miércoles, 12 de junio de 2013

Noche de Reyes

Volví a ver a los Propeller en Twelfth Night, comedia que no conocía, de la última época de Shakespeare, y lo cierto es que todo lo que me chirrió un poco en The taming of the shrew, aquí estaba resuelto con maestría. Para empezar, en esta obra, el hecho de que todos sus intérpretes sean hombres tiene mucho más sentido. Viola, que cree que ha perdido a su hermano gemelo en un naufragio, se disfraza de hombre y empieza a trabajar a las órdenes del conde Orsino como paje, haciéndose llamar Cesario. Un hombre interpretando a una mujer que se disfraza de hombre da pie a numerosos juegos de palabras y situaciones equívocas, ya que obviamente se enamora de Orsino. Por si fuera poco tiene que interceder por el amor del conde con Lady Olivia, que está de luto y ha decidido pasar siete años sin ver a ningún hombre. El actor que hace de Olivia está soberbio como mujer, sin caer en el travestismo en ningún momento. Por supuesto, se enamora de Cesario y todo se complica al final cuando aparece Sebastian, el hermano gemelo de Viola/Cesario. Antonio, el amigo/salvador de Sebastian en el naufragio, tiene un discurso muy gay cuando le declara su amor (recientemente se ha definido como la expresión más fuerte y directa de sensibilidad homoerótica en las obras de Shakespeare): "This youth that you see here/ I snatched one half out of the jaws of death, / Relieved him with such sanctity of love, / And to his image, which methought did promise / Most venerable worth, did I devotion".

En general es una obra sobre el amor. Ya lo dice Orsino nada más empezar: “If music be the food of love, play on”. Yo, por supuesto, me enamoré varias veces (if theater be the food of love...). También hay canciones escritas por Shakespeare, algunas preciosas, como la de “O mistress mine” y sobre todo “The Clown song” cantada por el bufón, con el famoso verso de “For the rain it raineth every day”.

Mención aparte merecen los secundarios. El bufón está simplemente ESPECTACULAR. Y el criado Malvolio tiene las escenas más agradecidas de la obra, como la del jardín donde descubre la falsa carta de amor de Olivia, que puso a todo el teatro en pie. Una obra mucho más dinámica y redonda que The taming…, las dos en los Teatros del Canal, sin duda, el mejor teatro de Madrid con diferencia. Lástima que no tenga una librería y que la cafetería no esté a la altura.



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