Becky, cariño, nos estamos convirtiendo en dos teatreras de pronóstico.
El sábado fuimos a ver “La noche de San Juan”, de Lope de Vega, por la Compañía de Teatro Clásico. Se trata de una obra de teatro de corte, un encargo del Conde-Duque de Olivares para divertimento de Felipe IV. Es una comedia ligera, con confusión de parejas, aunque sin sueño como la del Bardo. La de Lope es una noche en vela, como corresponde a nuestra tradición trasnochadora, en la que unos jóvenes se pierden por las calles de Madrid. Yo eché en falta un poco más de magia, que es lo que promete una noche de San Juan. Yolanda Pallín la ha ambientado en el s.XIX, me pareció entender por el vestuario, supongo que para fomentar el aspecto urbano de la trama, aunque este tipo de versiones despistan un poco: de repente añaden un beso que no está en el original, cambian una frase machista (Somos vuestras) por otra feminista (Somos nuestras propias dueñas), no sé, preferiría que no las tocaran tanto. Es cierto que el público lo agradece porque son más amenas, pero insisto, despista, sobre todo cuando no es una obra conocida. Las interpretaciones están muy bien, en especial Eva Rufo. Luego estuvimos tomando unas cañas y departiendo con los actores de la obra en el café al lado del Pavón.
El domingo, “El dúo de la Africana”, de Lluïsa Cunillé y Xavier Albertí, basada en una zarzuela de Caballero y Echegaray, “una creación de cómo podría haber llegado a ser la zarzuela hoy, en este país, si hubiera continuado la evolución artística que se vio interrumpida por el largo paréntesis de la Guerra Civil y los 40 años de franquismo”. No puedo con el Teatre Lliure, me encanta. ¿Se puede ser más cool? El María Guerrero es además el teatro más bonito de Madrid. El argumento trata de una compañía de zarzuela catalana que viaja a las colonias, a Nueva Peñaranda, a representar una ópera, La Africana, y se topan con la mujer del gobernador (divina) y la revolución. El empresario, Don Querubín, que habla todo el rato en italiano con acento catalán, es una especie de Mel Brooks en Los productores. Su mujer, la soprano sevillana (María Hinojosa, espectacular) está enamorada del tenor maño. Y su hija quiere ser una vampiresa internacional. Qué gran oficio. La primera parte, la introducción, más floja que la segunda, donde prima la zarzuela, pero igual de necesaria. El público, frío en los aplausos. No merecían eso en un espectáculo cantado. Qué ganas de ver La corte del faraón.
Me encanta el cartel, de Sean Mackaoui, como todos los del Centro Dramático Nacional.
jueves, 5 de febrero de 2009
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2 comentarios:
Ni caso me haces!
;P
Albricias!! Morirme puedo esperando a vuesa merced
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