lunes, 1 de diciembre de 2008

Mitchell Leisen III

Candidata a millonaria (Hands across the table, 1935)

Argumento: dos cazadores de fortunas (MacMurray y Lombard) se conocen y se enamoran pero sus principios les impiden echarse en los brazos del otro. Se pasan toda la película preguntándose mutuamente si lo siguen teniendo igual de claro, que primero el dinero y luego el amor.

La escena cuando se conocen y ella le hace la manicura es antológica.

De las películas más sexys del director, sobre todo cuando él se muda a casa de ella a dormir en el sofá durante una semana. MacMurray está hiperjoven, tiene hasta cierta pluma.


Los dos fumando en camas separadas porque no pueden dormir, debatiéndose entre seguir sus principios (y aquí ellos podrían ser dos homosexuales y el dinero y el capitalismo sería una metáfora de la herosexualidad) o dejarse de tonterías, es de las escenas más románticas EVER. De nuevo, dos enamorados a ambos lados de una puerta sin atreverse a llamar.

Una chica afortunada (Easy Living, 1937)

Argumento: un banquero tacaño tira por la terraza de un rascacielos de la 5ª Avenida un abrigo de marta cibelina que ha comprado su mujer para castigarla y las pieles caen sobre una career girl (Jean Arthur) a la que empiezan a pasarle cosas. Un caso de falsa identidad, sólo que en vez de perseguirte todo el mundo para matarte como en una de Hitchcok, todo el mundo quiere regalarte joyas, habitaciones en hoteles suntuosos y acciones en bolsa.


Primera incursión de Mitch en la screwball comedy, con guión de Sturges. Recordé que ya la había visto hacia la mitad, en la escena del restaurante autoservicio donde trabaja Ray Milland, el hijo del banquero que se quiere emancipar. Me gusta menos que las otras cuatro, pero no obstante solté algunas carcajadas.

Epílogo

Le habría encantado que le trataran como Mitchell Leisen the Third, como el personaje que interpreta MacMurray en Candidata a millonaria (Theodore Drew III), pero desgraciadamente la vida de Leisen no fue tan divertida como en sus películas. Sufrió varios marriages blanches, relaciones tormentosas con hombres, ataques de nervios, curas de psicoanálisis e inyecciones de hormonas para curar su homosexualidad, el desprecio de sus colegas (Wilder, Sturges…) y, a pesar de haber sido durante una década (1935-1945) el director más taquillero de la Paramount, quedó relegado en los 50 al mundo de la televisión y la serie B. Hoy en día es de los directores más infravalorados.



En la foto, en el medio, en un pase de modelos.


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