miércoles, 17 de noviembre de 2010

Amigonio

Ya lo decía el gran Paquito en La Mala Educación: "Pa la buena, la do unta, pero pa la mala yo zola".

Ahora que esa cosa llamada FaceBook ha desvirtuado el concepto de amistad confundiéndola con el cotilleo, que los chats han sustituido a las conversaciones de café y cigarrillo, que lo único que ha quedado de la serie Sexo en N.Y. es la instauración urbana del follamigo, que la gente se ve presionada socialmente a llevarse bien con sus exes, que la antigüedad pesa cada vez menos en las relaciones (sociales, sentimentales y laborales), que el amiguismo político está tan bien visto que ha contaminado otros ámbitos de la intimidad, que la gente mide sus amigos en función de lo que puede obtener de ellos (amigos de pelillo)… creo que va siendo hora de crear un nuevo contrato social: el amigonio.

Conste que no lo propongo como alternativa al matrimonio. No soy tan postfeminista (sigo creyendo en la maldita apuesta de Pascal aplicada al amor, e.g., en el putito príncipe azul) ni tan pepera (los que quieran perpetuar un sistema de producción sexual obsoleto, como diría la Madonna, till death do us part).

Que yo no me case con nadie (en los dos sentidos de la palabra), no quita para que no disfrute de un buen bodorrio (sobre todo si hay toreros implicados).

El amigonio es una forma de dar sustancia, virtud y fuerza a un concepto apaleado por el capitalismo y las redes sociales.

Antiguamente, lo más cercano a la formalización de la amistad era cuando un amigo te pedía que fueras padrino en su boda o de sus hijos. Yo propongo una formalización más literaria, como el sacrificio del paraguas que hacían en Rayuela, tirándolo por un barranco acompañado de un grito walkyriano. Un día triste de lluvia como el que hace hoy.

Hay que llamar a las cosas por su nombre: al pan, pan, y al vino, vino.

Un amigo no es un consuelo para la soledad, todo lo contrario, es alguien que cuando te falta te sientes solo, un generador de soledades. Uy, qué wafa estoy hoy...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que echas de menos que te ponga Sálvame en la tele, ¿no?

Anónimo dijo...

No estas wafa, estas como tu tía Petra, con la misma mirada y los mismos ojos.

J dijo...

Muy buena la idea, pero creo que una de las cosas más bonitas de la amistad es precisamente su indefinición: puedes amigo de alguien que no solo te considera como un conocido y viceversa, puedes ser una semana el mejor amigo de alguien y a la semana el peor. El amigonio podría provocar celos, desilusiones y, tal vez, una tendencia al monoamiguismo, con lo bonito que es el poliamiguismo.

Anónimo dijo...

Chica, no suelo responder a los mensajes por principio, vagueza y aversión a las redes sociales (y todo lo que se le parezca), pero es que me lo has puesto a huevo. Mi vida es todo lo contrario a lo que cuentas: yo puedo ser pareja de alguien que sólo me considera como un conocido y viceversa, puedo ser una semana el novio de alguien y a la semana odiarlo a muerte. El matrimonio es lo que a mí me provoca celos, desilusiones y, tal vez, una tendencia a la monogamia, con lo bonita que es la promiscuidad.

La fugitiva dijo...

Olé tú. Que cites Rayuela, tan de tu época hippie de Grenada, te honra cariño (sé que ahora que te lo digo no te va a gustar).
Desde aquí te digo, aunque suene un poco a Lola Flores con Rocío Jurado, que eres una piedra dura de Mollet y que espero que no me faltes nunca, querido.
Te lo digo yo, que ya he reñido varias veces contigo.
Uy, qué wafa y qué mayora que estoy.

Anónimo dijo...

Otra vez me salto la regla: Cari, yo también espero que no me faltes nunca, como cantaba Marisol.

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