miércoles, 4 de abril de 2012

Las grinder


Hermanas, la calle está fatal. Y si no tuviéramos ya bastante con la competencia del Gaydar, el Bakala y el Bear, ahora las Grinder nos están barriendo. No puedo con las grinder, son unas mamarrachas. Dónde se ha visto hacerse una foto en el espejo del baño con el flash enfocando a la cara para que sólo se vea el cuerpo. Unas mamarrachas. Y la que es mona, todo el día haciéndose fotos buscándose el lado bueno. Unas mamarrachas y unas acomplejadas. No puedo con ellas. Me recuerdan a las bandejas de carne de las neveras de los supermercados. No saben que el buen solomillo no está a la vista, te lo saca el carnicero de detrás del mostrador y tiene vetillas blancas porque la grasa le da sabor. Claro que qué sabrán las Grinder de sabor, si están ciclotímicas a base de pechugas de pollo hormonado y arroz vaporizado. Y de conversación ya ni hablamos. A base de hablar con peítos en el whatsup, se les va a poner cara de culo. Estoy hasta el mismísimo de conversaciones peo.

El colmo fue el otro día fumando en la puerta de un local. Si ya es difícil que un hombre te dé fuego de lado, porque viene servidísimo de chatear durante la semana, ahora se ha puesto de moda grindear en la puerta de los bares. Vamos, que te pueden dejar compuesta y sin polvo por la promesa de una tableta de chocolate, sin cara, que intenta que no se le note la pluma en mensajes llenos de monosílabos. En el futuro, las agencias inmobiliarias de Chueca promocionarán sus pisos destacando los hot spot de concentración grinder. Al tiempo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por Dios!! Cuanta verdad junta!!!

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