miércoles, 19 de noviembre de 2014

Lotería

No sé si lo he dicho alguna vez, pero la lotería me parece algo muy sórdido, como muy de pobre. Lo que paradójicamente también puede entenderse como que no soy alguien de gustos caros: no necesito casoplones, coches de lujo ni escapadas a Nueva York.



Pero eso está cambiando. Últimamente tengo la sensación de que o me toca la lotería o no sé cómo voy a aguantar los años que nos quedan. Sinceramente, mi nivel de vida me aburre. Que te toque la lotería debe parecerse mucho a convertirse en superhéroe. Pero no me refiero a un Bruce Wayne de la vida, que está forrado y aburrido y hace de su sayo una capa. No, me refiero a despertarse un día con poderes supernaturales, como que te pique una araña radioactiva o te expongas a una explosión de rayos gamma. Un héroe clásico de esos de las 5 fases: 1) necesidad de aventuras, 2) superpoderes, 3) el vientre de la ballena, 4) el camino de las pruebas y 5) el encuentro con la deidad.

Por eso me deprime tanto el anuncio de la lotería de este año. El culto a la pobreza y la solidaridad es algo muy de pijos.

Cuando ayer me enteré de que el Dietrich de Barcelona se traspasa (Pau me dijo: el final de una era. Le respondí: esa era acabó hace ya mucho), me quedé pensando que aún nos queda el rabo por desollar.

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