miércoles, 15 de abril de 2009

Grandes escenas

“Pues señor, érase una vez un pueblecito español…”

Así empieza una de las mejores películas del cine español: “Bienvenido Mr. Marshall” (1952). Con una voz en off (la de Fernando Rey) que describe los estereotípicos habitantes de un pueblo de Castilla que todavía no saben lo que se les viene encima (Carmen Vargas, la máxima estrella de la canción andaluza, y el Delegado General, que viene a anunciar la llegada del plan Marshall). Vamos, como si llegaran ahora Bisbal y el representante de la campaña de Obama por sorpresa a Alcobendas.

De la película recordaba la canción compuesta para recibir a los americanos, maravillosa:

Los yanquis han venido,
olé salero, con mil regalos,
y a las niñas bonitas
van a obsequiarlas con aeroplanos,
con aeroplanos de chorro libre
que corta el aire,
y también rascacielos, bien conservaos
en frigo y de aire.

También recordaba el discurso del alcalde en el balcón y el sueño del far west (el del cura con los capirotes de semana santa del KKK lo hubieran dejado para los extras de DVD, si se hubiese rodado hoy). Pero la película es mucho más. Vale la pena revisitarla cada 5 años.

El recurso de la voz en off era muy utilizado en la época. También aparece en “La ironía del dinero” (Edgar Neville, 1955) y en “El malvado Carabel” (Fernando Fernán Gómez, 1956), por citar dos de las siete que me vi ayer. Pero la de Bienvenido… resume perfectamente el escenario y los actores de la historia, así como el tono de la fábula. Hay otras escenas, como aquella en la que el cura, el hidalgo y la maestra describen qué es EE.UU., que también me gustan mucho. Pero esta engancha, por lo sencilla.

Detrás de la escena o más bien después de la escena vienen el esperpento, la crítica y la mala baba. El mejor Berlanga tiene eso de intemporal. La película bien podría ser una sátira de la recesión económica actual. También hay su dosis de andalufobia, con esos Ozú y Digo de Carmen Vargas, y la visión de todos los habitantes del pueblo castellano vestidos de flamencos. Se supone que en la época era una crítica a la españolada de las películas de CIFESA. Al respecto, personalmente prefiero la autocrítica que el mismo año estrenaba Juana Reina, “Carmen de España”, donde Rafael de León también se reía de la españolada imaginada por los franceses cien años antes.

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