viernes, 21 de noviembre de 2008

El musical del 2 de mayo

Me llama Becky del Páramo por la tarde, que tiene entradas para ir al teatro Albéniz a ver “Baile de máscaras” de la Compañía Rojas y Rodríguez (antes Nuevo Ballet Español, y el cambio de nombre tiene un motivo: ambos empiezan a tener proyectos por separado).



Mis expectativas son de ver un show à la Sara Baras, es decir, una cosa entre los espectáculos de tablao de Tivoli World que veía de pequeño y un montaje de Antonio Gades en el Ballet Nacional. A ellos los conozco de una sucesiva campaña publicitaria en una revista gay (donde normalmente explotan su belleza y “ambigüedad”) de todos sus espectáculos, y de ver durante años los carteles los mismos en el metro.

Cuando nos dan el libreto, me informo del argumento: inspirado en la guerra de la independencia, la invasión de Napoleón, el levantamiento del pueblo, la figura de Fernando VII y la visión de Goya. Con la colaboración especial de García Montero, que les ha escrito un poema. La música es de Pepe Nieto (responsable de la banda sonora de todas las películas de Vicente Aranda desde el Lute, las últimas de Pilar Miró, o Días contados).

Se levanta el telón y aparece Félix Gómez (Herederos) que interpreta a un enfermo en un centro psiquiátrico que va perorando sobre la guerra, la palabra y las máscaras. Luego, el cuerpo de baile, como si fueran internos del sanatorio. Y por último, el Rey (Rojas), Napoleón (bailarín invitado, no me gustó mucho) y Goya (Rodríguez), que se supone que también son locos que en su delirio se creen esos personajes.

Dividido en seis actos. Los primeros sólo con música de cámara. La presentación de los personajes no me pareció muy lograda. La historia se levanta con el cuerpo de baile, sobre todo cuando tocan las castañuelas y hacen una coreografía mezcla de Boleras y West Side Story. Empiezas a cogerle el punto a los segundos solos del Rey y Goya. Cuando sale el cantaor flamenco la cosa mejora. Al final, llegas a atisbar a los músicos vestidos de enfermeros en los laterales, la cosa se vuelve más global, y casi llegan a levantarlo del todo. El epílogo del poema de Montero recitado por Félix Gómez pone la nota política: “La guerra no termina, sólo deja un cementerio vivo cargado de preguntas”.

No quiero entrar en el debate que me entró en el cuerpo la primera mitad de la obra: la alta cultura vs. la baja cultura. Los libros para los que no entienden de literatura, el cine para los que no entienden de cine, el flamenco para los que no entienden de flamenco… yo soy el primero que no entiendo de muchas cosas, el primero que bailó sin talento en un cuadro de baile imitando coreografías de Gades. No sé, supongo que es esa manía de las expectativas, esa manía de etiquetar. Si el espectáculo se hubiera llamado “El musical del 2 de mayo”, con menos pretensiones artísticas, un texto dramático menos pedante y mejor escrito, hubieran metido tres cantes flamencos más de esos de pellizquito y se hubiera anunciado en Gran Vía con luces de neón, lo mismo habría disfrutado más. O quizás no.



La ambientación histórica daba para mucho. De hecho, la escuela bolera surge del afrancesamiento de las danzas populares españolas del siglo XVIII (por eso, la Napo-Leona no lleva tacones, lleva puntas). Para entendernos:

Danza popular + Ballet clásico = Escuela bolera
Baile flamenco + Escuela bolera = Danza española

En teoría, la danza española (el español o el flamenco estilizado, como también se llama) no es flamenco. No puedes comparar esta coreografía con una de Israel Galván. ¿O sí? Ambas tienen mucho de posmoderno. Los solos de estos chicos tienen mucho de Joaquín Cortés, y este es flamenco… ¿o sólo flamenco para los que no entienden de flamenco? ¿y a Sara Baras, dónde la dejas?

Como dice al final el poema de Montero: “Que respondan los cuerpos”.

Becky, quedamos mañana por la noche, a ver si nos responden a nosotros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mí estos tipos me recuerdan a Toñi y Encarna antes de su separación. Lo digo como aportación intelectual a este post tan vasco, tan en busca del genoma español del baile. No hay mejor tacón cubano que el de Sarkozy, por cierto, aunque creo que al autor del post (que sigue sin contestar quién es el Mike Myers de la anterior entrada) Sarko le serviría de camafaeo si atravesara los Pirineos... Se me va

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