domingo, 22 de agosto de 2010

El cementerio de los rascacielos 1.0

Madrid, año 2018. Después del segundo ataque a Nueva York, prohibieron en todo el mundo la construcción de más rascacielos. La ética y la sostenibilidad acabaron imponiéndose a la arquitectura del espectáculo y la ostentación. Nueva York cerró su espacio aéreo sine die y se convirtió en Las Vegas del siglo XXI. El mayor parque temático barra centro comercial del universo. En las demás ciudades aplicaron la eutanasia al ladrillo. Dejaron de mantenerlos y fueron cerrando uno a uno. Ahora son solo esculturas que decoran las ciudades.



Personajes:

VIGILANTE
CHICO (habla con acento gallego)

Escena 1: Azazel

(El VIGILANTE está sentado en una oficina en penumbra delante de un ordenador. Está chateando en la página de contactos MANHUNT cuando suena en el móvil el tono del himno de la legión. Lo coge.)

VIGILANTE: ¿Eres tú? ¿Estás en la puerta? Espera que te abro. (Se santigua, se mete una ralla que tenía preparada en la mesa y se levanta para abrir.) Hola, pasa…

CHICO: Hola, carallo, qué calor hace aquí dentro.

VIGILANTE: Pasa, quítate la chaqueta.

CHICO: No, estoy bien.

VIGILANTE: Vaya, me suena tu cara.

CHICO: Me lo dice mucha gente.

VIGILANTE: ¿Por dónde sales?

CHICO: No salgo.

VIGILANTE: Vaya, pues me suena mogollón. ¿Te ha costado encontrar la dirección?

CHICO: (Irónico.) No, las indicaciones eran muy precisas. Bueno, soy Xose, Xose26. (Riéndose, se acerca a darle dos besos pero el otro le da la mano. Extrañado ante su silencio.) Encantado. ¿No me vas a decir tu nombre?

VIGILANTE: Legionario35. Prefiero no dar mi nombre a dar uno falso. ¿Los has traído?

CHICO: ¿El qué? Ah, sí. (Quitándose la mochila del hombro.) Los llevo aquí.

VIGILANTE: ¿Los tuyos también?

CHICO: Es lo que quedamos… (Resignado.) ¿Es cierto que antes eras legionario?

VIGILANTE: Ya te lo dije por chat, ¿no me crees?

CHICO: Bueno, en Internet la gente miente mucho, pensé que era un nick para dar morbo.

VIGILANTE: ¿Y te da morbo?

CHICO: Un poco, no demasiado, no sé... No había conocido nunca a ninguno. Digamos que eres mi primero.

VIGILANTE: No creo que conozcas muchos más.

CHICO: Estuve a punto de llamarte para decirte que no venía. Me entraron dudas.

VIGILANTE: Te agradezco que hayas venido.

CHICO: El taxista no ha querido llegar hasta aquí, me ha dejado a seis manzanas.

VIGILANTE: No me extraña, esta zona está muerta. ¿No tienes coche?

CHICO: ¿Para qué? En la ciudad no hace falta.

VIGILANTE: Depende de donde trabajes.

CHICO: Me saqué el carnet, en el pueblo lo cogí algunas veces, pero no es algo que me vuelva loco.

VIGILANTE: Yo nunca tuve coche hasta que llegué a Madrid.

CHICO: ¿De dónde eres?

VIGILANTE: ¿Te parezco un emigrante?

CHICO: No, bueno, no sé, lo decía por hablar.

VIGILANTE: Soy ciudadano del mundo. Ahora han bajado mucho los precios, por 100 euros te podrías pillar uno de segunda mano, aunque lo caro es mantenerlo luego.

CHICO: Creo que paso.

VIGILANTE: Sólo era una idea. De todas formas haces bien, desde que implantaron el Plan de Lealtad a la Seguridad Vial, conducir se ha convertido en un infierno. Te tratan como un delincuente, desde el momento en el que te dan el carnet te conviertes en sospechoso de infracciones, debes someterte a inspecciones de seguridad continuas, controles de alcoholemia semanales...

CHICO: Tenemos que actuar así. De lo contrario, seguiríamos haciendo estupideces.

VIGILANTE: Es sólo política, bueno, economía. Sólo hay que ver cómo ha subido el transporte público en los últimos diez años. Intentan sustituir la industria del automóvil por la privatización de la sanidad.

CHICO: Las muertes por accidentes de tráfico se han anulado casi completamente.

VIGILANTE: Y por tabaquismo, pero la gente sigue muriendo. Nuestro destino es el morir, como suele decirse.

CHICO: “Nuestras vidas son los ríos que dan a la mar, que es el morir”.

VIGILANTE: (Molesto por la corrección) Como sea. ¿En qué mundo vivimos? ¿En un mundo donde tu vecino te puede denunciar por fumarte un cigarro?

CHICO: Yo no voy a denunciarte si fumas. (Intentando cambiar de conversación.) Tampoco si me invitas a uno.

VIGILANTE: Perdona. A veces pienso que debería haber nacido en otra época. Hay días que tengo la extraña sensación de que todos los que podrían entenderme están muertos.

CHICO: Tranquilo, no pasa nada.

VIGILANTE: Son demasiadas horas aquí sólo. (Le tiende un cigarro.)

CHICO: Gracias. (Tose un poco.) Uf, hacía siglos. No está mal.

VIGILANTE: Los lío yo mismo, con una máquina.

CHICO: Parecen de fábrica.

VIGILANTE: Me los pasa un camello sueco.

CHICO: (Con sorna.) Me encanta Europa.

VIGILANTE: A mí no tanto, a fin de cuentas acabaron con la Legión porque no se adecuaba a los estándares europeos…

CHICO: Peor sería estar en América.

VIGILANTE: El país de la histeria colectiva. Allí prohíben por miedo y jurisprudencia. Nosotros lo hacemos por complejo. Complejo de no ser lo suficientemente modernos.

CHICO: ¿Cuándo vamos a subir?

VIGILANTE: Qué impaciente.

CHICO: No, es sólo que no me gusta esta habitación…

VIGILANTE: No me extraña. Está muerta. Estamos dentro de un edificio muerto. Todos los rascacielos de esta zona están muriendo de cáncer. Más que vigilante soy un cancerbero. ¿Tú a qué te dedicas?

CHICO: Ahora soy canguro. Aunque he hecho de todo: camarero, comercial, paseador de perros…

VIGILANTE: El trabajo es algo arbitrario, un estado de la mente que genera un intercambio de tiempo por dinero. Este reloj, veinte horas de trabajo. Una cerveza, media hora. Ya no quedan oficios como en los tiempos de nuestros abuelos.

CHICO: De hecho, cuando acuesto a los niños, soy también una especie de vigilante, como tú, el guardián de sus sueños.

VIGILANTE: En este edificio he notado…

CHICO: ¿Cómo?

VIGILANTE: No, nada.

CHICO: Ibas a decir que habías notado...

VIGILANTE: Eres rápido. La presencia de un niño.

CHICO: ¿La presencia?

VIGILANTE: Por la altura era un niño o un hombre pequeño. No quiero que pienses que soy un lunático. ¿Tú crees en las energías?

CHICO: Como dicen en El Secreto, somos el imán más poderoso del Universo. Es la ley de la atracción.

VIGILANTE: Eso son gilipolleces de autoayuda, no sé cómo la gente puede seguir leyendo ese libro. No, me refiero… a veces pienso que tengo un sexto sentido. Puedo sentir la energía de los lugares donde estoy. En este edificio, por ejemplo, desde que trabajo aquí, he notado cómo la energía positiva ha ido subiendo hacia arriba. No es un edificio con mala energía, quiero decir, en general, no siento malas vibraciones, comparado con otros, no hace falta que sean rascacielos, pero últimamente las plantas inferiores están cargadas de torbellinos de negatividad. Son como corrientes de aire de mal rollo.

CHICO: Puede que sean pensamientos tuyos negativos.

VIGILANTE: A veces he notado… como una sombra que me pasa por detrás. Al principio siento un escalofrío y luego veo por el rabillo del ojo cómo sale corriendo por el pasillo. Entonces le sigo, al niño o lo que sea, y cuando llego a la sala donde se ha metido, no hay nadie. (Pausa.) ¿No me crees?

CHICO: (Reticente.) Sí, ¿por qué no iba a creerte?

VIGILANTE: Te estás echando para atrás.

CHICO: Para nada.

VIGILANTE: También me pasó alguna vez en La Legión, aunque no se lo conté a nadie, vaya que alguno le fuera con el cuento al general.

CHICO: ¿Oye, y qué pasó con la cabra?

VIGILANTE: ¿Cómo?

CHICO: Que qué fue de la cabra de la legión.

VIGILANTE: La soltamos en el desierto, como el chivo expiatorio. ¿Conoces la historia del chivo expiatorio?

CHICO: Sorpréndeme.

VIGILANTE: En el Yon Kipur se conmemora el Día de la Expiación, el día judío del arrepentimiento. En el Levítico se explica que se echa la suerte sobre dos machos cabríos: una por Jehová y otra por Azazel. Con la sangre del chivo sacrificado sobre el que cae la suerte de Jehová se hace la expiación. Después se transfieren los pecados al chivo sobre el que cae la suerte de Azazel y se abandona en el desierto, para alejar los pecados. De ahí viene lo de chivo expiatorio.

CHICO: El que es culpado o castigado por los errores de otro.

VIGILANTE: Lo fuerte es que Azazel es en realidad un ángel caído. El que enseñó a los hombres a usar las armas y a las mujeres a usar los cosméticos.

CHICO: Mejor cargar con la culpa y sobrevivir a que te expíen y te rebanen el cuello.

VIGILANTE: Sin derramamiento de sangre no puede haber perdón.

CHICO: Las religiones pueden llegar a ser impías. Por eso prefiero El Secreto.

VIGILANTE: Todo esto lo sé por mi madre, que era pitonisa. Le encantaba contarme estas historias para asustarme cuando era pequeño.

CHICO: Lo sé.

VIGILANTE: ¿Qué?

CHICO: Que tu madre es pitonisa, no los cuentos que te contaba de pequeño. Te reconocí por la foto de tu perfil. Aquel agosto fuisteis la cabecera de todos los telediarios. ¿Sigue en la cárcel?

VIGILANTE: Y lo que le queda. Intentaron alegar locura transitoria, pero la hijaputa lo tenía todo tan calculado, tan medido, que no tragaron.

CHICO: Vaya, lo siento.

VIGILANTE: No lo sientas, casi prefiero que esté allí.

CHICO: ¿Pero de verdad adivinaba cuándo iba a morir la gente?

VIGILANTE: Sí, se ponía en trance, como mi abuela. Se supone que es hereditario en las mujeres de mi familia. Algunas lo han utilizado y otras no. Mi madre acertaba casi siempre, pero cuando fallaba… bueno ya sabes la historia.

CHICO: ¿Y sólo podía pronosticarlo de la persona que acudía a ella?

VIGILANTE: Desde luego, imagínate lo contrario, la de gente que habría venido a preguntar por algún familiar, algún jefe, algún famoso, nos hubiéramos hecho de oro.

CHICO: Hay que tener valor...

VIGILANTE: Bueno, se supone que si sabes que la vas a pifiar, puedes aprovechar mejor tu tiempo. Por lo menos, puedes pulirte el plan de pensiones.

CHICO: Pásame el cenicero. (Apaga el cigarrillo)

VIGILANTE: La cuestión es que cuando se le fue la chaveta y se puso en plan El Corte Inglés a devolver el dinero si el cliente no quedaba satisfecho, tuvo que ponerse manos a la obra.

CHICO: Menuda papeleta.

VIGILANTE: No sé, estas cosas no son infalibles. Son poderes difíciles de controlar. Y mira que yo no he conseguido nunca ponerme en trance, pero creo que algún cliente debería haberse alegrado si al final no era su hora…

CHICO: Y no obligar a la pobre mujer a ponerse manos a la obra.

VIGILANTE: Eso es lo que pienso yo.

CHICO: ¿Podemos subir arriba ya? Me está entrando claustrofobia.

VIGILANTE: Recuerdo que, cuando cerraron este edificio, hubo algún periodista que dijo que los rascacielos nos recuerdan la estupidez de los que como Ícaro quisieron tocar las nubes. (Pausa.) ¿De verdad crees que ahora somos menos estúpidos?

CHICO: No hay nada malo en reconocer los errores.

VIGILANTE: Ese debe ser mi problema.

CHICO: Hay que pensar así. De lo contrario, no avanzaríamos como especie.

VIGILANTE: ¿Y estamos avanzando?

CHICO: Los optimistas pensamos así.


Escena 2: Precipicios

(Oscuridad. El VIGILANTE y el CHICO han subido a las oficinas de la parte alta del edificio, más amplias y diáfanas que la de la escena 1. Al principio sólo se ve una proyección grabada de las vistas desde el rascacielos mientras suena “Creep”, de Radiohead. Después de dos minutos, la cámara enfoca al VIGILANTE, que mira absorto el paisaje nocturno hasta que se da cuenta de que le están enfocando. Se ilumina ligeramente la estancia y se ve al CHICO grabando al VIGILANTE con el móvil.)

VIGILANTE: ¿Qué haces? (Tapándose la cara.) Deja de grabarme, borra eso. Deja de grabarme ahora mismo y rebobina. No soporto que me graben.

CHICO: Tranquilo, tranquilo. Joder, qué sensible.

VIGILANTE: Bórrame.

CHICO: ¿Cómo?

VIGILANTE: Que rebobines y me borres.

CHICO: Voy, voy, mira, ya está, borrado.

VIGILANTE: A ver… gracias, lo siento, es superior a mis fuerzas. Todavía tengo pesadillas con las cámaras. A veces, me despierto en mitad de la noche y no puedo dormir porque pienso que me están grabando. Que hay una cámara escondida en algún lugar de la habitación grabándome.

CHICO: ¿Por qué no vas al psicólogo? Podría ayudarte.

VIGILANTE: Ya voy, pero no se lo he contado.

CHICO: ¿Y qué le cuentas?

VIGILANTE: No me gustan las pastillas para dormir. Mi madre estaba enganchada a las pastillas para dormir.

CHICO: Yo hubo una época que las tomaba, pero tuve que dejarlas. Me provocan sonambulismo.

VIGILANTE: Eso es imposible.

CHICO: Te lo juro.

VIGILANTE: Me estás tomando el pelo.

CHICO: En serio.

VIGILANTE: Supongo que después de lo que hacía, le venían los remordimientos, así que las tomaba para estar despierta el menos tiempo posible.

CHICO: Lo siento.

VIGILANTE: Te he dicho que no lo sientas, al menos dormida no daba por culo. A veces, yo también le colaba alguna pastilla para dormir en el té cuando no la aguantaba. Ese es el tipo de cosas que le cuento al psicólogo.

CHICO: ¿Y él qué te dice?

VIGILANTE: Me ha recetado unas pastillas para animarme. Tengo que tomar una al día, aunque yo he aumentado un poco la dosis. ¿Quieres probarlas? (Saca unas pastillas de un pastillero.)

CHICO: No, gracias.

VIGILANTE: ¿Seguro? Son Litio.

CHICO: Soy hiperactivo. Si los somníferos me dan sonambulismo, no quiero pensar qué efectos tendría el Litio.

VIGILANTE: Creo que necesito una copa. Por aquí debe haber una botella (Se va hacia una mesa con trastos que hay a un lado.) Bueno, ya puedes cumplir con tu parte del trato.

CHICO: El trato.

VIGILANTE: (Sirviéndose una copa.) ¿No es para lo que habíamos quedado? Yo te enseñaba las vistas del rascacielos y tú te traías unos tacones para que los probáramos. El sexo, lo que surja. Bueno, yo ya he cumplido mi parte.

CHICO: Aquí tienes, espero que sean tu número.

VIGILANTE: Gracias. ¿Te preparo una?

CHICO: (Descordándose los zapatos.) Vale.

VIGILANTE: Oído. (Prepara la copa mientras se descalza los mocasines sin agacharse.) No sé cómo pudieron llegar a prohibirlos. Qué será lo próximo. ¿Las chisteras? ¿El amoniaco?

CHICO: Descubrieron que provocaban artrosis en la rodilla, además de fomentar las diferencias de género.

VIGILANTE: Como el velo. (Le tiende la copa.)

CHICO: Como el velo. (El CHICO se pone en pie sobre los tacones y comienza a andar sin contonearse a por la copa). Salud.

VIGILANTE: Salud. (Se calza los tacones). Guau, qué fuerte. ¿Los ascensores? (Comienza a andar como en una pasarela. El chico también, al principio, tímidamente, aunque al final parecen dos top models en una escena de teatro alternativo.)

CHICO: La bisutería.

VIGILANTE: ¿El fútbol?

CHICO: ¿Mary Poppins? No, mejor Sonrisas y Lágrimas.

VIGILANTE: ¿Las piscinas? ¿Las playas? ¿Las saunas?

CHICO: ¿La poesía?

VIGILANTE: El teatro.

CHICO: ¿La alta costura?

VIGILANTE: El bajo vientre.

CHICO: Guau, es verdad que te da otra perspectiva…

VIGILANTE: (Haciendo como que se folla al otro.) ¿La penetración anal?

CHICO: (Besando al público, imitando a Marilyn.) El beso negro.

VIGILANTE: Las ostras.

CHICO: (Enseñando la barriga, un poco.) Las abdominales.

VIGILANTE: El champán.

CHICO: (Riéndose.) El cava.

VIGILANTE: (Taconeando.) El flamenco.

CHICO: La ópera. (Entona un aria.)

VIGILANTE: (Tapándose los oídos.) Las divas.

CHICO: ¿Sabes?, creo que eres un buen chico.

VIGILANTE: Mademoiselle, mademoiselle…

CHICO: (Tararea la canción.) Have you heard, it’s in the stars... Next July we collide with Mars...

VIGILANTE: No me digas.

CHICO: (Haciendo mutis con la copa en la mano como Bing Crosby y Frank Sinatra en High Society). Well did you eveh? What a swell party, what a swell party, a swellegant, swellegant, swellegant, this is...

(Los dos ríen, agotados, apoyándose el uno en el otro.)

VIGILANTE: Qué fuerte, tío.

CHICO: Pero muy bien.

VIGILANTE: Guau, no puedo más…

CHICO: Creo que me está subiendo el whisky.

VIGILANTE: Sí, claro.

CHICO: Oye…

VIGILANTE: Dime.

CHICO: Una cosa.

VIGILANTE: Lo que quieras.

CHICO: Una pregunta.

VIGILANTE: Dime.

CHICO: Fuiste tú el que mataba a los clientes de tu madre.

VIGILANTE: (Separándose.) Otro. ¿Quién os creéis que soy? ¿Norman Bates? Habéis visto todos Psicosis demasiadas veces.

CHICO: Perdón.

VIGILANTE: (Excitado.) Me tuvieron una noche entera en el calabozo, los hijos de puta, una noche entera. Me quitaron hasta los cordones de las zapatillas no fuera a suicidarme. No tenían ni una puta prueba, pero habían visto tantas veces Psicosis que lo veían clarísimo. Lo que no sé es si la entendieron. Norman era el asesino porque su madre estaba muerta. Estaba muerta porque el la había envenenado. Mi madre está viva, en la cárcel, pero viva, y es ella quien mató a sus clientes.

CHICO: Perdón, lo siento.

VIGILANTE: (Enfadado.) No soy un puto asesino. Y deja ya de decir tantas veces lo siento, me cago en la puta. Lo siento, lo siento, lo siento.

CHICO: Lo s… está bien, es que me sale.

VIGILANTE: Mejor.

CHICO: Estoy bien, sólo algo mareado.

VIGILANTE: Di algo divertido.

CHICO: “Me temo que sería un mal bufón”.

VIGILANTE: (Va hacia la ventana y señala al exterior.) Ven, acércate, mira. Los ojos del mundo están puestos en nosotros.

CHICO: Ya será menos.

VIGILANTE: Que vengas.

CHICO: Estoy mareado.

VIGILANTE: Pégate al cristal.

CHICO: No, tan cerca no.

VIGILANTE: No tengas miedo, yo estoy aquí.

CHICO: Que no…

VIGILANTE: Venga hombre.

CHICO: Tan cerca, no. Me da vértigo.

VIGILANTE: ¿Qué dices?

CHICO: Que me da vértigo.

VIGILANTE: Los muertos no pueden sentir vértigo.

CHICO: (Pausa.) ¿Cómo lo sabes?

VIGILANTE: Yo también vi tu foto en los periódicos. Por eso me sonaba tu cara.

CHICO: No, digo lo de que no podemos sentir vértigo.

VIGILANTE: Bueno, lo suponía…

CHICO: Pues te equivocas. Al menos, yo.

VIGILANTE: ¿Te dolió?

CHICO: ¿Cómo?

VIGILANTE: Cuando llegaste al suelo, si te dolió.

CHICO: No lo recuerdo. Sólo recuerdo cuando salté, pero no recuerdo la caída. Era un edificio mucho más bajo que éste, desde luego…

VIGILANTE: Sería un recuerdo bonito. A mí me hubiera gustado ser paraca. ¿Y qué pasa después?

CHICO: Ninguna luz al final del túnel, si es a lo que te refieres. Es… como despertar de un sueño, de una pesadilla, recuerdo sobre todo la sensación de alivio.

VIGILANTE: Yo no digo que tengas que subir al cielo cuando mueres. Es sólo que no es como cuando muere un animal, y no quiero entrar en debates éticos, pero se supone que también mueren nuestras ideas, nuestros pensamientos.

CHICO: En mi caso, no, yo básicamente sigo pensando lo mismo…

VIGILANTE: A lo mejor eres la excepción.

CHICO: No sé, estoy un poco confuso desde entonces. Por eso empecé a hacer de canguro. Los niños nunca preguntar por la muerte.

VIGILANTE: La muerte ya no genera un sentimiento piadoso, sino mediático.

CHICO: Supongo que toda liberación lleva implícita una nueva esclavitud.

VIGILANTE: Mi madre siempre dice que cuando se rompen unas cadenas, se crean otras nuevas.

CHICO: ¿A qué altura estamos?

VIGILANTE: No sé, 250 metros…

CHICO: ¿Vamos a follar?

VIGILANTE: ¿Lo ves? Es lo que te digo, la muerte ha dejado de ser algo metafísico, por eso la gente rinde tanto culto al orgasmo.

CHICO: En todo caso al amor. El amor es lo único metafísico que hay en nuestras vidas.

VIGILANTE: El sexo es el único vicio que no se ha prohibido. ¿Y sabes por qué? De repente, el sexo es algo dietético, algo que se hace con prescripción médica y espíritu deportivo. El sexo es sólo deporte.

CHICO: Para mí no.

VIGILANTE: (Cambiando de tema.) ¿Sabes lo que dicen en América, no? Cuando te casas con una mujer, no sólo te casas con ella, te casas también con su abogado.

CHICO: Entiendo que entonces no follamos.

VIGILANTE: Vivimos en una sociedad llena de autistas castrados.

CHICO: (Entre dientes) No por vocación propia.

VIGILANTE: ¿Por qué lo hiciste? (Pausa.) ¿Por qué saltaste?

CHICO: Digamos que para librarme de mis cadenas.

VIGILANTE: ¿Y te arrepientes?

CHICO: Ya te dije que no creo en la expiación.

VIGILANTE: Ya, tú sólo crees en El Secreto.

CHICO: De todas formas, era el día que tenía que morir. Tu madre me lo había dicho.

VIGILANTE: (Trastornado.) Mira, mira. (Subiéndose en un taburete.) ¿A que no adivinas quién soy? ¿Eh? ¿Quién soy? Venga, adivínalo. Soy la cabra de la legión. Beeeee, Beeeee

CHICO: Te vas a caer. Baja de ahí, creo que te has pasado con el Litio.

VIGILANTE: (Cantando.) Soy un hombre a quien la suerte hirió con zarpa de fiera; soy un novio de la muerte, que va a unirse en lazo fuerte con tan leal compañera.

CHICO: Venga, que te vas a hacer daño con los tacones.

VIGILANTE: (Cantando entre sollozos.) Soy un hombre a quien la suerte hirió con zarpa de fiera; soy un novio de la muerte…

CHICO: Ven que te ayudo…

VIGILANTE: Tú no puedes ayudarme, nadie puede ayudarme... (Esconde la cara en el regazo del otro.)

CHICO: (Le acaricia el pelo y le da un beso en la frente.) Ven, ya está, ya está, no pasa nada. No pasa nada, venga ya está, ya pasó.

VIGILANTE: Lo siento, de verdad que lo siento, lo siento, lo siento…

CHICO: Ya está, ya pasó… (Le besa en la frente, en las mejillas y luego en la boca...)

(Forcejean un poco, el CHICO intenta besarle de nuevo. El VIGILANTE pone su frente sobre la suya, con los brazos elevados en jarras, parece una escultura de dos toros engarzados por los cuernos, aguantan así un rato y luego se funden en un abrazo. Se apaga la luz y empieza a sonar “Shelter", de The XX).


FIN

1 comentario:

Anónimo dijo...

No hay mayor poder en el Universo que el amor. El sentimiento del amor es la frecuencia más elevada que puedes emitir.Si pudieras envolver todos tus pensamientos con amor,si pudieras amar a todas las personas y a todas las cosas de la misma manera, tu vida se transformaría. El Secreto.

2017: tibio y desafecto

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