lunes, 14 de octubre de 2013

La increíble mujer menguante

A propósito de “Cómo ser mujer” de Caitlin Moran 

* No sigas leyendo si no te has sentido alguna vez un poco mujer.

* Tampoco sigas leyendo si eres de esas mujeres que piensa que ya ha conquistado todos sus derechos. Que a estas alturas de nuevo siglo, si te sientes discriminada, sólo tienes que poner una denuncia en el juzgado de guardia más próximo. Lo único que falta por conquistar son los puestos de dirección en las grandes empresas. El resto de quejas es pura complacencia y victimismo. Curiosamente es lo que piensan también muchos hombres sobre las feministas.

* Deja de leer inmediatamente si crees que la mujer es adicta a la autocompasión. Precisamente, cuando Caitlin se compadece por tener que llevar tacones, hacerse la cera o tener que aparentar menos años de los que tiene, está haciendo comedia (como cuando Woody Allen se ríe de los judíos), algo tradicionalmente vetado a la mujer.

* No pases del prólogo si cree que el feminismo es algo académico y no tiene nada que ver con el Hola, Sexo en Nueva York o la princesa Letizia.

* Tira el libro a la hoguera si no crees que el aborto es sagrado.



Hasta aquí el libro de la Caitlin. Yo iría más allá y hablaría de una “cultura mujer”, de la misma forma que hay una cultura gay, skate o negra. Aunque le duela a la Caitlin, deprimirte porque no te entran unos pantalones es algo muy mujer, como lo es fantasear con historias sentimentales con nuevos compañeros de trabajo o ver a Miley Cyrus un poco guarrilla. No pasa nada, no todas las culturas tienen que ser 100% positivas. Los gays son todos promiscuos y obsesionados con el culto al cuerpo. Sinceramente, no creo que un libro como este cree conciencias sobre el depilado de las ingles de la mujer. Desgraciadamente para ellas, tiene mucho más peso lo que opine una vieja anoréxica como Karl Lagerfeld que cincuenta Caitlins. Tampoco creo que vaya a hacer mucho por la mujer en los países en desarrollo. Su trauma porque no le gustan los bolsos de 600€ podría resultarles ofensivo. Pero aunque sólo sea por morir en el intento de reivindicar para la calle las palabras "feminista recalcitrante" a estas alturas de los estudios queer, creo que vale la pena. Eso sí, la traducción no me pareció tan buena como glosan las críticas y tampoco me parece un libro para editarse en Anagrama, allá Jorge Herralde. Debería ser un libro barato de portada chillona para leer en el metro. Ni siquiera le pega el triste marco de un e-book.


1 comentario:

Anónimo dijo...

don´t let the grass grow under your feet

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