martes, 9 de febrero de 2016

El algoritmo mató a la estrella del contexto

Curiosamente, a medida que aumenta el valor de los datos (médicos, políticos, pornográficos), disminuye la riqueza del contexto, que es la vida.

La culpa la tienen los algoritmos de las empresas de Big Data. Supongo que a Netflix le serán muy útiles y que, cuando crucen datos con Facebook y Amazon, podrán a llegar a recomendarte una película con un helado de dulce de leche para esas noches de viernes en las que estás especialmente sensible. Sin duda, con los años, podrás llegar a graduar el grado de ironía con el que quieres que te responda tu tableta, aunque actualmente los palos de ciego de Siri ya me parecen bastante sarcásticos. Y me parece estupendo, si realmente necesitas que una máquina te diga cosas.

El problema es que todo se hace a costa del contexto. Entiendo que si multiplicas la información, tienes que fragmentarla. Que si racaneas el número de caracteres y utilizas un mono tapándose los ojos para expresar tu estado de ánimo, queda poco espacio para la sutileza. Pero como dice la canción: “the situation is a bit more nuanced than that”.

No uso el pesado de Grindr porque, para acostarme con alguien, necesito saber algo más que su tamaño y postura favorita. No mucho, a veces me basta con una mirada de 20 segundos de las de quitar el sentío. No le hago mucho caso a la loca de Amazon porque, para recomendarme un libro, de nada me sirve que otro lector comparta una lectura anterior conmigo si no viste bien y no entiende de vinos. Antes de aficionarme al cotilla de Twitter, tengo que leerme todos los tweets de esa persona hasta el día en que se dio de alta para saber de qué pie cojea. Siempre he huido del impertinente Facebook porque tengo miles de contextos distintos con mis amigos, que además varían cada día. Y en general, no me siento cómodo con que se espíen todos mis clics en Internet. Nunca hemos estado más con el culo al aire y a la gente realmente parece que le importa un comino. Creo que en el fondo todo esto desvirtúa nuestra vida.

Alguien dirá que nada de esto es importante cuando la mayoría de mensajes son memes (directamente memos), automarketing, comentarios de haters, gatos haciendo acrobacias y fotos de abdominales.

Puede ser, pero tampoco es necesario ver cómo gente que dice ser lo que no es hace cosas que realmente no hace y además son mentira, mientras que tú, que inexplicablemente eres cada vez más benevolente (donde va Vicente...), pasas a engrosar bases de datos con tus secretos más íntimos para que los cuatro listos de turno se hagan todavía más ricos.

Como decía Kika: “no estoy dispuesta a que mi violación sirva para vender más litros de leche”.

Además, el contexto no es siempre sinónimo de información significativa, a veces es sólo la premeditada falta de esta, el misterio, la ambigüedad. De eso sabían mucho las estrellas de Hollywood de los 40. La ironía es precisamente un viaje de ida y vuelta, no se puede marcar con un algoritmo en una frase porque requiere la complicidad y capacidad de la otra persona. El tono de una frase siempre será el tono de una frase y, o eres un gran escritor, o no siempre sabremos ponerlo por escrito.

Así que, a falta de contexto, mejor no decir nada. Cada vez estoy más a favor del silencio digital. Como decía el chiste: ¿pa qué, pa cagarla?

Y sí, ya sé que cada día me parezco más a ella, pero es que la amo:

martes, 2 de febrero de 2016

Only in Madrid III

La que ha liado Luis Medina colocándole el hashtag “darosporfolladas” a una foto de sobremesa con un grupo de amigas en Instagram. Que si grosero, que si desafortunado, que si barbazul y hasta inculto (daos, según la RAE).

La verdad es que el Clark Kent de la Calle Velázquez, chapero de eventos a 10.000€ por aparición, aunque no sé por qué me da que puedes regatearle, tiene más enemigos que pretendientas, y eso que lleva años y años abierto al amor. Yo creo, sinceramente, que el muchacho no puede ser más maricón, independientemente de que se acueste con otros muchachos o no. Y no porque tuviera un padre pedófilo y una madre travesti, que a veces es contraproducente, es su espíritu, su estilo...

En cuanto al hashtag, la verdad es que tiene un registro muy de foro privado de Grindr, sin contar con la pinta de pijas de la parte alta de Lesbos que tienen las de la foto.

La otra opción es que no se tratase de una advertencia proactiva del falso conde, sino de un comentario irónico de Tula, la perrita salchicha con la que comparte su vida. Only in Madrid.


lunes, 1 de febrero de 2016

Only in Madrid II

Me lo contó mi hermano, que una noche que fue a coger el Airbus delante del ayuntamiento por lo visto los taxistas abordaban a los que estaban esperando el autobús para ofrecerles viajes de cuatro en taxi al aeropuerto por el mismo precio (5€), cuando el precio normal de taxi al aeropuerto es de 30 pavos. Taxi gone Uber gone Gitaneo. Only in Madrid!!!

2017: tibio y desafecto

Ay, que ya nadie se acuerda de 2017. Aquí va mi resumen: Lo mejor del año  * La frase de "Juego de Tronos": “Maybe it real...