sábado, 26 de diciembre de 2009

Incendios

Es lo malo de la felicidad, que cuando te empiezas a preguntar por sus límites, se acaba. Soñar con poppers y baked beans no es nada bueno. Como decía Maggie, la gata: “es como cerrar la puerta ante un incendio con la esperanza de olvidar que la casa está ardiendo”.

El día menos oportuno, se rompe una copa de vino en la cocina y te das cuenta de que se te ha roto todo. Recoges con la escoba los restos de tu hombría y te acuerdas de nuevo de la lucha de Jacob con el ángel. No es una lucha justa. No puedes no perder.

Maggie tenía razón: no se extingue un incendio con dejar de mirarlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vente YA pa' graná!!!!

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