martes, 22 de abril de 2014

Una gata temeraria bajo la lluvia

La vida Under The Sea es mucho más fácil, cantaban en La sirenita, y no puedo estar más de acuerdo. Llámesele debajo del mar, la lluvia, las sábanas, los treinta años o Despeñaperros.

En un lunes lluvioso como el de hoy, miro por los barrotes de la ventana de esta extraña clínica de desintoxicación donde no se hartan de decirme lo mucho que me quieren y lo estupenda que estoy, y me pregunto por qué he acabado convirtiéndome en una de esas gatas a las que les gusta la lluvia. Y mira que me pongo a los Carpenters y canturreo aquello de “Talking to myself and feeling old, sometimes I’d like to quit”, pero ni con esas.

Vamos, que el mal tiempo me sube la dopamina y la serotonina más que un enfrentamiento con un chulo de policía a Esperanza Aguirre. Estoy seguro que le dijo mi frase favorita de Fast and Furious: ¿eres de esos hombres que prefiere los coches a las chicas?

Ay, Espe, yo también me doy miedo por mi temeridad. El sol antes me hacía feliz. Ahora me provoca ansiedad. Y lo peor de todo es que la lluvia es muy poco exuberante, irracionalmente hablando, a menos que entremos en caudales de diluvio o lleves las llantas como Grace Kelly.

Claro que este blog hace mucho tiempo que tiene la exuberancia por los suelos. Y mira que lo intento, pero no hay manera. Me temo que hace tiempo que perdí la partida contra esos malandrines que quieren acabar con la fiesta y la exuberancia.

Y maullaréééééééé por tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

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