jueves, 16 de abril de 2009

Se acuerdan de los 90

Jose Ignacio

Me acuerdo de lo fría que estaba el agua de la piscina universitaria el año que la inauguraron.

Me acuerdo del sabor de los macarrones con atún y tomate frito de bote.

Me acuerdo de cómo subíamos corriendo por las escaleras del multicines para pillar sitio.

Me acuerdo de los discos de serie media del Hipercor.

Me acuerdo de las colas que había en las cabinas de teléfono a las diez de la noche.

Me acuerdo de que los números locales se marcaban sin prefijo.

Me acuerdo de que en Antonio Banderas estuvo a punto de hacer de Drácula en la película de Coppola.

Me acuerdo del color de las paredes de los comedores universitarios.

Me acuerdo de la moda de los pantalones a cuadros.

Me acuerdo de que en los trenes y en los autobuses se podía fumar.

Me acuerdo de las notas que dejábamos en los interfonos.

Me acuerdo de las máquinas de refrescos con cerveza de Torremolinos.

Me acuerdo del estreno de Kika.

Me acuerdo del sabor del wodka con limón.

Me acuerdo del eurobeat.

Me acuerdo de las películas del cineclub universitario.

Me acuerdo de las conversaciones de madrugada.

Me acuerdo de las clases de aerobic.

Me acuerdo de las cuñas de la tienda de los seis duros.

Me acuerdo de los veranos en Málaga.

Me acuerdo del Fastlove.

Me acuerdo de las excursiones al Llano de la perdiz.

Álvaro

Me acuerdo del “Tu me trouves jolie?” del comienzo de Le mépris, y de lo pesado que estaba con la Nouvelle Vague.

Me acuerdo del Yoga de Björk sonando a todo trapo mientras Adolfo y yo bajábamos del Albaicín de amanecida tras una noche loca. Era el día que mis padres me recogían porque terminaba ese curso.

Me acuerdo de La flor de mi secreto. ¡Leo!

Me acuerdo de Susan Sontag.

Me acuerdo de las baldosas de barro de mi piso de Aljibe de Trillo.

Me acuerdo de la Casa del Agua donde vivían Jose y Adolfo.

Me acuerdo del minihorno en el que Jose tostaba el pan de molde y hacía las “pizas”.

Me acuerdo de la porra de Fran y de su vajilla deslavazada.

Me acuerdo del Bed Times Stories de la Madonna.

Me acuerdo del polvo en la ducha de Más que amor frenesí.

Me acuerdo de Show Girls y de las uñas de Nomi.

Me acuerdo de Massive Attack y de Portishead.

Me acuerdo de Blur y de Pulp.

Me acuerdo del Tentaciones de los viernes.

Me acuerdo del Katovit con café de antes de los exámenes.

Me acuerdo de cuando escuché por primera vez en casa de Yves (profesor de la facultad que se lió con Silvia) el concierto para piano en sol mayor de Ravel.

Me acuerdo de Alanis y Adolfo, de Adolfo y Alanis.

Me acuerdo del peto de Fran.

Me acuerdo del “sin parare” de Sonia: “me gusta sin parere”, “me lo tiraría sin parare”, “entiende sin parare”…

Me acuerdo mucho de Baru.

Me acuerdo de los donuts de chocolate granaínos de la cafetería de la Facultad.

Me acuerdo de comedores universitarios los sábados de resaca.

Me acuerdo de Fondo y de las veces que vomité en sus proximidades.

Me acuerdo del vodka con limón.

Me acuerdo del Angelito. ¡Qué beauty!

Me acuerdo de la noche en que conocí a Luis Muñoz en Carrera del Darro.

Me acuerdo de la Cité U de Aix-en-Provence.

Me acuerdo de las tostadas con jamón de la plaza de la Trinidad.

Me acuerdo del MS-DOS y del verde y negro de los ordenadores de entonces.

Me acuerdo de los disc-man.

Me acuerdo de La verdadera naturaleza del amor. ¡Qué Baru!

Me acuerdo del estreno de Finales de agosto, principios de septiembre, en París.

Me acuerdo de Las noches salvajes.

Me acuerdo de que no tenía nunca ni un puto duro.

Me acuerdo de los cafés y el fumigueo en El Central.

Me acuerdo de que vivíamos tan bien sin móvil ni fijo.

Me acuerdo de las Dr. Martens combinadas con mini escocesa de Olalla.

Me acuerdo de la muerte de Lola Flores y de la de su hijo una semana más tarde.

Me acuerdo del “tipo cazo” de Fran.

Me acuerdo más de lo que pensaba de Grenada, Grenada.

Adolfo

Me acuerdo de planos de ciudades desconocidas.

Me acuerdo de los nervios al conocer gente.

Me acuerdo del mármol del suelo y las columnas de la facultad.

Me acuerdo de las primeras veces que leí El País.

Me acuerdo del brillo de algunos años y de la oscuridad de algunos meses.

Me acuerdo de la falta de criterio en mis lecturas (hasta ser posmoderno).

Me acuerdo de las comidas en la cuesta de San Gregorio.

Me acuerdo de los botellones en la cuesta de San Gregorio.

Me acuerdo de los barcos de la noche en la cuesta de San Gregorio.

Me acuerdo del Missing de EBTG por los adoquines de las calles de Granada.

Me acuerdo muy poco de la política de esos años.

Me acuerdo de los nervios al dar mi primera clase.

Me acuerdo de la rueda de la moda, de las peinetas sin mala intención, de un fondo de armario imposible.

Me acuerdo de la conciencia construida al mirarme en los espejos de mis amigos.

Me acuerdo de los primeros amores (take me home).

Me acuerdo que había sesiones golfas en versión original a las doce de la noche.

Me acuerdo de haber tardado una hora y media en encontrar la traducción de una palabra en la biblioteca de la facultad.

Me acuerdo del brillo en los ojos de mis amigos.

Me acuerdo de mi viaje de ida y vuelta con mi pueblo, con mi familia.

Me acuerdo de que siempre era viernes en todo el universo.

Me acuerdo de los intercambios de recopilatorios caseros grabados en cintas.

Me acuerdo de la distancia que hay a Inglaterra, y a Irlanda, y a Alemania, y a Estados Unidos…

Me acuerdo de las peleas dialécticas y de las reconciliaciones afectivas.

Me acuerdo de la tristeza de la luz de la mañana en Granada (por temprano o por tarde).

Me acuerdo de que no había teléfonos móviles y dejábamos notas por debajo de las puertas.

Me acuerdo de las cabinas telefónicas.

Me acuerdo de la inauguración de Fondo Reservado.

Me acuerdo de lo que pesaba el tiempo.

Me acuerdo de la luz de Cádiz.

Me acuerdo de mis pantalones rojos.

(Gracias, chicos)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues; recuerda recordar y se consciente. ¡LEO!

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