jueves, 20 de mayo de 2010

Fuck Love

Mantener el título en inglés en este caso es un doble despropósito: Two Lovers (2008, James Gray) puede llevar a engaño. No tiene nada que ver con la canción de Machín: cómo se pueden querer dos mujeres a la vez y no estar loco. Joaquin Phoenix no quiere a dos mujeres a la vez, aunque diga que está loco. La película deberían haberla llamado aquí Fuck Love, si quieren seguir con la tontería de dejar los títulos en inglés, porque de eso va esta película: de lo jodido que es el amor.



Intentar venderla como una comedia romántica es una puñalada trapera. 60 Days of Summer, a pesar del final, era una comedia romántica (para modernas con pitillo); Up in the Air, aunque se vendiera como película adulta, era una comedia romántica (para cuarentaytantos con máquinas Nespresso en casa); si me aprietan, hasta An Education, sobre todo por el viaje a París y esa última frase maravillosa “I’ve never been to Paris” (que me recuerda al “I’ve never been to me” de Charlene), es una comedia romántica.

Two Lovers si se parece a algo es a una película de Fassbinder con música de Moby.

El argumento es el siguiente: nos enamoramos siempre de la persona equivocada y por los motivos equivocados (perdón que insista en el inglés, pero es que no puede sonar mejor: with the wrong person and for all the wrong reasons). Y acabamos siempre “conformándonos” con alguien que se enamora de nosotros. O eso creemos: en realidad se ha enamorado también por los motivos equivocados.

(Entiéndase el conformándonos como “convenciéndonos de que también nos enamoramos de quien nos ama”).

Toma castaña, que diría la gran Estrellita Castro.

Joaquin se enamora (por los motivos equivocados) de la Paltrow, su vecina, con más altibajos que un termómetro de mercurio una noche de Viagra, que a su vez está enamorada (también por los motivos equivocados) de un hombre casado (y rico) que la está mareando. Por otro lado, Vinessa, la hija de unos socios, se enamora de Joaquin (sobra decirlo, por los motivos equivocados), que le hace poco caso. Salvo al final, en una de las escenas más crueles que se han visto en el cine últimamente.

¿Que no siempre es así? ¿Que a veces nos enamoramos de la persona adecuada y por los motivos correctos? Eso no es amor: eso se llama matrimonio.

El resto son estados intermedios.

Pero volvamos a la película: rodada a caballo entre Brooklyn y Manhattan, con ese Q Train que tan buenos recuerdos me trae, a veces recuerda a El Padrino (esa fiesta de Bar Mitzvah), otras al último cine indie americano. Me encanta el uso hiperrealista de los sms.

Los actores están bien, aunque la veracidad de la historia se resiente de lo cool que es la pareja protagonista en la vida real. Personalmente, creo que Gwyneth debería ceñirse a sus papeles herederos de Grace Kelly y Joaquin a hacer de malo en películas de romanos. Aunque se me ocurre algo mejor. Para darle más autenticidad, podrían hacer de ellos mismos, claro que entonces no vivirían en un bloque de pisos con patio común como en La ventana indiscreta. Pero sería una idea. Ella podría ser una actriz que está trepando y él un chico con problemas que no ha superado la muerte de su hermano mayor. Y Vinessa, el tercer vértice del triángulo, podría ser una cantante de un grupo pop, tipo Scissor Sisters, a la que se parece un poco.

Esto me hace pensar en lo poco explotada que está la AUTOFICCIÓN EN EN CINE. En literatura, sí, pero en películas se ha utilizado poco la figura del actor como fuente de historias reales. Quiero decir, hay documentales sobre personajes que dejan que una cámara filme ciertos aspectos de su vida, tipo la saga de los Panero o el documental sobre Ocaña. También hay directores que ruedan historias basadas en su vida, donde no se sabe dónde empieza y dónde acaba la ficción (se me ocurren 8 y ½ o Las noches salvajes, aunque siempre prima la ficción a la realidad). Pero esto es distinto, sería que el actor se interpretara a sí mismo, en una especie de cameo de larga duración. Sólo se me ocurre que se haya hecho en Función de noche, la injustamente olvidada película de Josefina Molina donde Lola Herrera se interpreta a sí misma y que debería incluirse entre las diez mejores películas del cine español, comparable a las mejores crisis matrimoniales de Cassavettes o Bergman.

(Juanfrán, deberías hablar con Ramón para que meta a Ángela Molina en su nueva película haciendo de sí misma e interactuando con los demás personajes).

Por cierto, la foto de arriba no tiene nada que ver con la peli, es sólo mi nuevo salvapantallas.




1 comentario:

La fugitiva dijo...

Tengo muchas ganas de verla. Te llamo estos días...

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