viernes, 9 de marzo de 2012

Versus

Abadía versus Canal

Grooming, la revelación de la temporada en Madrid (Teatro de la Abadía), con autor premio nacional de teatro y alabanzas del académico José Luis Gómez y el (cada vez menos) crítico Marcos Ordóñez de por medio. Ejem, ejem. Lo que empieza como un caso de acoso adolescente acaba con la acosada confesando que tiene la parafilia de que la entierren un rato. A mí me recordó a una gran-gran amiga mía que sólo quería que le echaran tierra encima (figurativamente) en Granada. Eso sí que es una parafilia y no las modernas de Madrid que escriben sus obras copiando frases de búsquedas en Google.

Versión de Fausto de Marlowe (Teatros del Canal, amigos y enchufes en la Comunidad de Madrid). Nos salimos en el descanso. De vergüenza ajena, no, lo siguiente.

Gosling versus Fassbender

Drive vs Shame. Coches vs Chicas. América vs. Europa. Cassavetes vs. Pinter. Contención vs Incontinencia. L.A vs N.Y.

Digamos que las dos películas se complementan. De hecho, comparten una actriz, Carey Mulligan, la como-se-descuide-acabará-como-Renée-Zellweger, que interpreta casi al mismo personaje. En Shame, cuando Fassbender le pregunta a Carey de dónde viene y ella le responde de L.A., parece que viene de estar con Gosling, al que ha dejado al niño para que hagan otro remake de Gloria de Cassavetes. Aunque ni sumando las dos películas da para un personaje completo. La mujer desvalida, que necesita la protección del hombre en Drive. La hermana incestuosa, con tendencia al suicidio en Shame. El hombre heterosexual, abandonada la metrosexualidad por ineficaz (algo contra-natura para ellos: sólo los psicópatas como el de American Psycho pueden disfrutar como una locaza de una buena mascarilla), se encuentra en un callejón sin salida. No sabe volver al terreno abonado de la mafia (ese final tan tonto de Drive) ni avanzar al terreno promiscuo de los gays (hay que ver lo mal que lo pasa Fassbender por echar cuatro polvos y medio, al Sleazy lo mandaba yo). Claro que, en los tiempos que corren, ni los nominan por considerar sus películas demasiado modernas. Venga, hasta luego.

Los descendientes versus The artist

A estas si las nominan. ¿Quién puede empatizar con un terrateniente ecológico e infantiloide que se va a buscar al amante de su mujer en coma? ¿Por qué el amante tiene que ser un gilipollas todavía más infantil que él, que además trabaja en una inmobiliaria? ¿Por qué el amante no es nunca alguien más guapo, maduro e inteligente que el marido? ¿A alguien le quedaba alguna duda de que no iba a vender los terrenos para que edificaran en la paradisíaca isla? Si Los descendientes es el bluff de la temporada, The Artist es un corto tan estirado que llega a parecer una movieserie de Telecinco. En concreto, a mí me recordó mucho a la de la vida de Rocío Dúrcal. Que no, que un hombre no puede estar mantenido por una mujer. Es algo contra-natura. Su orgullo le enmudecerá y un hombre mudo merece todos los óscares del mundo.

Madonna sí versus no

A medida que van cayendo con cuentagotas los adelantos de los singles de la Madonna, me doy cuenta de una cosa. Que sí, que después de oír que volvía con William Orbit todos esperábamos un disco como Ray of Light, en un ejercicio de nostalgia de unos años 90 en los que todos éramos más maduros, despiertos e inteligentes. Pero es que fue justo sacar el disco y conocer a Guy Ritchie. Entiendo perfectamente que esta mujer no quiera que ningún hombre vuelva a tomársela en serio.

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