sábado, 15 de septiembre de 2012

This is the winter of our discount tan

“Hemos de obedecer al peso de este triste tiempo, y decir lo que sentimos y no lo que deberíamos decir. El más anciano es el que más ha soportado; nosotros, los jóvenes, jamás veremos tanto ni viviremos tanto tiempo”. (El duque de Albany al final de Rey Lear)

• This is the winter of our discount tan. Es lo primero que leo al poco de aterrizar. Un país que hace de una cita de Shakespeare un anuncio de descuento de bronceado es de amar (a pesar del bloody weather, lo lejos que está todo y ser expertos en especulación). Más tarde, descubriré en la calle de mi hermano una tienda de bronceado puerta con puerta con una funeraria. La máquina de rayos UVA expuesta en el escaparate parece un ataúd de neón o la cama de un vampiro suicida.

• Un país donde para anunciar un bolso dicen: “a leather brand so grand it makes our eyes feel socially inferior when we look at it”. Resulta cuanto menos curioso que luego, por ejemplo, a los críticos de gastronomía del Independent y el Guardian les parezca un dispendio gastarse 100 pounds por cabeza en el mejor restaurante de Londres y lo comenten. Contrastes, cariño, contrastes.

• No será el Gloucester de Ricardo III con su descontento invierno, sino otro Gloucester, el de Rey Lear, quien me persiga desde entonces. Todo empezó con las citas a Shakespeare en Margaret, la película, seguido de un magnífico artículo de Ordóñez que me envió mi hermano (http://blogs.elpais.com/bulevares-perifericos/2012/01/shakespeare-co-gloucester-despues-de-la-caida.html), un libro sobre una representación de Lear de la Royal Shakespeare Company (Covering McKellen, by David Weston) que compré en el National y un capítulo dedicado a Lear en el libro de hermenéutica de Robert Jauss, donde se analiza la recepción de Lear de Herder, Goethe, Heguel, Balzac, Tolstoi, Shaw hasta el New Historicism. De lo poco que entiendo este libro, me encanta la teoría de que el tema en Lear no es la ingratitud de los hijos, sino el miedo a ser amado, “la vergüenza, el temor a dejarse reconocer por otros (his terror of being loved, of needing love)”. “For some spirits to be loved knowing you cannot return that love is the most radical of tortures”. No, si ahora va a resultar que Lear es un romántico.

• Hablando de romanticismos, no os perdáis “The deep blue sea”, de Terence Davis. Ingleses pretending to have feelings, or even pretending to play to have feelings. Lo de este país con el verbo to play no es normal. Ellos todo lo play (interpretan, juegan, representan). En los chats, no dicen No pluma, dicen Straight acting. Siempre dan por sentado que hay que actuar. En eso me encantan.

• Continuando con el teatro, mi adorado Tom Stoppard firma el guión de Parade’s End, la nueva serie à la Downtown Abbey, y de Anna Karenina, la nueva peli de la Knightley y el it-boy del momento, Aaron Johnson. Quién fuera Sam Taylor-Wood.

• Mucho teatro, mucho teatro, pero luego la prensa no tiene sección de cartelera. Y no será por ahorrar papel. Otra de las cosas que me encantan es la cantidad de prensa impresa que tienen (y la calidad).

• El señor de la tienda de vinos me dijo que los vinos españoles son “a great value”, o lo que es lo mismo, que tienen una gran RCP (relación calidad precio). Otros lugares comunes es que nuestros tintos son mejores que nuestros blancos. Los que ellos ofrecen en los supermercados son bastante malos, regardless of colour.

• El otro día comentaba que se llevan las mantas, pero no los manteles. En los restaurantes (notwithstanding the Michelin stars), brillan por su ausencia y por el fli-fli del aerosol con el que limpian las mesas antes de montarlas.

• Termino con una crítica a los deportistas olímpicos, no sólo a los ingleses. Mucho ejemplo de superación, mucha lucha y mucha deportividad, pero cultura gastronómica, poquita. Después de pasarse meses a base de frutos secos, semillas, leche de kamut y blended chicken (una porquería de puré de pollo cocido), era ganar la medalla y lanzarse en bandada a las cadenas de fast-food a comer hamburguesas. ¿Dónde estabas, Jamie Oliver?

2 comentarios:

Dreyfus dijo...

"El hábito inglés de considerar el mundo como un gimnasio moral construído expresamente para fortalecer el propio carácter, lleva ocasionalmente a pensar en los propios principios, cuando se debería pensar en las necesidades de los demás"
George Bernard Shaw
("Quintaesencias")

Dreyfus dijo...

No pienso como Shaw, pero me fascina el concepto de "Gimnasio Moral"........geometría de las pasiones.......

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