lunes, 7 de abril de 2014

Contra la primavera

“Mire, a mí también me pone nervioso la primavera, también a mí me turba la muelle trivialidad de los recuerdos y las sensaciones que la primavera despierta en nosotros (…), pues la verdad es que me avergüenzo ante ella, me avergüenzo ante su naturalidad limpia y pura, ante su triunfante juventud (…). Se trabaja mal en primavera, qué duda cabe. Y ¿por qué? Porque uno siente. Y porque es un ignorante quien cree que el creador ha de sentir. Todo artista auténtico y sincero se sonríe ante la ingenuidad de esta ramplonería; tal vez con melancolía, pero se sonríe. Pues lo que uno dice no ha de ser jamás la parte esencial de las cosas, sino tan sólo material, de por sí indiferente, de la cual hay que servirse para crear la forma estética con artística y serena superioridad. Si pone demasiado interés en lo que va a decir, si esto hace latir su corazón con demasiada fuerza, puede estar segura del más rotundo fracaso. Se pondrá patética, sentimental, sus manos producirán torpezas, ridiculeces con pretensiones de seriedad, que están más allá de sus fuerzas, sin gracia ni sabor, aburridas y banales y que, para colmo, no provocarán sino indiferencia en la gente y desengaño y desolación en usted misma (…) ¡Se acabó el artista en el momento en que se haga humano y empiece a sentir!”

Tonio Kröger, de Thomas Mann

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