miércoles, 8 de agosto de 2012

La gente es muy mala, Leyva

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. He visto a los chicos de waterpolo atacar la portería contraria con brazos que salían como tentáculos de debajo de mi sofá. He visto a los chicos de gimnasia artística hacer piruetas en las vigas de mi casa. Pero todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la piscina de sincro.



O hablando claro: mucho salto de trampolín, mucha cerveza, mucha lesbiana mal maquillada, mucha cerveza, mucho lanzamiento de peso, mucha cerveza, mucho revolcón de judo, mucha cerveza, pero hasta que no se me saltaron las lágrimas con nuestras medallistas de sincro no tuve la sensación de que estábamos en las olimpiadas. La única vez en mi vida que me he tomado el deporte en serio (y por en serio quiero decir sin mezclarlo con alcohol) era cuando de pequeño iba todos los sábados a la piscina de Granollers a perfeccionar estilos. Lo que hubiera dado en esa época por un sobrecito de gelatina de cola de pescado para el pelo y unas pinzas para la nariz. Qué tiempos.

En fin, que hoy quería hablar del hot spot de las olimpiadas. Y no, no es el jacuzzy donde solazan los muchachos después de los saltos de trampolín. Me refiero al teléfono de Danell Leyva. Por favor, cómo se le ha ocurrido a nadie pensar que este chico es gay. Menos mal que ya han aclarado que no, que fue una amiga quien propagó las fotos. Yo había llegado a pensar que su padrastro estaba detrás de alguna de las fotos, pero luego me he dicho: no seas mal pensado, cierto es que corre sangre cubana por sus venas (y qué venas), pero no seas como lo demás. La gente es muy mala.

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