare Company (Covering McKellen, by David Weston) que compré en el National y un capítulo dedicado a Lear en el libro de hermenéutica de Robert Jauss, donde se analiza la recepción de Lear de Herder, Goethe, Heguel, Balzac, Tolstoi, Shaw hasta el New Historicism. De lo poco que entiendo este libro, me encanta la teoría de que el tema en Lear no es la ingratitud de los hijos, sino el miedo a ser amado, “la vergüenza, el temor a dejarse reconocer por otros (his terror of being loved, of needing love)”. “For some spirits to be loved knowing you cannot return that love is the most radical of tortures”. No, si ahora va a resultar que Lear es un romántico.

• Hablando de romanticismos, no os perdáis “The deep blue sea”, de Terence Davis. Ingleses pretending to have feelings, or even pretending to play to have feelings. Lo de este país con el verbo to play no es normal. Ellos todo lo play (interpretan, juegan, representan). En los chats, no dicen No pluma, dicen Straight acting. Siempre dan por sentado que hay que actuar. En eso me encantan.

• Continuando con el teatro, mi adorado Tom Stoppard firma el guión de Parade’s End, la nueva serie à la Downtown Abbey, y de Anna Karenina, la nueva peli de la Knightley y el it-boy del momento, Aaron Johnson. Quién fuera Sam Taylor-Wood.

• Mucho teatro, mucho teatro, pero luego la prensa no tiene sección de cartelera. Y no será por ahorrar papel. Otra de las cosas que me encantan es la cantidad de prensa impresa que tienen (y la calidad).

• El señor de la tienda de vinos me dijo que los vinos españoles son “a great value”, o lo que es lo mismo, que tienen una gran RCP (relación calidad precio). Otros lugares comunes es que nuestros tintos son mejores que nuestros blancos. Los que ellos ofrecen en los supermercados son bastante malos, regardless of colour.

• El otro día comentaba que se llevan las mantas, pero no los manteles. En los restaurantes (notwithstanding the Michelin stars), brillan por su ausencia y por el fli-fli del aerosol con el que limpian las mesas antes de montarlas.

• Termino con una crítica a los deportistas olímpicos, no sólo a los ingleses. Mucho ejemplo de superación, mucha lucha y mucha deportividad, pero cultura gastronómica, poquita. Después de pasarse meses a base de frutos secos, semillas, leche de kamut y blended chicken (una porquería de puré de pollo cocido), era ganar la medalla y lanzarse en bandada a las cadenas de fast-food a comer hamburguesas. ¿Dónde estabas, Jamie Oliver?

martes, 11 de septiembre de 2012

Lo mejor de Londres

 
1.       Berry Bros. & Rudd (3 St. James): la tienda de vinos más antigua del mundo (1698), con tres salas rehabilitadas y una recepción con un suelo de madera inclinada maravilloso. Se suponen que lo tienen todo, incluido un dependiente que habla español. Está a la vuelta del ICA (Institute of Contemporary Arst), donde preparaban un especial dedicado a Bowie.

2.       Arbutus Restaurant: se presenta como un contemporary bistro deluxe in the heart of Soho. Debe su nombre a un árbol que hay próximo en Soho Square. En el Guardian lo recomiendan for the ocassional treat. Tiene una estrella Michelin, un menú de mediodía asequible y un sister restaurant en Mayfair, el Wild Honey, que la camarera nos recomendó encarecidamente, con un menú Pre-theater (de 5-6:30 pm) que tampoco está nada mal.

3.       The National Gallery, gratuita, incluidas las temporales. Este verano había una maravillosa de Tiziano (http://www.nationalgallery.org.uk/nota-de-prensa-metamorfosis-tiziano-2012).      

4.       El suplemento gastronómico mensual del Guardian. Y Jay Rayner, su crítico bandera, alguien que confiesa que siempre pide el segundo vino menos caro de la wine list –algo impensable en estos lares-. Tiene un sentido del humor espectacular, como demuestra en este artículo (http://www.guardian.co.uk/lifeandstyle/2012/aug/19/eating-myself-to-death-rayner)

5.       The Joiners Arms (118 Hackney Road). Después de intentarlo varias noches en el Soho, cuna del gay-trash, el este queda como el único reducto de la noche gay de calidad no orientada a las drogas/maquineo. Aparte del Joiners, muy recomendable también el East Block, que cierra un poco más tarde (tampoco demasiado).

6.       El Kioto Garden de Holland Park. Un remanso de paz para los que no vayan con prisa.

7.       Holland Park Avenue. La calle donde vive Martin Amis. Como dice mi hermano, si pasara tantas veces por otra calle como por esta, también la adoraría. Probablemente. Aún así, reúne muchas de las cualidades que me gustan en una calle: aceras no muy anchas, mucho tráfico, poca gente los sábados por la tarde, tiendas delicatesen, ninguna de ropa, casas residenciales pero no como en Mayfair...

8.       Debo confesar que en Mayfair me sentí un poco desclasado, quizás también un poco en Belgravia, en South Kensington, en Chelsea, pero sobre todo en Mayfair. A pesar de la carnicería maravillosa.

9.       The National Theatre. Fuimos a ver “The last of the Haussmans” con Julie Walters, que está magnífica, aunque el texto no me volvió loco. Me quedé con ganas de ver “One Man, Two Guvnors”, una versión de Goldoni que me estoy leyendo ahora y es puro slapstick, que empezó en el National y ahora está en el West End. La librería del National, divina, aunque es verdad que está mejor el bar del BFI (la filmo), justo al lado.

10.   El Westfield, un centro comercial en pleno barrio obrero con una milla de oro que nada tiene que envidiar a la de Bond Street. Contrastes, cariño, contrastes. También tenía una HMV (mi tienda de DVD favorita, casi vacía, a punto de morir) y un Top Man (mi tienda de hombre favorita, muy street-wise, aunque me quedo con la sección de zapatos de la sucursal de Oxford St.)

11.   E&O Notting Hill. Restaurante panasiático con un bar hiperfashion de noche para tomar copas. La única pega, que cierra a las 12!!! En Notting también descubrimos un centro cultural con una terraza divina que no me acuerdo el nombre y una cafetería-tienda de complementos para perros en la que estuve con Chen y que era muy Posh Spice.

12.   Y un supersecreto de moda londinense para este invierno: se llevan las mantas para salir a la calle haciendo las veces de abrigo. Con un buen estampado, claro.
 
 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Lo peor de Londres

Lo peor de Londres sin duda ha sido que no he ligado con ningún paralímpico musculoso para poder cantarle esta canción dándole otra vuelta de tuerca. Él sería Mr. Muscle y yo Cripple-Pig.



jueves, 23 de agosto de 2012

Memory of the future


·         Me entero por Nacho Canut, que tiene nuevo blog (Acelgas y champán, ¿me habrá copiado?), de que Rafa Spunky ha sacado nuevo disco. Llevo años sin oír sus discos (too many good and bad memories) y me encanta el nuevo single. Me recuerda a Bright Light Bright Light, mi disco de este verano definitivamente, al que si tengo suerte podré ver en Londres, después de que actúe en Sitges el día 1. Busco la canción de Spunky en youtube pero no está. Muy gracioso, por cierto, lo mal que lleva Nacho la fama del matrimonio Vaquerizo.

·         Los Pet Shop Boys han vuelto a hacerlo. Escucho el nuevo disco y me encantan Face Like That (que suena total a su primera época, West End Girls diría yo), Requiem in Denim and Leopard (maravilla de letra), Hold on (muy de musical, muy positiva y anti-crisis), Your Early Stuff (sobre la fama), Give it a go (I’m not saying that you can’t find yourself somone better, oh, no, but in the meantime why not give it a go), Leaving (But I can still find some hope to believe in love), el rapeado de Ego Music y mi favorita absoluta, Memory of the Future. La negatividad del primer single, Invisible, me había asustado. Eso sí, me gustaban más las baladas de Release.

·         Vuelvo a ver dos películas icónicas del cine gay británico. Como bien dice Will a Grace en la serie homónima: "we share a secret in the community: gay cinema sucks". Estas dos películas forman parte de la excepción a la regla. La primera es “Beautiful Thing” (1996) y la segunda “Weekend” (2011), 15 años de diferencia, los mismos que llevo yo sin pisar las islas. Se me ocurren muchos análisis y comparativas del cambio del estado de la cuestión gay, allí y aquí (ya no nos diferenciamos tanto), pero lo mejor es preparar una sesión doble y disfrutarlas.

·         Mañana salgo para Londres y, en lugar de preparar la maleta, ya estoy preparando los recuerdos que voy a tener en el futuro, como en la canción de los Pet Shop Boys.

lunes, 20 de agosto de 2012

El síndrome del estadio vacío

Vivimos un mes lleno de oxímoros: teléfonos inteligentes, amor de verano, Casa Real, Andalucía libre, la leche condensada desnatada, Assange violador… A ver, cómo puede tener tres delitos pendientes de agresión sexual a mujeres alguien que ha pedido una cinta para correr, una lámpara de rayos UVA y una conexión a Internet para pasar el agosto… Transparente, en botella y marea cuando se huele. Vamos, que o es más marica que un violín o el metrosexual ha perdido todo el fuelle para las mujeres.



Un mes marcado además por Terelu Campos como nueva ídolo bollo, por las precuelas que no son precuelas, los remakes que no son remakes, el envío de ubicaciones (mapitas) por whatsapp en las ferias de España, el abastecimiento pre-iva, las videollamadas a la familia, los what-the-fuck de las modernas, la leche de kamut de las nadadoras de sincronizada…

No recuerdo en qué guía turística desmelenada decían que Madrid es una exalumna de un colegio de monjas. Que se alegra del recorte de subsidio de empleo, me atrevería a añadir.  
Yo, particularmente, es un mes en el que he echado mucho de menos a Lady Di. Dicen las malas lenguas que Elton John no estuvo tampoco en la gala de clausura de las olimpiadas por tomar partido por la princesa.

jueves, 16 de agosto de 2012

Margaret


Estoy leyendo un libro de hermenéutica (Caminos de la comprensión, de Hans Robert Jauss) que me está costando horrores. Es retomar la lectura y caer dormido como un bendito. Lo peor de todo es que me estoy enterando de un 25%. Todo por culpa de un artículo maravilloso en el Babelia hace un mes (http://blogs.elpais.com/tormenta-de-ideas/2012/07/calma-apocalipticos-obra-caminos-de-la-comprensi%C3%B3n-ensayos-autor-hans-robert-jauss-traducci%C3%B3n.html) que hizo que se colapsara al lunes siguiente la centralita de la Fnac preguntando por el libro (este párrafo sólo tiene una exageración).

Todo esto viene a cuento de Margaret, la película de Kenneth Lonergan que está haciendo las delicias de las modernas de Londres y Nueva York y a mí me ha parecido el tostón más irritante de los últimos años. A los 90 minutos la protagonista me caía tan mal que comprobé cuánto quedaba para el final y cuando vi que faltaba una hora, me dije “venga hasta luego” y empecé a saltar escenas. Quizás si entendiera el libro de Robert Jauss podría exponer un poco mejor la crítica, pero ya digo que no ha sido de gran ayuda.

Sé que no puedes tomar la parte por el todo y juzgar una película sin ver el final, porque lo mismo ahí le da la vuelta y cobra otro sentido, pero en este caso, sí que vi el final, que me pareció una de las escenas más cursis que he visto en mucho tiempo, así como algunas intermedias. Algunas me parecieron mejores, como cuando la amiga de la muerta le echa en cara a la niñata que deje de dramatizar con la muerte de su amiga. Pero luego la amiga también se vuelve irritante. Los personajes que mejor me cayeron son los moralmente cuestionados: el conductor del autobús y el novio de la madre, aunque los dos actores hacen una interpretación tan mala que llega a dar la risa. No sé, a lo mejor debería ser americano o judío o moderna, pero como no es el caso, sólo diré que te dan unas ganas horribles a meter a tus hijos en un colegio de monjas y de ver Intereconomía. Qué asco de progresismo. 

Quizás debería dejar la lectura de Robert Jauss para el invierno, una estación más dada a encerrarse a leer. Con esos cuerpos que hay en la calle.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Barcelona, 1987

Un día nublado en pleno ferragosto es más turbador que un eclipse. Después de tantos días de pleno sol, tus ojos no se hacen a la nueva luz y tu mente viaja. En mi caso a Barcelona, 1987. Claro, que yo no soy David Trueba. Hace veinticinco años sólo leía novelas de Stephen King, me encantaban los Hombres G y soñaba con tener las zapatillas de Marty McFly. Fue el año que se estrenó Sufre mamón, como puede verse en esta portada.


Curiosamente también fue el año de La ley del deseo. Hace poco las he visto las dos películas y resulta difícil creer que compartan el mismo espacio-tiempo. Sufre… tuvo un millón de espectadores en las salas, 250.000 más que La ley... Entre ellos yo, que vi la primera, pero no la segunda, hasta mucho más tarde. Y os puedo asegurar que España se parecía mucho más al retrato de Summers que al de Almodóvar. Ese año también vi Aventuras en la gran ciudad, 007 Alta tensión, Cita a ciegas, La chaqueta metálica, La loca historia de las galaxias, RoboCop, Superman 4 y Quién es esa chica.


Por cierto, que en 1987 tenía novia. Ahora que lo pienso, era un niño transgénero. También fue el año de Maurice. Al año siguiente, recuerdo mirar la portada de soslayo en el videoclub.

lunes, 13 de agosto de 2012

miércoles, 8 de agosto de 2012

La gente es muy mala, Leyva

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. He visto a los chicos de waterpolo atacar la portería contraria con brazos que salían como tentáculos de debajo de mi sofá. He visto a los chicos de gimnasia artística hacer piruetas en las vigas de mi casa. Pero todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la piscina de sincro.



O hablando claro: mucho salto de trampolín, mucha cerveza, mucha lesbiana mal maquillada, mucha cerveza, mucho lanzamiento de peso, mucha cerveza, mucho revolcón de judo, mucha cerveza, pero hasta que no se me saltaron las lágrimas con nuestras medallistas de sincro no tuve la sensación de que estábamos en las olimpiadas. La única vez en mi vida que me he tomado el deporte en serio (y por en serio quiero decir sin mezclarlo con alcohol) era cuando de pequeño iba todos los sábados a la piscina de Granollers a perfeccionar estilos. Lo que hubiera dado en esa época por un sobrecito de gelatina de cola de pescado para el pelo y unas pinzas para la nariz. Qué tiempos.

En fin, que hoy quería hablar del hot spot de las olimpiadas. Y no, no es el jacuzzy donde solazan los muchachos después de los saltos de trampolín. Me refiero al teléfono de Danell Leyva. Por favor, cómo se le ha ocurrido a nadie pensar que este chico es gay. Menos mal que ya han aclarado que no, que fue una amiga quien propagó las fotos. Yo había llegado a pensar que su padrastro estaba detrás de alguna de las fotos, pero luego me he dicho: no seas mal pensado, cierto es que corre sangre cubana por sus venas (y qué venas), pero no seas como lo demás. La gente es muy mala.

2017: tibio y desafecto

Ay, que ya nadie se acuerda de 2017. Aquí va mi resumen: Lo mejor del año  * La frase de "Juego de Tronos": “Maybe it real...