viernes, 25 de julio de 2014

El verano que nunca llegó

Las flores de la corona que llevabas en el pelo también murieron. Recuerdo aquel sentimiento inmortal, aquellas noches en que pensé que cuando llegara el verano, todo cambiaría, pero el verano nunca llegó. Nada salió como lo planeé, ahora siento como si la vida se me escurriera entre los dedos, estas son las palabras que nunca pensé que diría, intento no sentirlo como un fracaso, puede que todo estuviera boicoteado desde el principio, pero lo cierto es que el verano nunca llegó.

Como seguís insistiéndome con las listas, aquí os incluyo una de mis favoritas, como buen nostálgico.

Qué pasó con…

* El sleeper del verano. Esa película que poco a poco marcaba su territorio en la sala 6 de los cines desde su estreno en enero y aguantaba hasta el curso siguiente. Supongo que en el año en el que el “me las quitan de las manos” se ha convertido en la solución a la crisis del cine, el sleeper, que viene a ser las bragas de lunaritos de la cartelera, habrá que buscarlo en los algoritmos de facebook.

* El cóctel del verano. La palabra verano lo mata todo, especialmente los líquidos. El de este año es campari con ginebra, con más ginebra que campari. No tiene nombre.

* La canción del verano. En la época del streaming, la canción del verano debería ser la más democráctica, banal y fácil de calcular que nunca, aunque me da a mí que no hay nada como la dictadura de un dj borracho enamorado. Mi canción del verano este año es, sin duda, Ancora Tu, de Roisin Murphy: Ma lasciarti non è possibile!!!

* El posado del verano. No sé si os habéis dado cuenta, pero este año no he hablado de dietas, pero es que llamar ebriorexia a la combinación de alcoholismo, bulimia y anorexia me ha dolido en lo más profundo. Esa dieta lleva mi nombre escrito all over it!!!

* El polo del verano. El mayor understatement sexual de la historia. No quiero convertirme en uno de esos fetichistas del Frigopie, así que como estoy retirada, me quedo con un clásico del autoplacer, la nata montada de Casa Mira.

* La terraza de verano. Hay algo inequívocamente hortera-de-provincias en pedirse un gintónic Premium en una terraza de verano en el penthouse de un hotel y decididamente hetero-madrileño-que-trabaja-en-agencia-de-publicidad en pedirse una cerveza en un chiringuito en una cala. No, la solución no es ponerse ciego de poppers en el humeante asfalto de agosto en la ciudad. Tiene que haber algo más.

* El amor del verano. El primero que consiguió separarse del sexo, porque tenía algo de aire fresco, voluble y desechable, como un abanico de usar y tirar, de promesa de pies en la arena y futuro de souvenir. Yo ya no sé dónde buscarlo.

* Las fotos del verano. Lo único que no se ha perdido. No sé si os habéis dado cuenta, pero facebook es como un año entero de aguantar sesiones de fotos de vacaciones de la gente. Y comentadas. Perezzzza.


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