Es duro terminar el año sin propósitos de año nuevo. Como
decía Rosa María Sardà en Todo sobre mi madre: ¿de verdad no esperas nada de
mí? Yo espero poco del 2013. Quizás, lo único, que no me hablen del tiempo.
Como dice Cecily en La importancia de llamarse Ernersto: cuando me hablan del
tiempo pienso que quieren hablarme de otra cosa y me pongo muy nervioso. Y
quien dice el tiempo dice el amor, la crisis, la salud y demás tautologías.
Pero más duro es de robar o, en este caso, empezar el año
con pánico a la página en blanco. Metafóricamente hablando, quiero decir. El
pánico literal y literario ha quedado reducido a un ligero escozor a la altura
de la pituitaria a en los días lúcidos de resaca.
Vamos, que no tengo tema. Tenía pensado hacerme la “mujer superficial”
y titular este post “Lady Ganga”, pero las rebajas han resultado más
infructuosas que comer zanahorias para la vista. Es una falacia pensar que la
disminución de las ventas aumenta las rebajas. Todo lo contrario. Los tenderos
se miran el euro que ni los ombligos los chusmas de mi nuevo gimnasio. Así que
los juegos de palabras con el “Ganga style” o las referencias a la hora de las
rebajas de la última canción de la discoteca, a la papelera.
Otro tema era Pedro, obviamente. Yo pensaba que LAP iba a tener un giro de esos muy suyos, en plan El amante menguante o El paradigma del mejillón, pero si lo más interesante que ha contado hasta ahora es que Lola Dueñas está considerando meterse una linterna en el chocho, miedo me da que esta película sólo sea una faena de aliño.
Ante la falta de inspiración, me dije: vamos a darle una
oportunidad a Despedida de soltera, después de leer la infame buena crítica de
Jordi Costa en El País. Menudo mojón.
Así que he vuelto a la copla: atención al minuto 2, cuando
interrumpe la canción y dice lo de “Si nos llega la muerte, que nos llegue cantando”.
Cuánta razón, Juanita. Y que se muera la pena.
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