Un rosarillo: abrazo que te da tu amado/amada por detrás cuando estás mirando por la ventana, liado en los fogones o simplemente fumándote un purito contemplando la sierra, como le ocurre a Grandinetti al final de este vídeo.
Si, como dice Benigno en la película, "el cerebro de la mujer es un misterio... a las mujeres hay que tenerlas en cuenta, hablar con ellas... tener un detalle de vez en cuando... acariciarlas de pronto. Recordar que existen. Que están vivas y que nos importan..."
Yo añadiría que el cerebro del hombre no es ningún misterio, a los hombres no hay que echarnos cuentas, sólo hay que confiar en nosotros, no ponernos en duda, dejar que tengamos algún detalle, hacer que nos sintamos importantes, imprescindibles (aunque no lo seamos) y agarrarnos la bragueta de vez en cuando.
Moraleja: no desprecies nunca un rosarillo (porque no te lo crees, porque es demasiado pronto, porque piensas que sólo tiene hambre). Gracias, Juanfrita, por la lección. Y por las risas...
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2 comentarios:
El catedràtic Yuri Puskas no puede con tus preguntas de respuestas consabidas. Y el recuerdo del purito (no el de Grandinetti, más bien el de Albert Camus), aún atormenta mis noches. Y los rosarillos no son lecciones, ni tampoco vicios, son costumbres que uno tiene de sus vivencias... Sólo me quedan las noches y las risas. Bezos & thanks
Los cariñitos, como tantas cosas, acaban siendo una cuestión de costumbre. Una pareja que sea cariñosa durante la primera semana también lo será dentro de veinte años, porque el cariño será convertirá en lo habitual. Es lo bonito de conocer a un desconocido, como de mudarse a otra ciudad o cambiarse de trabajo, que nos permiten empezar a comportarnos como siempre nos gustaría haber sido.
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