viernes, 12 de diciembre de 2008

El pecho tatuado con un corazón

Definitivamente, a Barcelona le sientan bien las crisis. Hay algo en su pasado, en la estrechez de las calles del Gòtic, en las aguas milenarias del puerto, en las miradas dudosas del Xino, en las corrientes estancadas en los pasillos de los pisos del Eixample, en esos barrios por los que parece no pasar el tiempo, que la engrandecen, como una reina sin corona, cenicienta al principio del cuento, Sofía Loren bellísima y neorrealista vestida de harapos. Barcelona es más bella cuanto más se parece a Nápoles. Que no significa que deba prescindir del diseny y del afrancesamiento, que tan bien le sientan, pero por sí solo aburren. (No he visto hoteles mejor decorados de Navidad que en Barcelona, al lado de la Rambla del Raval, encajados en una esquina húmeda del Born o entre dos pisos muertos de tristeza del Gaixample).

Ciudad de contrastes, como la canta Antonio Molina en Malagueña (1956), “que trabajas y que sueñas, tan sencilla y tan altiva, tan moderna y tan antigua, tan severa y tan risueña”. La vida, el seny y la rauxa.

Ya lo dije, Barcelona ha sido una ciudad a la que no se le ha hecho justicia en el cine. Yo haría una mezcla de Un día en Nueva York (para los monumentos: Port Vell, Rambles, Plaça Catalunya), El balcón de la Luna (para los números musicales en los tablaos del Paral.lel y del Xino) y Las noches de Cabiria (para la parte de putas y maricones del Xino), ambientada en 1955, con un argumento típico de marineros de permiso que se enamoran en la ciudad. Eso sí, quitando el punto nacional católico de las películas italianas y españolas de la época. Y metiendo la identidad catalana, no en la burguesía como hizo Pedro en Todo sobre mi madre, sino en las esquinas y el estraperlo, en las madames, como la famosa senyora Rius, que hablaba de “fer senyors”, sin el reflexivo del “voy a hacerme unos clientes”. El título: “El pecho tatuado con un corazón”, en homenaje a Montalbán.


























3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué gran glosa. A ver si nos hacemos las Barcelonas alguna vez juntos, en plan antiguo y en plan moderno. Altivos, como aceituneros. Que en Madrid ya nos hemos puesto muy vistos, ¿no?
Acabo de leer tu post tras ver un Callejeros dedicado a Las Ramblas, y como que tengo ganas de Volver: Ay, Ta Jabone, Támuita Ja Bone...

Anónimo dijo...

Yo, encantado, Barcelona es como una contraseña para mí, se me olvida, pero cuando la recupero la necesito.

Anónimo dijo...

Hola, tu has estado Napoles guapa?
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