miércoles, 21 de mayo de 2008

Bitch tits

Beatriz Preciado, filósofa y activista queer, presentando su libro “Testo Yonqui” en el programa de Sánchez Dragó, donde habla del biocapitalismo farmacopornográfico, de que no se siente hombre, pero mucho menos mujer. Ataca la reducción que hace la medicina de los binominos hombre-mujer, homosexual-heterosexual. En principio sólo somos biomujeres o biohombres y luego tú decides. Esgrimir rasgos anatómicos (o bioquímicos) para fijar identidades sexuales es cultural. Ahora lo más es cuando una “lesbiana” masculina se lía con un “homosexual” femenino. Ella ha tomado testosterona para probar sus límites bioquímicos (se distancia de los transexuales y del típico hombre encerrado en cuerpo de mujer) y, ante el interés de Dragó, le explica que si los hombres toman testosterona en exceso te salen bitch tits, como a los chicos en el gimnasio, puro porno farmacológico, nunca mejor dicho, por el exhibicionismo y la cantidad de anabolizantes que toman.

Muy interesante todo, aunque al final me quedó la sensación de que una hora de conferencia de esta mujer se puede resumir en cinco minutos de Mayte Martín cantando un fandango en directo. Tengo que comprarme el libro.

Fue puritita casualidad que la película que tenía preparada para después del programa fuese “Confidencias a medianoche (Pillow talk)” de Michael Gordon, la mejor película sin duda del binomio Rock Hudson-Doris Day. Verla después de un discurso transgénero fue divertido, porque la fijación de identidades sexuales de la película da mucho juego: en primer lugar, la exaltación de los roles hombre-mujer, que parece que en los cincuenta todos estuvieran jugando con los límites del género como Beatriz y hubiera que meterlos en vereda; en segundo lugar, el hecho de que uno de esos roles en la vida real fuese homosexual (aunque Doris jurara hasta el día de su muerte, la de él, que ella no sabía nada); en tercer lugar, que el papel que hace Rock Hudson en la película se haga pasar por gay para que ella tenga más ganas aún de irse con él a la cama; y por último, aunque sólo sea un gag bobo de los últimos minutos, el equívoco que se produce en la consulta del ginecólogo, donde el médico cree que Rock está embarazado y lo arrastra a su consulta para investigar ese gran salto en la ciencia. Pura teoría queer.

A su lado, las películas (progresistas para la época) de Katherine Hepburn y Spencer Tracy, como “La costilla de adán”, que termina con él diciendo Vive la différence, referido a las diferencias de género, parece reaccionaria.

Pero bueno, la película también se disfruta a otros niveles: aprendes que una mujer, cuando un caballero la acompaña al umbral de su casa, debe darle la llave para que él abra la puerta, aunque lo haya conocido esa noche; que el zumo de tomate, para la resaca, aparte de un poco de tabasco, debe llevar mucho aceite de oliva (qué grande Thelma Ritter); o que una career girl debe tener mucho cuidado con el acento de los bachellors que conoce.

1 comentario:

xx dijo...

Leyendo lo leído me siento más de lo menos.
Tengo que reinventarme.
Besos
Charlie

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