viernes, 28 de noviembre de 2008

Mitchell Leisen

Debía de ser 1992. Mientras en Barcelona correteaban las Olimpiadas, yo recuerdo sólo tres cosas de aquel verano de mis 20 años (relicario de mi juventud): hacía poco que había visto Mi Idaho Privado y no podía quitármela de la cabeza, Prince acababa de sacar Sexy Mother Fucker y en la segunda cadena pusieron un ciclo de Mitchell Leisen de madrugada.



Acababa de mudarme a una casa con patio del Albaycín y era la primera vez que me quedaban asignaturas para septiembre. La habitación estaba en un torreón, decorada con la típica jarapa alpujarreña, pósters de cine de ciencia ficción de serie B y una tele pequeña en blanco y negro como de los años 60, con la carcasa beige. Con los libros de Termodinámica y Métodos matemáticos II perfectamente apilados a modo de mesita de noche.

Recuerdo que se me quedó grabada “La muerte en vacaciones” y eso que es de las más antiguas, de 1934; todavía no me he atrevido a ver el remake de 3 horas de Brad Pitt. “En las rayas de la mano”, con una Marlene Dietrich y un Ray Milland supermaquillados de zíngaros (kitsch exotica, la han llegado a describir). “Medianoche” y el propio remake que hizo Leisen de esta obra maestra, “Mascarada en México”. Años más tarde pillé otras en el Digital.

Por las veces que aparecen citados en este blog, podría pensarse que mi director favorito es Cukor o incluso Almodóvar, pero es que todavía no había tenido ocasión de hablar de Mitchell Leisen.

Él sí es el rey de la mascarada y el camp, “demasiado romántico para ser screwball, demasiado glamouroso para ser sátira”, algunos hablan de Mitchell Leisen como el primer director posmoderno.

A Mitch le acusaron siempre de ser un esteta (por no decir otra cosa) que prefería los decorados al drama, los vestidos de fiesta a los diálogos bien escritos, de hecho empezó como decorador y diseñador de vestuarios en las grandes producciones de De Mille.

Billy Wilder, que empezó trabajando de guionista para él, dijo de Leisen que no era más que un escaparatista. Y todo porque cortó algunas páginas de sus guiones. Otra de las perlas de Wilder sobre Leisen: “Sólo vería en la tele películas de directores que odiara y no hay ningún director a quien odie tanto, ni siquiera a Mitchell Leisen”.

En Nueva York intenté buscar sin éxito algunas de sus películas, porque aquí sólo se habían editado en DVD las dos que tiene con Marlene, la citada “En las rayas de la mano (1947)” y “Capricho de mujer (1942)”, que no son de las mejores, pero ahora acaban de editar cuatro más. Cuántas veces he rogado al destino, ser esclavo de este sueño azul.


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