sábado, 3 de noviembre de 2012

La realidad aumentada


Antes que nada, perdón por la ausencia, aunque en estos tiempos de hiperconectividad y microcoordinación, las ausencias deberían celebrarse, no excusarse. Sobre todo las ausencias de uno mismo, que son las que dejan más resaca. 

Este último mes los días han transcurrido como las hojas de un libro que pasas sin leer y lo peor de todo era la angustiosa certeza de que era el libro de tu vida el que tenías entre manos: de repente ilegible, porque los acontecimientos llegan antes que las palabras y estas antes que las ideas. Me encanta el término inglés “a real turnpager” para decir que un libro se lee bien. Hasta que llega el paroxismo y te dedicas a pasar las páginas sin leer porque prefieres no enterarte de nada. La vida es el único libro que se lee solo.

Buscando tendencias en la Gran Manzana para relajarme, hoy he leído en el New York Times (que aunque se disfrace de periódico, tiene más ficción que un libro de trucos de magia) un artículo sobre la microcoordinación, referida a las interacciones sociales lubricadas con smartphones. En la prehistoria, la gente quedaba en lugares y a horas concretas. Hoy, nos microcoordinamos o ajustamos nuestros planes según sucesos en tiempo real, ya sea un atasco, un cambio de planes, un mensaje de última hora, etc. Bueno, pues uno que tan reacio es a la falta de modales de las nuevas generaciones (que dan un plantón a golpe de whatsup, y eso cuando se dignan a responderlos) debe reconocer que lleva un tiempo microcoordinándose como buenamente puede.

Y sin salirme de las tendencias, un grito sobre el último invento (Ahhhhhhhhhhhhhhh). Siempre he pensado que los buenos inventos son aquellos que suplen una carencia que teníamos (del condón al ipod), mientras que los grandes inventos son aquellos que nos crean nuevas necesidades que en realidad no teníamos antes de que salieran al mercado (del viagra al ipad). Todo esto desde el punto de vista del mercado. Porque para el usuario, sólo son dolores de cabeza innecesarios. Y ya no te digo para los early-adopters. ¿Que por qué me enrollo tanto? Porque hace un par de semanas, entre resaca y resaca, leí en algún lugar algo que no hablaba de mi: las gafas de realidad aumentada de Google. El viejo reaccionario que parece que me ha abducido últimamente se echó las manos a la cabeza, tarde, como el púgil que cae al suelo después de un golpe fatal: ¿quién quiere aumentar la realidad?, pensé desconsolado tirado en el ring.

Como bien dice Blanche Dubois después de recibir un puñetazo verbal de Kowalski (y tengo pendiente un post sobre la película): I don’t want realism. Y menos aumentado, hermana.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero que només augmentin verticalment... Encara me les posaria, però horitzontalment... I ja no vull ni pensar en el el buit i el desempar de la realitat... Potser que els de Google inventin quelcom per magnificar-se ells les pilotes, lol. En fi, que fa dies que penso que t'hauries d'apuntar com a pendent (que jo recordi) fer un post sobre el rebuig fins i tot enllaçant-lo amb els dels tuiters. Ja ho comentarem. Putons.
A de V

Anónimo dijo...

Ausencia de contenido... "real"
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