martes, 4 de noviembre de 2008

Hikikomori III

El domingo vi una película hiperhikikomori, por su cualidad de universo irreal, matrix, burbuja o como quiera llamársele: Speed Racer, de los hermanos Wachowski.

No hablaré del clásico animé del que proviene (Meteoro), ni de la estética deliberadamente camp de la película, ni de las referencias queer de algunos personajes (Racer X) o incluso a los toros (esa escena madre-hijo), ni del gran pulso que mantiene el guión con las imágenes (a pesar de estar éstas mucho más evolucionadas), ni de la emoción de las carreras, ni del bigger than life.



Esa perfecta utilización de la pantalla verde que “concilia actores y localizaciones reales que fueron des-realizadas digitalmente”. Des-realizar una ubicación real. ¿Existe algo más hikikomori?

Mientras la crítica la denostó con un ¿para qué tanto artificio? y la calificó de mareante, abrumadora y gran embotellamiento...

(Me ha encantado sobremanera esta cita: “Donde quiera que los movimientos autónomos desencadenados quedan embotellados, se dan las condiciones en las que el activo moderno se convierte en pasivo posmoderno. (Sloterdijk, Eurotaoísmo)” referida a que los grandes atascos veraniegos en las autopistas han hecho fracasar parte de la falsa modernidad)

... yo me emocioné, reí y lloré como hacía tiempo que no me pasaba delante de una pantalla. Absolutamente recomendable.

Y para terminar con la parte japo del blog, aquí dejo la parte japo de un concierto de Madonna. En concreto, la que yo considero su última canción… madura (iba a escribir moderna, pero no quiero increpar a Baru).

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