jueves, 26 de abril de 2012

La información

"De noche en las ciudades, lo noto, hay hombres que lloran en sueños y luego dicen nada. No es nada. Sólo una pesadilla. O algo parecido...Desciendan en la nave del sollozo, con analizador de lágrimas y sondas de llanto, y darán con ellos. Las mujeres -ya sean esposas, amantes, musas demacradas, niñeras gordas, obsesiones, devoradoras, ex, némesis- se despiertan y, con femenina urgencia de saber, se vuelven hacia esos hombres y preguntan :"¿Qué te pasa?" Y los hombres contestan: "Nada. No es nada, de verdad. Sólo una pesadilla”

Así empieza “La información” de Martin Amis, y no es otra cosa que la certeza de la muerte la información por la que lloran los hombres que se despiertan en medio de la noche una vez entrados en los cuarenta. Un comienzo típicamente machista que entronca con lo que ya lo decían los griegos: “la ciudad son los hombres”, no las mujeres.

Yo creo que Martin Amis se equivoca: al entrar en los cuarenta, las mujeres también se despiertan en medio de la noche con una certeza. Eso sí, son más fuertes que ellos y no lloran. Y desde luego, las que duermen con alguien, no hacen ruido para despertarles. Las mujeres –ya sean solteras, madres con complejo de culpa, novias desengañadas, adictas a la cocaína- hacen suya la máxima de Wilde: “la tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno es joven”. Su scoop es otro y, una vez que lo descubren, se instalan en el limbo de lo pudo haber sido y no fue (tanto las que apagan de un manotazo el despertador biológico como las que no).

Las maricas, cuando entran en los cuarenta, se despiertan de madrugada con ardores provocados por el garrafón del fin de semana y cruzan su particular threshold of revelations, como decían en Angels in America, aunque desgraciadamente la suya es una revelación sin ángeles de por medio. De noche en las ciudades, hay maricas que lloran en medio de la noche porque descubren que no son mujeres y, como a los hombres de la novela de Amis, les sobreviene la certeza de que van a morir. Como todo en su vida, el secreto que se les confía tiene la sonrisa del payaso triste (careta de alegría con el alma rota, que cantaba Bambino). Aunque quien mejor ha retratado esa revelación ha sido Billy Wilder en “Con faldas y a lo loco”, cuando Jack Lemmon, otro gran payaso triste, tiene su particular midlife crisis con medias y tacones: "Soy un hombre, soy un hombre, qué desgracia la mía".




No quiro ponerme pedante, pero en la versión en español está censurada una de las mejores frases de la película, cuando dice:

- Pero tú no eres una mujer, eres un hombre. Ni en broma puedes hacer eso.

- ¿Y el porvenir?

En inglés dice (minuto 1:30):

- But you’re not a girl, you’re a guy, and why would a guy wanna marry a guy?

- Security.



Siguiendo con la pedantería, como dato cinéfinlo, Wilder hizo que Lemmon tocara las maracas para que el público pudiera soltar la carcajada entre réplica y réplica sin que se perdiera nada.

(Volviendo al tema de La información, tampoco me quiero poner 15M, precisamente en este blog que es una celebración de la exuberancia irracional como la que retrata Amis en su novela sobre los problemas burgueses en la cool Britania, pero es que, como suele decirse, me lo he puesto a huevo: desgraciadamente, hoy día, La información que recibe cualquiera que se despierta en mitad de la noche se parece más a no volveré a conseguir un trabajo en condiciones, no podré pagar la hipoteca, hasta cuándo puedo aplazar la visita al dentista, de la pensión mejor ni hablamos, etc., etc., etc.)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay que avergonzarse de ser pedante...........hijo mío

Ni de ser un perro flauta blandiendo consignas de victimismo izquierdista........de ser pobre, vamos. No debe haber verguenza en eso, querido.

Ni de andar, por ahí, votando..........bueno, de esto último I'm not sure.

Anónimo dijo...

Uno debería poder vivir dos vidas, una de hombre y otra de mujer. :) Ad

joseph john dijo...

te quedastes sin ginebra darling?

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