¿Sabes cómo sé yo que no estamos en Matrix? Si lo
estuviéramos, la gente no estaría enganchada a los realities de Divinity.
Es
una epidemia. Estuve el fin de semana pasado parando el oído como se dice en catalán
en una poblada fiesta de navidad y no daba crédito.
Definitivamente, con el nuevo siglo se ha confirmado el cambio de la iconodulia a la iconoclasia. Del más estrellas que en el cielo al más
freakies que en Gran hermano. De la era de la envidia a la era de la Schadenfreude
(pronúnciese chadenfroide, gracias Javito). Si la envidia es la tristeza o el pesar
del bien ajeno, la Schadenfreude sería la alegría o el regocijo en la desgracia
ajena. No existe término en castellano, por eso lo he tomado prestado del
alemán (ellos siempre en todo).
Todo empezó el viernes con una discusión en casa sobre la
caída de la “star quality” de las personas, vamos, que ya no hay estrellas como
las de antes. Mi tesis es que todo se debe a los medios, a los de antes y a los
de ahora. No creo que haya un coeficiente de caída de la genialidad humana.
Al
día siguiente, en la susodicha fiesta, pude corroborarlo. ¿Cómo va a haber estrellas
si la gente sólo habla de programas de estilistas, decoradores de interiores y
cocineros? Tachadme de clasista, pero esa gente solía ser el servicio. Claro
que no creo que los vean por ellos, sino por los desgraciados que les
acompañan. Ahora, cuando se enseña una casa en esos programas de puertas
abiertas que tanto han proliferado en la tele, es para reírse de los dueños,
aunque la casa valga millones y tú vivas compartiendo piso. En los tiempos del
Hollywood clásico, cuando una estrella enseñaba una casa, era para morirse de
envidia. Ahora la gente ve programas de chicas con un excelente gusto en donuts
y un dudoso gusto en vestidos de novias y es feliz.
Otros ejemplos de Schadenfreude: todo lo malo que le pase a
la Casa Real, las últimas elecciones catalanas, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria,
el caso del Madrid Arena, los nuevos ricos arruinados, el Cuore, la Pantoja…
Se supone que la Schadenfreude es la evolución lógica de la
envidia. Primero envidias a alguien y, cuando le pasa algo malo, te alegras. Pero
del “A cada cerdo le llega su San Martín” al “Mal de muchos, consuelo de tontos”
hay solo un paso. A esto, súmesele un déficit de complejo de superioridad y
unas ganas de criticar que ni servidora el día después de una fiesta. El que
sufre de Schadenfreude, como no se siente superior con su trabajo, el amor o la
costura, lo hace viendo “cosas” como Gandía Shore y, entre capítulo y capítulo,
se repasa el facebook de todos los conocidos de conocidos buscando en su fuero
interno el mínimo resquicio de conmiseración como el actor que intenta llorar y
no le sale.
Le propondría a la Academia que creara una palabra más
bonita que Schadenfreude, porque el primer paso para solucionar cualquier
problema es aceptarlo, y no se puede aceptar si no se nombra. Aunque claro, en
la Academia llevan años sin actualizar el significado de condescendiente, y así
sigo yo, pensando que os cuento todo esto sólo por bondad.
2 comentarios:
Buenu, buenu, després et queixes que no et comentem... Jo he de dir que de "Schadenfreude" niente de niente. Ans al contrari, més aviat penso que tota aquesta penya que pobla els divinities duu una existència més feliç que la meva, especialment les que tenen més bon gust per als donuts que per als vestits de núvia. No sé els altres, però això meu és més aviat una fugida endavant del Telenotícies. Que això em deixi en més bon lloc que els que s'alegren del mal gust, les misèries i els mals aliens, ho dubto... això sí que ho admeto. Putons
A de V
Oh my! ¿Cómo te atreves a decir que ya no hay estrellas como antes existiendo Lady Gaga?
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